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Careøn Valley es, seguramente, el peor lugar sobre la faz de la tierra para vivir, un sitio tan inhóspito como hostil en más formas de las que uno quisiera enumerar. Y probablemente era el peor lugar en el que una niña quisiera encontrarse.

Geneve Hennings era una estudiante de segundo grado en Luxus, la capital del reino de Nova. Con tan sólo quince años de edad, era una niña delgada y finos rasgos, con una larga cabellera plata y unos ojos verdes que eran el orgullo de sus padres, quienes la presentaban ante todos sus conocidos como su angelito.

En Luxus, Geneve tenía todo lo que quería y podía pedir; pero también tenía un secreto que hasta ese momento sólo le había contado a su mejor amiga: Geneve podía generar electricidad en sus manos.

Ella no había nacido con esa habilidad, sucedió de pronto, un día como cualquier otro, mientras regresaba del colegio, acompañada de su mejor amiga Renata. Pequeñas chispas azules brincaban en sus manos, como delfines brincando en el mar. El susto inicial fue superado por la cara de sorpresa de Renata, y las dos amigas caminaron el trayecto de regreso, admirando la reciente descubierta habilidad de Geneve.

Ninguna vió al hombre de negro sobre el tejado.

A las ocho y cuarto de la noche, Geneve se encontraba sola en su casa, un cuarto de hora antes de que, según lo usual, sus padres llegaran del trabajo. Su padre era director de una empresa que no le importaba mucho a Geneve a que se dedicaba, y su madre trabajaba con él como asistente. Una vida atareada para ellos, pero placentera para la pequeña hija.

Con una taza de té de raíz de arequía en las manos, la chica caminó hasta la sala y se dejó hundir en el sillón, mientras miraba la lluvia caer en el patio trasero a través de la pared de cristal. La casa, de un estilo moderno y galante con sus paredes blancas y sus techos abovedados, creaba una atmósfera de relajación que ella sin dudas disfrutaba, en especial cuando llovía. El sonido de las gotas de agua contra el techo causaba un son que ella encontraba armónico y caótico al mismo tiempo. Embelesada en el espectáculo natural, no vio la figura encapuchada que la miraba desde el otro lado de la pared cristalina, bajo la oscuridad y la lluvia.

La chica continuó bebiendo de su té, soplando quedamente para mitigar la temperatura, mientras bebía el relajante trago y se llenaba del aroma que caracteriza a la arequía, un aroma dulce y suave. La chica continuó bebiendo hasta que las luces de su casa comenzaron a parpadear aquella fatídica noche.

Extrañada, Geneve se levantó del sillón, caminó hacia la entrada y se asomó por la ventana, esperando que aquello se tratara de una falla eléctrica, pero las casas contiguas parecían normales. Y entonces, se fue la luz, dejándola completamente a oscuras, por eso no vió venir el golpe detrás de su nuca que la dejó inconsciente, mientras su taza de té se estrellaba en el suelo. Lo siguiente que recordaba era haberse despertado dentro de una pequeña e incómoda caja de madera, con apenas un agujero del tamaño de un dedo para que entrara aire suficiente para respirar.

La caja iba brincando, en lo que se imaginó como una carreta moviéndose por terreno pedregoso, y cuando la tapa se abrió, Geneve por primera vez en su vida estuvo aterrorizada hasta la médula. Frente a ella había un monstruo, un hombre con una cara pálida como la nieve, sin ningún rasgo facial, no boca ni nariz, tan solo dos ojos negros sin pupila que le regresaban la mirada y se clavaban en ella como ella supuso un animal vería a su presa antes de devorarla. La chica, reaccionando instintivamente, se cubrió el rostro con sus manos, intentando empujar al monstruo, y la electricidad que había salido antes de sus palmas como un juego o un entretenimiento, salió como un potente relámpago que atacó al monstruo, haciendolo retroceder.

Aprovechando la oportunidad, la niña brincó de la caja y se echó a correr por una ciudad que no reconocía, un lugar que parecía más una ciudad fantasma o un campo de guerra que cualquier otra cosa, con cielos nublados y grises, como si amenazaran con tormenta. Geneve, aún en las ropas de noche que tenía cuando fue secuestrada, pronto se dió cuenta de dónde estaba, en un lugar que inequívocamente podría adivinar, un lugar que esperaba fuera sólo una mala historia que los padres les cuentan a los niños antes de dormir, un lugar que sólo aparecía en libros de historia.

Lucas Barton y el Cazador de HéroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora