1

1K 169 49
                                    

Sirvientes iban y venían con toallas, unas secas y limpias, otras mojadas y sucias,  otras ensangrentadas... Enfermeras entraban a la habitación corriendo y salían de la misma forma, cada que la puerta se abría para que un sirviente o enfermera entrara, miles de aullidos de dolor retumbaban por el pasillo, y allí, sentado en una esquina estaba el Rey Min, a quien le fue prohibida la entrada a la habitación. Al Rey no le quedo de otra qué esperar, con impaciencia y ansia por noticias sobre su amado concubino, Kim Seokjin.

Su amante se debatía entre la vida y la muerte, tras ser rasgado con una fina hoja de metal, la piel de su brazo comenzó a oscurecerse en el pasar de los días y después de algunas semanas, había caído enfermo al borde del delirio y la negrura se extendió pasando de su brazo a su hombro y lentamente a su pecho. En cuanto Seokjin enfermó con gravedad,  Yoongi mando a traer a los mejores médicos de todas las partes de su reino para que lo curaran, lamentablemente, su amado tenía la enfermedad muy avanzada cuando llegaron, pero al Rey Min no le importó y amenazó con matarlos a ellos y a sus familias si no le salvaban la vida.

Aún con la amenaza del Rey, los médicos se atrevieron a decirle que si la negrura llegaba a su corazón, su amado SeokJin no sobreviviría y no había medicina o técnica medica que pudiera evitarlo o al menos darle mas tiempo en el mundo de los vivos.

-¡Deben salvarlo!–Ordenó parándose, no podía más con la angustia, necesitaba ver a su amado–¿Qué tanto hacen ahí dentro que no pueden curarlo?–Exclamó, empujando a los sirvientes que trataban de detenerlo y abriendo la puerta de la habitación–Seokjin...

Su nombre salió muy bajo, tan bajo que solo él mismo pudo escucharlo, estaba impresionado por la escena delante suyo. Su querido Seokjin, cubierto de sangre, su brazo negro y tieso y sus ojos, esos ojos qué tanto le encantaban, daban los últimos brillos de vida.

–Yoongi–Lo llamó por su nombre, Seokjin era el único con el poder de hacerlo, nadie más, ni si quiera la reina, su esposa, tenía el derecho de dirigirse al Rey Min por su nombre–Acércate–Pidió, con voz tenue y cortada, el corazón de Yoongi se rompía a pedazos mientras mas veía a su amado en tan deplorable estado.

Los médicos al ver al Rey lentamente retrocedieron, dejando a Jin solo para que el Rey pudiera despedirse, no había nada mas que pudieran hacer por el enfermo.

–Estoy aqui, mi amado–Dijo después de mucho tiempo y corrió a lado de Seokjin, tomó entre sus manos la mano sana de su amante y la beso con fervor–Siempre estaré aquí.

–Yoongi–Sonrió mirándolo y una lágrima rodó por su mejilla–Mi tiempo ha terminado, querido–Confesó–Esta enfermedad me ha matado y ya no hay nada que los doctores puedan hacer por mi–Acarició la mejilla de Yoongi mientras el Rey negaba con la cabeza–No te sientas mal, querido. Hiciste todo lo que pudiste por mi y lo atesorare conmigo en mi alma–Jaló la mano de Yoongi hasta su boca y dio en ella un dulce beso–Te amo tanto que yo sé que esta vida no nos fue suficiente para amarnos. Prometo buscarte y amarte en mi otra vida, Min Yoongi.

Yoongi quiso decirle que no se rindiera, quiso decirle que lo amaba con locura, quiso prometerle que lo salvaría, quiso decirle muchas cosas en ese momento, pero Jin comenzó a toser sangre por unos segundos, después el brillo se fue de sus ojos y su mano cayó sin fuerza sobre su cuerpo.

Su amante, su amado, su compañero de vida, Kim Seokjin, había muerto.

–¡No!–Gritó con furia, aferrándose al cuerpo sin vida de Seokjin–Tu no puedes dejarme, yo te amo, tu no puedes abandonarme–Aulló de dolor e hizo lo que nadie en el reino lo había visto hacer, lloró.

El gran y temido Rey Min lloró, sin importarle los sirvientes y médicos, sin importarle mostrar su parte mas débil, en ese momento nada importó, porque la razón de su existencia se había ido.

Two Worlds || SujinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora