Era tarde y las farolas parecían luciérnagas pálidas a lo lejos. La calle estaba vacía y Park podía caminar a sus anchas.
Había salido a pensar, solo a pensar. Pensar en el pasado, pensar en el presente, pensar en lo que haría y pensar en lo que había hecho. De cualquier forma, evitaba evocar su pasado siempre que podía.
Le dieron ganas de correr al ver la calle iluminada y sus Vans chocaron contra el asfalto ruidosamente, llenando sus oídos de un sonido satisfactorio. Park sonrió mientras el viento le obligaba a cerrar los ojos.
No se sentía feliz en lo absoluto; no se sentía feliz desde hace algún tiempo, pero esa noche se sentía como si no hubiese nadie en esa interminable calle, en ese interminable mundo.
Giró en la esquina y todo sucedió en un segundo; una llamarada de pelo rojo llenó su campo de visión y sin nada que le avisase, se encontró de lleno con los ojos oscuros de Eleanor.
La mirada de Eleanor se detuvo por unos instantes, había quedado petrificada al verlo. Lentamente se dirigió a él, no emocionada, solo caminó sin expresión alguna en el rostro. Hacia tanto que no lo veía, pero su imagen vivía todavía en su mente, y venia cuando quería. Como aquella vez.
Recordó un millón de cosas, un millón de recuerdos, y los espantó con el pensamiento. Él no podía darse cuenta de que cuanto lo había necesitado, de que era débil sin él a su lado.
Park inhaló por la boca, sin saber qué hacer. Solo se quedo mirando, como un perro, como un tonto, como un idiota.
-Eleanor- soltó de repente, y su nombre giró entre su lengua y su paladar como algo olvidado y perdido, perdido y hallado. Le dejo un sabor indescriptible en la boca, como a sal.
Eleanor lo vio acercarse y abrazarla. ¿Cuándo había sido la última vez que lo había hecho? Sentía su respiración y sentía como sus brazos la rodeaban los suyos, que permanecieron en el mismo sitio. Quiso abrazarlo también, pero luchaba contra sus sentimientos y no dijo nada. Sabía que si él se daba cuenta de lo débil que había sido sin él a su lado, Eleanor se desharía en millones de pedazos.
Park rodeó sus caderas con sus brazos y su cuerpo delgado se amoldó perfectamente a sus formas, a pesar de que ella no se había movido.
Park hundió el rostro en el cuello de la chica y aspiro el olor a vainilla de su pelo, sintiendo que Eleanor se tensaba bajo su cuerpo. Él solo la abrazo con más fuerza, con más desesperación.
El recordarla se había convertido en una necesidad para él, mayor que beber, mayor que respirar, y por eso, al sentir su pecho contra el suyo y su pelo en su mejilla se sintió morir.
Eleanor cerró sus ojos para poder relajarse. Tenía demasiados sentimientos encerrados golpeándola para salir, pero una vez más se contuvo.
-Debiste de haberme olvidado-comentó casi como un susurro al aire. Solo sintió que Park la atraía mas había él.
-Eleanor -pronuncio él- Eleanor, Eleanor, Eleanor.
Ella retrocedió. Park, extrañado, le tomó la mano y la acarició suavemente.
-¿Por qué te paseas a estas horas por aquí?- Eleanor le preguntó sin dejar de ver las sus manos juntas- Hubieras ido a caminar más lejos, mas lejos de mi.
Park la miró duramente, solido.
-No lo piensas de verdad-masculló convencido, pero la frase tenía un sabor a pregunta.
Eleanor lo miró a los ojos y miró sus manos unidas, y se sorprendió de lo diferentes que eran, mientras el viento agitaba sus cabellos. Después negó con la cabeza y lo miró profundamente a sus ojos verdes, preciosos.
-La verdad es que te he echado de menos.
Park la miró y sonrió.
-Yo también te echado de menos.
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Te he echado de menos, Eleanor
FanficEleanor lo miró profundamente a sus ojos verdes, preciosos. -La verdad es que te he echado de menos. Park la miró y sonrió. -Yo también te he echado de menos.