Él estaba demasiado excitado para ir con calma. Hizo que ella se tirara sobre su estómago y repitió lo que ella le había hecho, deteniéndose varias veces a acariciar sus senos con las manos y besarla.
Pronto se dio cuenta que ella estaba lista y ansiosa por que él la penetrara, aun así decidió seguir acariciándola.
Ella sentó encarándolo, suplicándole con la mirada. Él aprovechó el momento y comenzó a lamer sus pezones, uno a la vez, mientras que con ambas manos sujetaba sus cálidos pechos. Siguió torturándola, lamiendo y mordisqueando sus pezones hasta que sus gemidos ahogaron cualquier otro sonido. Entonces el comenzó a bajar, lamiendo todo su camino hasta llegar a su clitoris. Él sabia como ella amaba que le lamiera esa pequeña protuberancia, así que se aprovechó de ello, mientras sus manos recorrian su estomago y muslos.