Capítulo Dos: Kace.
Arabelle Wedges.
La casa de los Heaven era un encanto. Cinco pisos que eran más anchos que altos, con ventanales y puertas modernas. Un gran jardín de rosas blancas cubría sus gigantes alrededores, y lo que parecía una casa promedio no era nada más y nada menos que su garaje, en el cual dos autos 4x4 nos esperaban afuera.
Harper a mi lado retocaba su gloss en el asiento del copiloto, mientras yo conducía. Papá finalmente me había dejado salir sin la necesidad de un guardaespaldas o un chofer y esto necesitaba un encuadre.
¡Nunca había conducido sin alguien inteligente en el copiloto!
—¿Qué? Pero soy bastante brillante. —Replicó Harper, mientras soltaba un gritito agudo y pesado.
¿Había dicho aquello en voz alta?
—Cierto.
Harper refunfuñó, y al final, no pudo más que esbozar una sonrisa tenue.
Nos bajamos del auto y en un santiamén los guardaespaldas de los Heaven estaban bajando nuestro equipaje y los acomodaban en uno de los dos todo terreno.
—No puedo creer que hayas aceptado esta vez. —Briss Heaven, con sus enigmáticos ojos azules cubiertos de kilométricas pestañas azabaches sonrió hacia mi. Su sonrisa era tan elegante que no pude evitar quedarme prendada unos pocos segundos.
—¡Yo tampoco puedo creerlo! —Saltó Harper, envolviéndome con sus delgados brazos morenos.
Su abrazo amigable para otros parecería un acto cariñoso, pero yo conocía lo que tenía. Harper Crason estaba marcando territorio.
Todos éramos amigos, pero no era un secreto que Harper era cuidadosa alrededor de Briss. Era como si pensara que de un momento a otro, la dejaría de lado y me volvería inseparable a la pelinegra.
―¿Estamos todos? ―Preguntó Nader, mientras guardaba su teléfono celular en el bolsillo trasero de sus pantalones y me dedicaba una pequeña y bonita sonrisa.
―No, falta...
―Mira, ya llegó. ―Briss calló a su gemelo, mientras señalaba con su barbilla el costoso auto negro y blindado que entraba por donde antes yo había conducido. Detrás de el, dos autos más lo custodiaban a una distancia prudente pero cautelosa.
Todos nos quedamos de piedra. Con la excepción de los Heaven.
―¿Acaso invitaron al hijo del presidente de Eslovenia a mi cabaña? ―Comentó Nader, con una ceja alzada y su bonita sonrisa aún implantada. No había nada que hiciese la sonrisa de Nader flaquear, era ese tipo de persona que nada apagaba su luz por más oscuro que fuese, siempre estaba para echarte una mano y te sorprendías por lo grandiosamente amable que podía ser.
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Secuence. ©
Mystery / ThrillerNo sabemos quien es. No sabemos porque lo hace. Solo sabemos que nos quiere muertos, a todos. Y no parará hasta conseguirlos. »Ayuda« Se convirtió en nuestra palabra favorita. La que nadie escuchaba. Solo sabemos que nos mata en secuencia. *** *P...