Capítulo 2

28 3 0
                                    

Mahir la miró de lejos, apoyada sobre la baranda, mirando el mar y sintió que su sangre se congelaba.

Supo que la historia de ellos cambiaría para siempre y que eso era inevitable, y quiso escaparse para siempre, aunque el dolor de no volver a verla fuera casi peor que ver el odio en su mirada cuando supiera su verdad...

Recordó ese último beso que le había dado en el juzgado, en su oficina, la expresión amorosa de ella, su mirada, una mirada que cambiaría no bien supiera la verdad...

¿Acaso ella podría ser capaz de perdonarlo algún día? Sería más fuerte el amor entre ellos que todas las mentiras que había dicho él... ¿podría ella entender sus motivos para ocultarle quién era?

Caminó hacia ella y sintió que sus piernas le temblaban, tantas veces se había enfrentado a la muerte y había sentido menos miedo que en ese instante...

Ella se dio vuelta y se sorprendió de verlo. Él creyó que ella estaría ofendida con él por no haberse presentado ante su padre, como habían quedado en hacer, pero se preocupó porque creyó que él intentaba protegerla...

Hizo el intento de enviarlo a hablar con su padre, pero él insistió en que era mejor hablar con ella... Feride no comprendía nada de lo que él decía y lo peor era que ese hombre, Mahir Kara llegaría y los interrumpiría...

Él insistió con decirle la verdad y ella se resistió hasta que él logró convencerla...

Se sentaron en el banco que tenían cerca y él tomó sus manos y las besó con ternura. Sacó de su bolsillo un anillo y se lo mostró. Ella se emocionó al verlo. Mahir le contó que era el anillo de su madre, y lo que significaba para ella. Feride se atrevió a preguntarle si ese anillo encubría algo más importante para ellos y él le rogó que lo dejara terminar, que si luego de saber la verdad ella lo aceptaba, entonces sería un compromiso para ellos...

Feride se emocionó al ver las lágrimas en los ojos de él y el sentimiento profundo en lo que le decía...

-       Me hiciste vivir maravillosos sentimientos por primera vez en mi vida... créeme que no fue mi intención enamorarme, el destino me hizo caer de repente... llegaste a mi vida cuando menos me lo esperaba... mientras buscaba justicia me enamoré...

-       Mi corazón está a punto de detenerse, ¿a dónde quieres llegar? - le dijo ella con angustia.

-       Feride, eres la única mujer con la que quiero pasar el resto de mi vida...  si he de ser padre y tener hijos, mi único deseo es que tú seas su madre... si muero, cuando esté muriendo mi único deseo es que estés a mi lado, sosteniendo mi mano...

-       Deseo lo mismo, Salih, lo mismo...- ella no podía dejar de llorar, pero lloraba más por no entender su angustia y por verlo llorar que por ella misma- es mi único deseo en esta vida... si estás esperando una respuesta, la respuesta es "si", quiero formar una familia contigo...

-       Mi amor, te lo ruego, escucha, solo escucha...- le dijo tocando su cara- si después de saber mi nombre y quien es mi familia tu respuesta es la misma, pondré mi futuro y mi vida bajo tus pies.

Se alejó un poco, tratando de componerse, era tan difícil sincerarse, porque no quería lastimarla, pero no tenía otra opción si quería que no hubiera más secretos entre ellos...

Le dijo que cuando llegó al juzgado su intención era otra, que no quería enamorarse, que había intentado escapar de sus sentimientos miles de veces... ella no sabía si emocionarse o sentirse insegura.

Algo resonó en su interior y encendió las alarmas cuando lo escuchó decir que no su intención no era amarla, sino convencerla... porque quería encontrar la verdad de lo que había sucedido en el juzgado con el ministro al que habían asesinado...

Feride trató de tranquilizarse, sabía que era una misión para él... que esa era la gran máscara que lo cubría... pero él se lo desmintió... le dijo que no trabajaba en ninguna agencia...

-       ¿Quién eres entonces? - le preguntó ella con miedo de cual podría ser la respuesta- tampoco eres abogado... ¿qué haces en el juzgado? ¿quién eres?

-       Entré al juzgado para salvar la vida al hombre a quien le debo la mía...  para salvar a mi padre de que sea colgado por un crimen que no cometió...- Feride trató de asimilar las palabras que acababa de oír, pero todo se tornaba borroso... en su cabeza las cosas no coincidían, no, no podía ser... - no se si será suficiente con pedir perdón- dijo y ella sintió que se quedaba sin aire, era imposible- o si merezco morir por lo que hice

-       Cállate...- le dijo ella casi sin poder hablar- silencio... no te atrevas... no lo digas...- el sufrimiento la quemaba.

-       Lo he callado por mucho tiempo, Feride... eso no cambia la verdad...- dijo y tardó lo que a ambos les pareció siglos para decirlo, finalmente- soy Mahir Kara...

Feride bajó la cabeza llorando y sintió que un abismo se abría entre ambos, no quería oírlo, no podía oírlo más... lo escuchó llorar, pero sintió que su corazón se partía en mil pedazos... se sintió engañada, estafada, traicionada... y sintió que el aire que respiraba era insuficiente para seguir viviendo...

Enfocó sus ojos en él y lo vio destruido frente a ella, indefenso, culpable... deseó tener las agallas de poder condenarlo a muerte, podía hacerlo... podía encontrar la manera de acabar con la miseria de ambos... ¿y el amor? Ella estaba enamorada de Salih Ipek... un hombre que ella sabía que no existía... pero nunca se imaginó que el hombre a quien amaba, el que se había ganado un lugar en su corazón al que nadie había accedido, era Mahir Kara, el hijo de un hombre que ella podría mandar a colgar si realmente resultaba culpable de los crímenes de los que se lo acusaba...

Él siguió hablando... disculpándose, dándole excusas de porqué no había podido o no había querido en definitiva decirle la verdad, pero a ella no le importaron, porque su corazón sangraba y eso tapaba cualquier otra sensación que pudiera tener en ese momento...

Y cuando él intentaba convencerla, quería seguir hablando, explicándole no sé qué... ella sintió que la ira era su mejor amiga en ese momento y apretó los dientes, presa de la rabia y lo miró con rencor...

Se levantó y se fue, rogando que él no la siguiera porque de lo contrario se sentiría desamparada...

Caminó como pudo, rápido, escapándose de Mahir... Mahir, ya no más Salih, que la venía siguiendo y temió caerse porque el llanto incontrolable hacía que las lágrimas nublaran sus ojos.

Llegó hasta el auto y mientras intentaba arrancarlo él intentó detenerla, le rogó que lo escuchara... pero ella simplemente no pudo hacerlo, se escapó... por su bien...

Mahir se quedó mirando el auto que se alejaba cuando ella logró arrancar y luego miró el anillo, ese que él hubiese preferido que ella aceptara, antes de enojarse definitivamente con él... se preguntó si habría alguna posibilidad de arreglo entre ambos, si algo de lo que él pudiera decirle, la hiciera cambiar de opinión y comprendió que si alguna posibilidad había, tenía que ver con ese profundo amor que ambos compartían...

Adiós, SalihDonde viven las historias. Descúbrelo ahora