Huyendo Del Destino.

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—¿Cómo me encontraste? —Si algo sabía hacer El soldado del invierno era esconderse. Llevaba ya un año huyendo del Capitán América, el hombre que se suponía debía matar.

Pero ahora ella, la mujer con más agallas que conocía hasta el momento y con la que había peleado anteriormente, había dado con él. ¿Segundo round quizás?

—¿Te escondes en mi país y creías que no me enteraría? No habías terminado de poner un pie en Rusia cuando yo ya sabía tu paradero.

Vaya, si algo era diferente en esta época eso eran las mujeres, pensó Bucky.

En su época las mujeres eran más tipo damiselas en peligro. Pero Natasha Romanoff, la famosa Viuda negra no tenía nada de eso. Podía partirle las piernas a quien quisiera en un minuto. Él mismo lo sabía, le había presentado batalla en aquella autopista hacia un año ya. Claro que, en ese entonces su misión era muy distinta a la de ahora.

—Bueno ya sabes que estoy aquí, ¿vienes a terminar lo que empezamos hace un año? —Bucky no tenía ganas de luchar, pero si eso era lo que ella quería, él se lo daría. Nunca había podido decirle que no a una mujer bonita.

—No vine a pelear, solo quiero saber qué haces aquí y por qué huyes. —Ella ya lo sabía por supuesto. Pero le gustaba darle ventaja a los demás. Desde la caída de Hydra El soldado del invierno se había vuelto un poco más fácil de localizar. Ya no tenía nadie que borrara sus huellas. Por eso pudo saber tan rápido que él estaba en Jessentuki un pequeño pueblo en la gran montaña de Podkumok Río.

—No creo que eso te interese ¿o sí? —Bucky no pudo evitar notar el traje tan apretado que usaba Natasha. Se le pasó por la mente todo lo que ella tendría que hacer para ponérselo. O para quitárselo.

Puesto que no esperaba que de repente alguien irrumpiera en la cabaña donde él se encontraba escondido, andaba descalzo, sin franela y en jeans. Estaba a punto de sentarse a meditar que carajos iba a hacer cuando la puerta se abrió y la hermosa pelirroja entró como Pedro por su casa.

Ella no pensaba encontrarlo de esa forma, no le molestaba pero tampoco le agradaba. No le era fácil concentrarse teniendo a ese hombre medio desnudo frente a ella. Claro que Natasha Romanoff era una profesional y no dejaría que nada destruyera su reputación de esa manera. Además se las había visto peores, como aquella vez en que tuvo que huir de Hulk y por poco no lo cuenta.

—A mi no me interesa, pero a Steve seguro que si, y no sé por qué tengo el presentimiento de que estás huyendo más de él que de cualquier otra persona. —Natasha había dado en el blanco, lo pudo ver en los ojos del soldado.

—No sé quién es Steve —Bucky avanzó hacia Natasha— Y no deberías estar aquí, quiero estar solo. Vete.

—Bucky po..

—¡Mi nombre no es Bucky! —El soldado alcanzó a Natasha y ella retrocedió hasta chocar contra la puerta.

—Sabes muy bien quien es Steve, ¿por qué huyes de él? Él no quiere lastimarte, sólo quiere encontrar a su amigo. —Ella nunca lo admitiría pero tener tan cerca al soldado la hacía sentir muy extraña. Había algo acerca de su brazo de metal que lo hacía realmente atractivo. A pesar de que era eso mismo lo que lo convertía en una maquina asesina.

Bucky la miró de arriba abajo y pudo notar como ella se estremeció. Tal vez las mujeres habían cambiado mucho desde su época, pero seguían reaccionando igual ante la cercanía de un hombre. Eso le gustó.

—¿Por qué tiemblas Natasha? —Bucky se acercó aun más a ella. Divertido de ver como ella intentaba disimular lo que le ocurría.

—No te confundas Soldadito del invierno, yo jamás podría tener algo con el hombre que me disparó en Odessa.

Huyendo del destino (One shot previo a Demons)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora