Sus besos comenzaron a aumentar en intensidad. Él ya había olvidado lo que lo mantenía distraído, y solo podía pensar en ella.
Con timidez, ella comenzó a besar su cuello. Pequeños besos que hacían que él se sintiera como en las nubes.
Lentamente, ella trazó un camino desde el punto donde el cuello se une al hombro hasta detrás de la oreja y de vuelta con sus besos.
Él comenzó a gemir, y sus gemidos le dieron a ella valor para ir mas allá.
Llegó hasta su oreja y mordisqueo suavemente su lóbulo, mientras que con sus dedos repasaba el camino que habían descrito sus labios.