PRÓLOGO

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Mierda —murmuró Kyungsoo en voz baja mientras observaba al hombre encadenado a la pared de la habitación de al lado.

Cada vez que entraba en la sala de observación se deprimía, pero no podía evitar entrar en ella. Él sabía que él no podía verlo a través del cristal y sin embargo parecía que lo miraba directamente. Su mirada bajo a su pecho desnudo, los músculos de su físico estaban muy bien definidos. Sus grandes bíceps estaban sujetos por cadenas y la rabia era evidente en su rostro, mientras luchaba contra ellas. El sentía simpatía y compasión por él. La agresividad que mostraba era normal ya que había sido despojado de su libertad y de su dignidad.

Su mano se levantó para tocar el marco de madera que rodeaba el cristal. Deseaba poder calmarle y demostrarle que había alguien que se preocupaba por él. Pero lo que más deseaba, era sacarle de la prisión infernal que lo contenía. Se merecía ser libre.

Un movimiento en la esquina de la habitación desvió su atención lejos del hombre al que perseguía durante el día y que llenaba sus pensamientos de noche. El miedo hizo que su corazón se acelerase cuando un técnico entró en la habitación. Lee Seungri era uno de los monstruos más insensibles que trabajaban para Industrias SM. Él realmente disfrutaba del dolor de las pruebas que ejercía sobre los sujetos.

Estaba seguro de que esta vez le haría las pruebas con crueldad. Un mes antes, el hombre encadenado a la pared le había roto la nariz cuando Seungri se había acercado demasiado para realizarle una prueba en el codo.

Sabía que se lo había merecido. La contusión aún ensombrecía el rostro de Seungri mientras dirigía una sonrisa maligna hacia su víctima. Él planeaba ocasionarle mucho dolor con las pruebas.

Hola 416. —Se rió Seungri y fue un sonido desagradable. —He oído que has cabreado al doctor Daesung. Sabes lo que eso significa ¿verdad? — Seungri colocó una bolsa en la esquina de la mesa de examen. Lo hizo con un golpe fuerte. —Significa que tengo que hacerte algo que he deseado durante mucho tiempo. Hoy vas a sufrir. — Miró hacia la cámara de seguridad de la esquina e hizo con su mano un corte en su garganta.

Mierda, mierda, mierda. —Dijo Kyungsoo en voz baja mientras el pánico se apoderaba de él.

Había oído hablar de las torturas a las que sometían a los presos cuando realmente enfurecían a uno de los médicos. Seungri obviamente no quería que se grabara lo que había planeado para el 416. Tenía que ser muy malo.

Seungri ladeó la cabeza y siguió mirando hacia la cámara, luego sonrió antes de volver a mirar hacia el 416.

La cámara está apagada. No habrá ningún registro de esto. El doctor Daesung no sabe qué vas a tener un horrible accidente, monstruo. No debiste meterte conmigo. Debiste pensar en lo que te pasaría. —El cogió la bolsa que había llevado a la habitación. — Nadie me rompe la nariz y sigue con vida. Sabía que sólo era una cuestión de tiempo el que fueras castigado. Sólo espere mi momento. —Sacó una jeringuilla. — ¡Vas a morir hijo de puta!

Esto no puede estar pasando, pensó Kyungsoo. No había estado luchado continuamente en los dos últimos meses sólo para perderle ahora. Él había vivido con el temor constante de ser descubierto, pero el 416 le había dado fuerzas para continuar. Por él, Kyungsoo se había enfrentado a peligrosos riesgos con el fin de reunir las pruebas suficientes para liberarle a él y a los otros prisioneros.

De hecho, el medio esperaba que los guardias de seguridad vinieran a por el en cualquier momento. Estaba tan desesperado por recoger una prueba real de lo que ocurría en el centro de investigación que media hora antes había cometido una locura. Había robado la insignia de un médico para colarse en su oficina y descargar los archivos de su ordenador. Si la seguridad revisaba las cintas de vigilancia, estaría atrapado. Ellos lo detendrían inmediatamente y harían su destino tan sombrío como el del 416. Ambos estarían muertos al final del día.

FURIA #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora