Capitulo 1. Inocencia

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Mi mamá, la persona a la cual le debo todo me contó el por que de esas incontables e incomodas miradas sobre mi persona cada que salía. Esa fecha la recuerdo muy bien a pesar de todo el tiempo que ha pasado.

*| Tercer año - Jardin de Niños |*

El día mas esperado para un pequeño pecoso que iba a despertar a su mamá habia llegado. Por circunstancias las cuales desconocia no puedo entrar en el segundo año, igual su madre sabia que su pequeño iba a poder adaptarse rapidamente al nuevo entorno.

No podia dejar de dar leves saltitos, inclusive cuando aun no salian de la casa. Se arregló con un poco de ayuda para que no fuera a arrugar la ropa, puso su pequeña lonchera sobre su hombro y acomodó un poco su cabello mientras le decían que debía comportarse y que no dudara en acudir a su profesora sí algo pasaba, cosa que el pecoso con manchitas adornando sutilmente su rostro prometió mientras asentía emocionado.

Estaban cerca y el niño que miraba a travez del auto empezaba a visualizar más niños y niñas que iban en la misma dirección, los cuales, posiblemente, serían sus compañeros. Pensar en ello hacía que no pudiera dejar de sonreir por el cristal.

A su corta edad, tenia en cuenta que su mamá junto con él tenian dos tonos de piel. Decía en ocasiones que juntos eran dos mundos pequeños en uno muy grande. A veces, se entretenia delineando lo mejor que podia las manchas de su mano izquierda y parte del antebrazo, diciendo que eran lugares en donde personitas muy pequeñas vivian en paz. A su madre eso la enternecia mucho haciendo que siempre le siguiera ese lindo juego.

Cuando bajaron, tomó la mano de la mayor para dirigirse a la entrada del lugar, mismo que ahora acudiria casi a diario. Su mamá lo despidió con un beso en la mejilla y un tierno abrazo. Subió al auto viendo a travez de la ventana como su pequeño ángel iba de la mano de una profesora. Lo miró por última vez antes de empezar el recorrido al trabajo.

Mientras tanto, la profesora le indicaba al niño cual sería su salón cuando se encontraban solo a unos metros de distancia. Agradeció con una reverencia como me había enseñado su madre y se dirigió al lugar indicado. Antes de entrar, pudo visualizar por la baja ventana al lado de la puerta lo colorido que era el lugar por dentro. Había peluches pequeños en los estantes de las paredes las cuales también tenían dibujos pegados irregularmente, y lo más importante, para él, niños y niñas hablando eufórica y emocionadamente con otros, haciendo ademanes como cualquiera de su edad, no lograba aún quitarse de la cabeza el hecho de que alguno de ellos, por lo menos uno, sería su amigo.

Se atrevió a empujar con una mano la puerta frente a él, abriendola lentamente. Cuando entró por completo pudo ver con más claridad lo grande que era el lugar, pero eso no fue lo que más sorprendió ya que eso se lo esperaba, sin embargo, la reacción de los que se encontraban ahí no fue exactamente la que visualizó en su mente.

Silencio. Era lo que se podía percibir entre esas cuatro paredes llenas de color. Pensaba que tal vez había azotado la puerta y había ocasionado un ruido fuerte o que tal vez habia sucedido cualquier otra cosa como para que tuvieran la vista fija en él.

Su pequeño cuerpo no reaccionaba ante las miradas que yacían clavadas en su ser, sus manos se aferraban a la cinta de su lonchera mientras que sus ojos buscaban algo o alguien que lo salvara de aquella incomoda situación. Él no era tímido naturalmente ya que siempre se vió rodeado de situaciones con personas alegres sacando a cada momento temas de conversación agradables, pero situaciones tensas y serias como esas se tornaban dificiles e inclusive imposibles de enfrentar.

Respiro hondo dispuesto a saludar a los presentes pero una voz femenina interrumpio la suya. La entrada de la profesora fue como una brisa fresca que se llevo toda aquella tensión trayendo consigo un ambiente relajado y divertido, justo como lo habia visto antes de entrar. La mayor saludo a sus alumnos y poso una mano en la espalda del pequeño para llevarlo al centro y frente del salón. Dijo unas cuántas cosas e incitó al menor que se presentara ante los demás diciendo algo que le gustara hacer.

| No me mires | -Tsukkiyama-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora