CAPÍTULO UNO

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Me despierto sobresaltado debido al ruido que se ha formado en casa, no es muy tarde y además siendo viernes se suele escuchar a los chicos y chicas más mayores en los portales y en la plaza, hablando y quejándose de los problemas que viven tanto en el trabajo como en casa. Hoy no se escucha un alma.
La escuela lleva meses sin ser una prioridad en mi distrito, las clases se dan en casa y mi madre es la que despeja un dormitorio para darnos clases a mi y nueve niños más, aún tenemos hasta cumplir los 14 años para aprender lo suficiente y ponernos a trabajar en las minas o si tenemos suerte en alguna tienda del distrito.
Me levanto de la cama y me dirijo al salón, hay un armario en el suelo y toda la vajilla destrozada en mil pedazos, mi padre se limpia la sangre de las manos mientras mi madre está llorando en la puerta de la cocina. Papá es un hombre muy tranquilo, sereno y nada violento, mi abuela decía que lo había sacado del abuelo Peeta, me sorprende que haya hecho esto. A los abuelos los echo mucho de menos, el abuelo Peeta murió al poco tiempo de nacer yo y la abuela Katniss hace un par de meses, no tuvieron buena vida cuando fueron jóvenes y eso afectó a su vejez.
Me agacho y me pongo a recoger los trozos de barro, no tenemos dinero para pagar una vajilla en condiciones. Mamá me coge de la mano, me lleva al dormitorio y me vuelve a acostar en la cama. Tiene un nudo en la garganta, su voz es casi inaudible:

- Cariño las cosas van a cambiar a partir de ahora, para tí y para tu hermano. Prometedme que seréis fuertes y recordaréis todo lo que la familia de papá os contaba.

- ¿Tío Finnick?

- Exacto, ¿las recuerdas?

Tío Finnick era el marido de la hermana de papá, perdimos el contacto de ambos cuando se fueron al Distrito 4 a vivir. Me contaba historias de mis abuelos, de unos juegos en los que encerraban en una arena a 24 jóvenes, 12 chicas y 12 chicos que tenían que luchar a muerte hasta que quedara una única persona. Recuerdo que me dijo que sus padres, mis abuelos, y sus amigos comunes eran todos vencedores. En las clases mencionaban que el causante de la revolución de los distritos fueron unos juegos pero nunca explicaban en que consistían. Por eso nunca creí del todo las historias de tío Finnick, aunque me encantaba escucharlas.

- ¿Los Juegos del Hambre?- Le digo a mamá.

Asiente con la cabeza mientras se les llenan los ojos de lágrimas:

- Vuelven el año que viene mi vida.

- ¿Mamá nos van a matar?

- No cariño, no nos va a pasar nada malo a ninguno de nosotros. Mientras estemos todos juntos somos invencibles. Papá, tu hermano Johan, tú y yo, siempre.

Me da un beso y me cierra la puerta. Mientras intento dormir escucho a mi hermano llegar a casa. Su voz suena de haber llorado también, lo cual es raro en él ya que jamás lo he visto llorar. A Johan no le gusta mostrar sus sentimientos, cree que le hace parecer débil. Sin embargo siempre me ha dicho lo contrario, que es lo que hace a una persona valiente.
Se escucha bajo, pero con el silencio que hay en la calle puedo oir lo que hablan en el salón:

- Johan no es tan fácil.

- Papá no nos pienso ver tan mal como los abuelos, Cinna no lo merece. Si no nos vamos ya nos van a joder pero bien.

- Johan hablale bien a tu padre por favor.

- Mamá a partir del año que viene tus dos hijos están condenados a una posible muerte segura. ¿En serio pensábais que ocultar media historia de Panem era la solución?

- Johan no era nuestra decisión, las leyes están para cumplirlas.

- Genial, entonces si acatamos las normas quiere decir que estáis de acuerdo en que el año que viene me maten en los juegos.

- Johan no vas a salir, sois muchos chicos en el pueblo.

- No puedo creer que hayas dicho eso. No pienso ver morir a mis amigos o a Cinna por una puñetera loca como Snow.

***

Me despierto con el sol entrando por la ventana. Mi hermano está durmiendo en la cama de al lado. Me levanto y voy al salón, la tele lleva encendida toda la noche y parece que papá y mamá no han dormido ya que están en el sofá.

- Cinna despierta a tu hermano, está a punto de comenzar el anuncio oficial.

Johan es de los chicos más guapos del pueblo, es fuerte y está bastante desarrollado para su edad. La genética es variada en mi familia así que mi hermano y yo somos polos opuestos, lo único que tenemos igual son los ojos, ambos los tenemos verdes como la abuela y papá. Yo tengo pelo castaño, soy alto y delgado como mamá, pero Johan es rubio, de estatura media y muy musculado como papá. Johan y yo somos de la misma altura casi a pesar de llevarnos casi 5 años de diferencia.
Johan tiene a todas las chicas del pueblo enamoradas pero yo creo que a él le gusta su amigo Alex. No están saliendo pero quedan siempre, Alex es un chico bastante afeminado y se meten con él por ello, lo único que hace que le tengan más respeto es que le ven por el distrito con Johan.

Voy a entrar al cuarto cuando mi hermano abre la puerta:

- No te preocupes enano, llevo horas despierto.

Me molesta que me llame enano porque dentro de poco seré más alto que él, pero sé que lo dice con cariño. Hay pocos hermanos en el distrito y menos que se lleven tan bien como Johan y yo. Él me ha enseñado muchas cosas y eso ha hecho que tengamos una relación muy cercana aunque tengamos esa diferencia de edad. Yo cumplo 13 años en poco tiempo y Johan tiene 16 para cumplir 17 a principios de año.

Aparece en la tele la introducción de las noticas del Capitolio y la presidenta Marie Snow sonríe a la cámara. Me pregunto cómo puede tener más de 70 años y parecer una mujer de 40, es algo que cualquiera señalaría como imposible:

Queridos habitantes de Panem. Hoy estamos aquí para anunciar y celebrar un día muy especial para la historia. Tras medio siglo estando en el poder los rebeldes, volvemos a instaurar el sistema político y social que aseguró la paz por tantos años. Por ello mismo he decidido retomar nuestras mejores costumbres y celebrar los Juegos del Hambre, los cuales serían los 76° juegos de la historia de Panem. Sin embargo al no haber constancia de ningún Vencedor vivo, la cuenta de los juegos será reiniciada.
Cada distrito deberá enviar a un chico y a una chica de entre 12 y 18 años a luchar a muerte hasta que quede un único vencedor. Ambos nombres serán sacados al azar.
Pero los primeros juegos van a tener una temática especial. En estos Juegos del Hambre, para recordar que una guerra es una lucha de hermanos contra hermanos hasta no quedar nada, el tributo masculino y femenino elegidos irán acompañados de su hermano o hermana del mismo género. Por lo que en la selección las hijas e hijos únicos quedarán exentos.
Con esto solo queda desearos unos felices Juegos del Hambre y que la suerte esté siempre de vuestra parte.

El silencio del Distrito 12 parece que va a durar para siempre.

LOS JUEGOS DEL HAMBRE: EL FUEGO SIEMPRE SE REAVIVADonde viven las historias. Descúbrelo ahora