De Homofóbico a Bisexual.

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Luis Alexander Alonso López, conocido por ser uno de los alumnos más brillantes de la Academia de Florencia, hermano de la niña genio de la academia, homofóbico casi de nacimiento —que si fuera una religión, él sería el predicador principal o el más devoto— no pudo evitar sentirse extraño al ver por primera vez el amigo de su hermanita. Le había dicho en ocasiones anteriores que si se seguía juntando con ese marica terminaría siendo una bollera, pero ella al parecer no lo había escuchado en lo absoluto.

Ahora se encontraba frente a frente con aquel "bicho raro" que había defendido en repetidas ocasionas a Meri y recibido una que otra paliza por ella. Parecía ser un buen chico, y aunque al llegar allí en caso de que se lo presentara estaba totalmente decidido a amenazarlo para que se alejara de su hermana, no pudo evitar ser amable con aquel albino. Lo cautivaba de tal forma que no podía dejar de verlo a los ojos. Hablaron un poco y se puso más nervioso cuando María los dejó solos ¿Le gustaba aquel chico? No era posible. Él aceptaba ser homofóbico ¡No los soportaba! No entendía la atracción de dos personas del mismo sexo. Pero tampoco entendía lo que le sucedía. Llegó la hora de irse y de alguna forma se libró de seguir viendo esos ojos que por casi dos horas lo habían tenido hipnotizado.

Llegó el día en que se enteró de lo que había hecho su hermana en la academia. Parecía sangre eso en los casilleros, era una imagen repugnante el pensar que quizá lo fuera, que los dueños de esos casilleros estuvieran en alguna parte muertos. En esa estúpida frase se demostraba toda la ira que ella sentía por ellos, sus amigos, los matones de la genio, y también se podía expresar como una amenaza. Fue en ese momento cuando se dio cuenta de que la salud mental de su hermana no era la mejor, también fue cuando se unió más a Max por el simple hecho de que Agatha María no pasaba por los mejores momentos: hablaba sola en el baño con una tal Fernanda.

La llevaron al psiquiatra y descubrieron que a causa de las agresiones y la ansiedad que había experimentado en tan reducido lapso de tiempo, su mente había desarrollado esquizofrenia como un método de autodefensa. Le recetaron pastillas—antipsicóticos y anti-temblor— incluso fue en ocasiones a terapias en familia, con Max y ella sola. Parecía haber funcionado. No había señales de que viera a esa Fernanda de nuevo. Fue cuando pasó: mientras Alex y Max esperaban a que Agatha saliera de su terapia de comportamiento.

— Te quiero, Alex— no hubo respuesta— lo digo enserio.

— Max, no soy homosexual.

— Pero yo sí.

— ¿Qué quieres decir?

— Que te quiero.

— Eres un gran amigo, no sé a qué te refieres.

— Que me gustas...

— ¿Qué? No.

— Sí.

— ¿Y por qué me lo dices ahora?

— Porque necesitaba hacer esto.

— ¿Declararte?

— Aparte.

— ¿De qué...—la frase fue interrumpida por un beso en la boca iniciado por Maximiliano. Alexander estaba asustado, pero hace tiempo que esperaba ese beso— Max...te quiero.

A que no te atreves: ORÍGENESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora