Mark estuvo sentado esperando a su mejor amigo en la entrada de la universidad por más de media hora.
Demonios.
Se cansó y decidió volver él solo a casa, si YoonOh era un universitario ocupado ahora no era su problema. Fue a tomar camino con una expresión algo decaída en su rostro, Jaehyun y él iban a pasar la tarde juntos, pero se ve que le tocará comer chocolate mientras ve alguna película de miedo con la que no dormirá por la noche.
Aunque hubo un radical cambio de planes cuando el, moreno, alto y de hombros anchos, amigo de Yoonoh se cruzó en su camino. Lo había conocido en la casa de la playa de su mejor amigo el sábado pasado, era realmente atractivo y divertido, por lo que lo pasaron bastante bien aun si no se conocían.
— ¡Mark!
No supo en qué momento le había estado mirando tanto que no se había dado cuenta de que el mayor se acercaba a él con una sonrisa resplandeciente que podría cegarle.
Se fijó en su indumentaria, camiseta sin mangas, pantalones negros que se ajustaban perfectamente a sus largas piernas y las gafas que solo necesitaba para leer en realidad. Se sintió tan pequeño y ridículo. Pues él mismo solo llevaba el uniforme de verano del instituto al que iba.
— ¿Esperas a Jeff? — El menor asintió, embelesado por la belleza ajena. — Va a tardar bastante — Seguido de ello puso una mano al lado de su rostro y susurró de nuevo — Ha ido con una chica de su clase al baño, no sé si me entiendes.
De sus labios salió una suave carcajada, Minhyung sintió que escuchaba un ángel.
— ¿Ibais a ir a algún lado?
De nuevo, solo pudo mover su cabeza con un asentimiento antes de que el mayor continuara hablando.
— Ocuparé su lugar, entonces, ¿quieres ir a cambiarte y después vamos al centro?
Iba a asentir de nuevo cuando escuchó una voz bastante familiar gritar en su dirección.
— ¡Makku, John D!
Jaehyun. Oh mierda. Pensaron ambos, no pudieron evitarlo, pues, no estaría mal pasar un poco de tiempo a solas para conocerse mejor, sí, eso.
— Perdón por la tardanza, Makku-ah.
— No te preocupes, seguro que te lo has pasado realmente bien.
Arqueó una ceja e hizo un gesto con su lengua y su mano, dándole a entender lo que quería decir. YoungHo no pudo no quedarse mirando, regresando al mundo real cuando el chico de hoyuelos empezó a reírse estrepitosamente. Tras parar de hacerlo le dió una palmadita a Johnny en el hombro y le dedicó una pequeña sonrisa.
— Nos vemos mañana, voy a llevarme a comer al enano.
— ¡No soy enano, maldito inútil!
— Ya, ya. Bueno, ya no te entretenemos más, John.
— En realidad él va a venir también, mientras te daban una mamada en el baño hemos hablado de ello.
— ¿De verdad? — Sonrió un poco amplio haciendo que sus hoyuelos se notaran con mejoría.
Rió un poco más antes de rodear los hombros de ambos con sus brazos y acercarlos hacia sí, dándoles un abrazo aunque Mark lo catalogaría como un intento de ahorcarle.
— Mis mejores amigos son amigos, eso es genial.
Lee le dedicó una mirada incómoda a Seo, quien hizo lo mismo y ambos rieron con incomodidad.
Tras haberse liberado de la serpiente que era Jaehyun, porque ahogaba a sus presas hasta dejarlas sin aire y así comérselas, se dirigieron los tres entre risas y conversaciones agradables a la casa del menor.
Mark abrió con su llave y saludó a sus padres, los dos más altos se quedaron en la puerta mientras el menor iba a cambiarse, la madre de Minhyung se acercó a saludar simplemente por darle un beso en la mejilla al mejor amigo de su retoño. Johnny se sintió escaneado cuando la mirada de la progenitora del canadiense le recorrió de arriba a abajo.
— Hola, mi nombre es EunHa, ¿también eres amigo de Makku?
— Sí que lo es, mamá. — Contestó Jaehyun, tenía el tipo de confianza con el más bajo que podía perfectamente dirigirse a la madre de este como la propia.
— ¡Jae! — El hermano mayor de Mark se asomó por la puerta de la cocina junto con su novia, la cual llevaba con él desde hace más o menos cinco años.
Se acercó a la puerta principal tirando de la bajita chica, envolvió a Yoonoh con sus brazos y después de eso le chocó un puño, Yeeun había dejado un beso en la mejilla de este como de costumbre.
Johnny observaba todo expectante y algo confuso, aunque también bastante alegre por la actitud que tomaban en aquella familia, le recordaba a la propia y hacía que su corazón se encogiera.
Pronto Mark bajó ya vestido y arreglado, viéndose tan reluciente como siempre, besó el rostro de todos sus familiares y de su cuñada, ganándose una burla de Jaehyun. Después de ello salieron todos camino del sitio donde habían decidido ir.
( . . . )
Ocho horas pasaron desde la una y media de la tarde, la hora en la que se habían puesto en marcha. Eran las nueve y media, los tres estaban camino de casa de Jaehyun, pues era quien quedaba más cerca.
— ¿De verdad que no queréis que os acompañe?
Repitió por milésima vez cuando llegaron a la puerta, ambos negaron y el coreano se acercó para abrazarlos de nuevo como la primera vez en la mañana.
— Jae, me ahogas.
— No estropees el momento, Lee Minhyung.
Los tres soltaron una suave carcajada y ahí fue cuando Jung los dejó solos. Iban caminando hombro con hombro, de noche. Mark no era una persona de sentimientos fáciles, pero aun así, las pocas horas que había pasado con el chico a su lado eran para decir que sí le gustaría intentar algo con él. Era muy detallista por lo que había apreciado, observador y divertido.
— ¿Vas a irte en bus? — Preguntó para cortar el silencio que estaban creando.
— No, te acompaño y voy a casa andando, tampoco queda muy lejos.
Una fugaz sonrisa pasó por sus labios mientras asentía.
— Está bien.
— ¿Cómo te lo pasaste hoy? Espero haberte agradado.
— Lo haces, eres realmente agradable.
— También me caíste bien.
Ambos quisieron dejar la timidez extraña que ambos tenían cuando no estaba con Jeff, querían disfrutar del momento al lado del otro, no importaba si se conocían poco. John tuvo el atrevimiento de posar su mano en el hombro ajeno, el más cercano a él, quiso reconfortarle y hacerle saber que no hacía falta toda esa timidez, aunque él también estaba nervioso. Cómo quien no sabía, bajó su mano por su brazo, Minhyung no sabía qué era lo que estaba haciendo, pero tampoco iba a pararle. Así que cuando la mano ajena llegó hasta la propia suspiró con alivio, notando como sus largos dedos se cerraban en torno a esta. Intentó hacer lo mismo, pero lo envolvió tan bien que ni siquiera sus deditos llegaban al borde de la gran palma contraria.
Ambos dibujaron una gran sonrisa en sus labios y siguieron andando en silencio mientras jugaban dándose apretones con las manos entrelazadas.