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Han pasado algunas semanas desde el incidente con Namjoon. Juro que, noup, definitivamente me dormí inmediatamente cuando se fue a su departamento. Juraba por todos los santos del cielo que los chicos de BTS vivían juntos. Pero claro, debe ser que tienen sus propios espacios para cuando quieren estar solos o no sé, pero juraba que todavía vivían juntos. A no ser que... No, no, no lo creo. Jamás. Ya me hubiera encontrado con otro miembro. Entonces no sé.

¡Ay! Le estoy dando muchas vueltas a todo y me tiene mareada este asunto. Pero, ya, concéntrate Lily, que viniste a Corea a trabajar, no a encontrarte con los idols. Bueno, eso fue un plus para este viaje, porque no creí fuera a pasar. Esas cosas no pasan en la vida real. Bueno, no tampoco. Grant Gustin se casó con LA Lathoma y no es famosa. Bueno, ahora sí porque se casó con un famoso, pero antes no lo era. ¡Ah! La vez que Jimin fue a Francia, me parece, para sus vacaciones se fue de fiesta y unas chicas tomaron y jugaron con él y lo grabaron. Y Chan se enamoró de una chica anónima que no es famosa y ahora es padre. ¡Ay, no way! Los sueños sí se hacen realidad. Voy a llorar.

Desde que llegué a Corea ha sido el mejor momento de mi vida. No lo puedo creer. Me cubro la cara somrojada con las manos. De verdad eso pasó. Y me pasó a mí de entre miles de mujeres en el mundo, no es cierto. ¡AAAAHHHH!! Qué emoción. Debería contarle a Diego y a mi mamá.

Ha pasado un tiempo desde que Diego y yo discutimos la última vez. Aún así me manda mensajes, hablamos un rato. Aún así el tiempo es corto, no dura más una hora cuando mucho. ¿Estará enojado conmigo por lo que le dije, de tomarnos un tiempo? No creo. Es algo normal. Estamos a un paso de casarnos, solo pospusimos la boda un año, pero lo retomaremos cuando vuelva, ¿no? Bueno, al menos eso espero.

Después de mi trabajo, salgo temprano para ir por mis clases de coreano. Como mi jornada laboral empieza a las ocho de la mañana, almuerzo al mediodía y salgo a las cinco; tuve que tomar un horario de seis y media a ocho tres veces por semana. Y no quise tomar el curso intensivo porque eran los sábados de siete a doce del mediodía. Y no, no estoy lista para eso. Mi fin de semana es para dormir hasta tarde y procastinar el resto del día. Y comer, obvio. Me hecho de algunas amistades que me ayudan con mi coreano y yo su inglés. Todavía no me aprendo bien sus nombres. Uno, soy pésima recordando nombres, y dos es peor si son nombres coreanos. Me pierden, pero tienen apodos y otros prefieren su nombre internacional, así me lo hacen fácil.

Los viernes después del trabajo vamos a tomar algún bar. Me impresiona que a pesar de que soy la jefa de algunos, no me excluyen del grupo. Eso me hace sentir, no tan mal. De vez en cuando tengo home sick, pero me he ido acostumbrando al sabor del soju, así que lo supero rápido. De vez en cuando me llevan algún antro para bailar, despejar la mente. Trato de no embriagarme tanto para no tener resaca al día siguiente. Los coreanos se emborrachan muy rápido, y les encanta porque es casi que la única forma de abrirse a la gente. Curioso, porque en Latinoamérica es diferente, no necesitas tener alcohol en el sistema para hacer amigos, pero sí para ligar y pasarla bien. Había leído y escuchado de youtubers todo esto, pero vivirlo está a otro nivel. Todavía no puedo creer que me quedaré aquí un año.

Hablando de pasarla bien, recuerdo cómo conocí a Diego. Al principio fue un total idiota, pero ahora mírenme, estoy a un año de ser su esposa. Increíble, ¿no? Estaba en un antro con mis amigas celebrando que me habían contratado en esa empresa en el área de ventas. Se suponía que era algo temporal, ya que tenía que pagar mis estudios. No podía dejar que mi mamá lo pagara todo, ya había hecho suficiente con traerme al mundo. En fin, estaba un poco ebria, y me encontraba bailando sexy con una de mis mejores amigas y de repente, un chico de la nada se me acercó y me pidió mi número y que nos acostaramos. Okey, estaba ebria, pero no tanto, así que le di una bofetada, le grité "idiota" y me fui. Pasadas unas horas, ya era casi de madrugada cuando decidimos que ya era hora de irnos. Pedimos un taxi fuera del lugar, y un chico se me acercó por la espalda, me rodeó con sus brazos la cintura, pegó su sudoroso cuerpo al mío a tal punto que sentí su pene en mi trasero a través de la ropa.

Estaba erecto, el tipo olía a alcohol y me susurraba al oído que me veía sexy, que si me iba con él me la iba pasar bien, que podía traer a una de mia amigas y que hicieramos un trío. ¡Un trío! Fue asqueroso, incómodo, humillante e indignante. Fue horrible. En ese momento, mientras intentaba escapar de su agarre y que mis amigas estaba tan ebrias que no podían ayudarme -de hecho una estaba vomitando en la calle y la otra le sostenía el cabello, así que ni cuenta se dieron-, alguien lo hizo apartarse de mí y le dio un golpe directo en la cara. Tenía sangre en su mano y yo lo único que hice fue mirarlo, con una cara de sorprendida y de "no sé qué ocurre" porque veía su rostro borroso. Le di las gracias, él dijo "no hay de qué" y se fue adentro del antro. Era el mismo chico que antes había llamado idiota.

Nuestro taxi llegó, las tres entramos y llegamos a la casa de una de mis amigas. Dormimos juntas, vomitando, tomamos agua, nos lavamos lo dientes, y una de ellas confesó que tuvo sexo en el baño. ¿En qué momento? Ni idea, todas estábamos juntas. Una semana después fui a la tienda por un poco de leche. Mientras pagaba mi leche, alguien empezó a empujar mis cosas en el mostrador. Claro, como yo solo tenía una el otro sujeto simplemente vio espacio vacío y ni se esperó y puso sus cosas ahí. ¿Acaso no podía esperar a que terminara de pagar mi leche? "¡ Qué idiota" pensé. Le lancé una mis miradas asesinas, él me miró de vuelta. Estoy segura que lo asusté. Y le dije que se esperara a que terminara de hacer mis compras, que fuera un hijo de... Bueno, ya saben. Me pidió disculpas, pagué mi leche y me fui.

Me dirigí a la estación del bus. Ya quería irme a casa, y tomarme mi leche hervida con chocolate. Había tenido un pésimo día en el trabajo. Necesitaba relajar y el chocolate caliente siempre me ayuda. Amos el chocolate. En fin. Al rato el mismo tipo se me acercó con sus bolsas de plástico. Lo miré y rodé los ojos, no podía creer que él estaba en la misma parada, lo peor es que esperaba el mismo bus que yo. No lo toleraba. Decidí ignorarlo, así que me puse mis auriculares, puse DNA rock version porque es mi versión favorita a todo volumen y me perdí en mis pensamientos. En eso, sentí que alguien me tocó el hombro, abrí los ojos y allí estaba él. Me quité un auricular y lo más amable que pudo le dije:

- ¿Sí?

- Disculpa, no quiero molestarte

Como si no lo hubiera hecho antes -pensé sarcásticamente.

- Pero me recuerdas a alguien. ¿Nos hemos visto antes?

- No creo, no hablo con idiotas.

Tuvo que haber sido mi tono de voz lo que hizo que su cerebro se activara y recordara casi de inmediato. Porque sus ojos se abrieron tanto que pensé que se saldrían de su cara.

- ¡Eres tú! -exclamó.

Yo estaba nerviosa, no sabía que hacer. Di un paso hacía atrás y me dije: "What the f*ck?!"

- Eres esa chica ebria que ayudé fuera de Fofo's club.

¿Chica ebria? ¿En serio?

- ¡Ah, eres tú!

- Sí, bueno, quería disculparme ese día por mi comportamiento antes de pegarle aquel tipo encima tuyo.

- Ah, bueno, no te preocupes. Estábamos ebrios y así, so...

- En serio, perdón.

- No tienes por qué.

Y allí comenzó todo. Nos fuimos en el mismo autobús, se sentó en el asiento a par mía y hablamos todo el camino hasta que él bajó primero. Sobrio era más simpático que ebrio. Era gracioso, atractivo, un poco tímido, bastante parlanchín, y sobretodo inteligente. Antes de bajarse del autobús intercambiamos números. No sé él, pero sentí una chispa cuando me dio el papel con su número apuntado. Tenía voz suave, profunda y hermosa. Una sonrisa que derretiría a cualquiera. Unos ojos amables, tiernos y un poco grandes, de color café. Era alto, de cabello negro y piel morena. No tenía un cuerpo fitness, pero no estaba mal a la vista. Digamos que físicamente me atraía.

- ¡Oh, por cierto! Antes de que te vayas, ¿cómo te llamas? -pregunté cuando tocó el timbre para avisar que se bajaría en la siguiente parada.

- Diego, ¿y tú?

- Lily.



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