— Deja ese maldito cigarro— de por sí ya estaba molesta y estresada con la escuela y ahora le tenía que hacer de niñera con su hermano, y él era mayor que ella, no era posible.
— ¿Por qué? ¿Porque tú lo dices? Piérdete— no solo estaba fumando, su aliento olía a humo y wiski. Prueba de ello era la botella de la reserva privada de Mateo Alonso a medio tomar.
— Sé porque lo haces, pero no arreglará nada fumar, solo te haces daño— recogió la botella y la cerró, la devolvió a su lugar cerrándola con llave de nuevo. Volteo a ver a su hermano. Daba día desde ese beso estaba peor.
— No más daño del que ese maldito joto maricón ya le hizo a mi heterosexualidad, entiende que esta es mi forma de recuperarla— había empezado a levantarse del piso pero solo tropezaba así que decidió quedarse tumbado.
— ¿Por qué crees que los presenté? Sabía que Max te gustaría ¡Solo acéptalo! A él también le gustas.
— Y con mayor razón quiero recuperar mi hombría.
— Fumar no te hace hombre, la chingadera que te cuelga entre las patas lo hace— gritó más molesta cada vez— ¿Qué te ha hecho él para que lo trates así? Tú también eres gay aunque lo niegues.
— ¡Cállate! Cómo te atreves a hablar de...eso— se miró entre las piernas y la volvió a ver con la última frase.
— Porque adelante años y aprendí sobre sexualidad antes de lo esperado, y al parecer también me quité esos prejuicios e ideas pendejas de la mente antes que tú, creía que tú también ¿Quién te dijo eso de "la hombría"? ¿Mamá?
— No te interesa...
— Seguro que sí, y si no dejas de molestar a Max con tu bola de amiguitos, dejaré de tomar mi medicación. Así tendré una excusa para estrangularte.
— Estás loca.
— ¿Y? Al menos no soy una idiota como tú— recogió su mochila, se soltó el cabello y salió de la habitación azotando la puerta.
Hacía ya unas semanas del beso de Max y Alexander en las afueras del consultorio. Agatha los había visto y quedó en shock a pesar de que deseaba con ansias el día en que su hermano aceptara que era "afeminado". Alexander la había notado alejó a Max de una cachetada y un empujón le gritó cosas horribles, otros psiquiatras hasta salieron de su consultorio para saber que pasaba. Agatha salió rápido de su transe y detuvo a Alexander antes de que lo siguiera golpeando. Max estaba confundido y durante los siguientes días de escuela no se atrevía a hablar con el castaño, estaba asustado, le daba miedo terminar como otros tantos homosexuales, lesbianas y bisexuales y otras personas de la comunidad LGBTTTIQA.
Alexander se unió unos días después a un grupito que solía fumar y beber fuera de la Academia, lo habían convencido de que lo hacía más hombre, y ahora su madre le estaba dando rienda suelta a esos ideales. Ella estaba convencida de que haría lo que fuera para recuperar la heterosexualidad de su hijo, consideraba a toda la comunidad como enfermos, pensaba que tenían un tipo de virus que mutaba y por esa razón la rebeldía y las distintas comunidades que conformaban las letras de LGBTTTIQA.
Pasaban las semanas y Alexander se volvía más violento, incluso su grupito lo dejó por haberle roto la nariz a uno de sus chulos y homofóbicos integrantes. Agatha y Max también se habían alejado de él. Pronto quedó solo. Solo con él y sus ideas. Aceptaba muy dentro de él y solo para él su atracción por el amigo albino de su hermana, pero le daba pánico aceptarlo, porque aunque no fuera gay y él se considerara bisexual, no podía aceptarse, todo en lo que él creía se desmoronaba. Necesitaba de su hermana, aunque eso significara "salir del closet". La oportunidad se dio más adelante en la academia, cuando se organizó una colección en una de sus aulas para celebrar el día del orgullo LGBT. Había poetas leyendo sus poemas, escultores y pintores con bellas obras. Incluso se subastó un libro con una recopilación de poemas de la famosa poetisa griega: Safo de Lesbos. Una de las pinturas de su hermana se expondría en una plática sobre la importancia de esta comunidad y del respeto que merecían, la misma plática colaboraría Meri con un pequeño discurso:
— Queridos y queridas alumnas de esta bella academia, mi nombre el Agatha María Alonso López. Esta comunidad es una gran familia de hermanos y hermanas que han luchado por sus derechos desde hace mucho tiempo, y se merecen este día y toda la vida de respeto por aceptarse a ellos mismos y los demás. De ellos deberíamos aprender algo— un grupo de abucheos se hizo presente pero ella simplemente los ignoró y continuo— la tolerancia, el respeto y el amor. Porque el amor te llega del alma y debemos aceptar que a pesar que mis compañeros homofóbicos no los aprecien y los consideren ciegos o locos, ellos deben recordar que muchas veces nosotros tampoco somos sabios. Esta comunidad ha aportado mucho al mundo en el que hoy vivimos. Antes, por ejemplo en la Antigua Grecia, las parejas y relaciones homosexuales eran consideradas símbolo de amor verdadero, ya que las parejas hombre-mujer solo ejemplificaban la fertilidad mientras que amar a una persona de tu mismo sexo era símbolo de que en realidad la ambas y no era una locura. Con el paso del tiempo esa idea se borró, La Santa Inquisición, los gobiernos retrógrados, el Tercer Reich o Nazis, y muchas otras. Es nuestro deber recuperar ese respeto y admiración que se tenía a esta comunidad, porque son mucho más valientes que nosotros al aceptarse y salir del closet, y abstenerse a los golpes, insultos y a las burlas. La homosexualidad existe en más de 450 especies, la homofobia solo una, díganme cuál les parece más "anormal". La homofobia no es una fobia, porque no es tener miedo...es ser imbécil. Feliz día del orgullo gay.
— ¡Yo quiero decir algo!— gritó Alexander al pie del escenario, se subió con un cuadro tapado por una manta y gritó— Max, me equivoqué ¡Si soy bisexual! Y me gustas, necesité quedarme solo para saber que te necesito ¡Te amo! ¿Quieres ser mi novio?— quitó la manta y levantó su pintura. Eral él y Max semi-desnudos, abrazados, unidos por la cintura por una bandera gay.
Max, se acercó con lágrimas en los ojos, pero todo su rostro estaba tan rojo como un tomate.
— ¡SI!– gritó— ¡Acepto!— subió al escenario y besó a Alexander como nunca lo había hecho. Agatha retrocedió agradecida por las palabras de su hermano e inició un montón de gritos de ánimos y emoción, así como aplausos.
— Bueno, creo que somos cuñados, Maxin.
Esta es la pintura que hizo Alexander a Maxin, él día que se volvieron novios: Día del Orgullo Gay.
DATO CURIOSO: Ese mismo día, Alex dejó de fumar.
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A que no te atreves: ORÍGENES
FanfictionUn montón de suscesos que marcaron la vida de Agatha antes de ir San Fransokio, que determinaran el rumbo de a historia. "Primera parte" de "A que no te atreves"