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Las luces apagadas le daban un ambiente agradable a la sala de aquél departamento. El televisor encendido, puesto estratégicamente en TNT, estaba emocionado porque pasarían un maratón de películas animadas y todas le gustaban. Iban de big hero 6 hasta Cars. Y bueno, también enredados y la cenicienta. Era mentirá decir que a nuestro ángel de cabellos castaños no le gustaban esas películas.

En su mano derecha traía una cuchara mientras que en su abdomen había una gran bandeja de helado, de esas que son para compartir con toda tu familia, si es que quieres. De tres ricos sabores y de su marca favorita. En la mesita de centro habian otros dulces como galletas y gomitas, aunque también habian snacks salados que seguramente no iba a tocar, todo estaba planeado para esta noche.

Su rostro podría mostrarse desinteresado, pero la verdad es que no, estaba concentrado mirando aquella película que tantas veces había visto y no dejaba de sorprenderlo por las magníficas escenas de los paisajes, un gran dinosaurio era una de sus películas favoritas. Y sí, aún llora como si fuese la primera vez que que la ve.

Nadie podía arruinar esto, nisiquiera la suave lluvia que golpeaba el ventanal de la sala.

Tampoco los truenos.

Y mucho menos las pisadas que iban de un lado para otro en el pasillo.

Ugh, eso si le molestaba, debía admitirlo.

¿Quién salía a la mitad de la noche, con este frío y esa lluvia tan agradable -para el solamente- cayendo y mojando todo? No había respeto hacia nadie.

Frunció el ceño, subiendo un poco más el volumen, voces se hicieron presentes al igual que varios golpecitos y risas. Golpecitos para nada pequeños, y risas que de seguro asustarían a cualquier persona que estuviese durmiendo, Dios, altas ganas de morirse tenía.

Sus dudas fueron resueltas cuando escuchó el sonido de la tarjeta de seguridad abriendo la puerta. Supo que era su estúpido compañero de piso. Aunque bueno, debería decir "Su apuesto compañero se piso" como diría el peli rojo.

Decidió no prestarle atención, siguiendo con lo que hacía, parpadear, respirar y comer de su rico helado.

-¿Enserio estas viendo esa cosa otra vez, Hakkie? - Haknyeon rodo los ojos, notando como su compañero se quitaba la chaqueta y la dejaba tendida en el perchero, estaba empapada, y le daba tanta rabia esto. Incluso su mismisima presensia. Era irritante, un creído y un completo idiota. - ¿Acaso se te olvida que soy el dueño de este departamento y que podría echarte a la calle si se me da la gana?- Su voz sonó tan irritada, no le dirigió la mirada en ninguna de sus palabras. Y esto descolocaba al menor de ambos

-Y por favor, cuelga esa chaqueta en cualquier otro lado. - Bajó su vista hacia sus manos, jugó con la cuchara entre sus delgados dedos, haciendo pucheros. Todo a la espera de que Sunwoo abandonara la sala y se fuera a su habitación.

-No hace falta que te rebajes así, vamos. Mirame -¡¿Desde cuándo lo tenia tan cerca?!

Haknyeon pegó un salto por el susto, sus manos se aferraron a la bandeja entre ellas, listo por si el menor se atrevía a acercarse más de lo que ya estaba. Su pulso no era normal, y esto le molesta demasiado. No podia mirar la pantalla suspendida en la pared por culpa de la carota atravesada del menor.

-Sé que algunas veces puedo ser muy bruto, pero de verdad...- Su arma fue arrebatada descaradamente. Dejó de respirar por los segundos que el más alto estuvo callado.-Quisiera arreglar eso- Tenerlo así, tan cerca, le ponia nervioso.

Estaba 100% de que odiaba a Kim Sunwoo con toda su alma por todas las cosas que hacía, por no seguir el reglamento que se le inculcó antes de que se mudara, traer a sus amigos revoltosos a casa sin permiso. Eran tantas cosas que el pelirojo hacía, no podían ser contadas de manera simple.

Intentó retroceder, claro que lo hizo.

Pero su cabeza golpeó con el respaldo del sillón, dejándole sin escapatoria alguna, ese cuerpo posicionándose más cerca, algunas gotas de agua resbalando por su cabello rojo. Esos ojos penetrantes, oscuros. Tenia miedo, no sabía que le haria.

—¿A-Arreglar? N-No... No te-tendrias que hacerlo — Aun sabiendo que no podía escapar, su cuerpo se contraía cada vez más. Sunwoo estaba a centimetros insignificantes de su cara.

Olía muy bien a pesar de estar empapadado. Una rara combinación de perfume de mujer, uvas y licor.

—¿Uhmm?

Haknyeon tragó pesado, apartando el rostro, cerrando sus ojos con fuerza. Estaba rompiendo la primera regla de la lista, el contacto físico, se supone que no debía estar tan cerca de él, estaba violando su espacio personal.

—¿No te han dicho que tienes un bonito perfil?— ¿Porque susurraba? Sus manos comenzaron a temblar sin previo aviso. Estaba ahí, literalmente rozando la punta de su nariz con su mejilla, bajando descaradamente hasta su cuello. Como... Si estuviese olfateando.

Sunwoo rió por lo bajo, presionando su rostro en ese espacio, olía tan bien, vainilla y un toque de fresa.

El de cabellos castaños jadeó, queriendo empujar el cuerpo de Kim lejos. Pero mientras más lo intentaba, mientras más obligaba a sus brazos a moverse, estos no lo hacian. Se quedaban ahí, apretandose contra la camisa que cubría aquél torso levemente trabajado.

Y es que Sunwoo se estaba pasando de la raya, mandando por completo a la mierda la primera regla.

Haknyeon sentia como el músculo húmedo del mayor rozaba con su piel, escalofríos comenzaron a llegarle al cuerpo, al igual que esa conocida sensación en su vientre y entre pierna. Era todo un virgen, y claro, Sunwoo se estaba aprovechando de esto. Mordio aquella palida piel, tan suave y tan bonita. Estiró y chupó dejando castos besos al bajar un poco más hasta las clavículas casi al descubierto.

Sus ropas empapadas se pegaban a su cuerpo, era tan molesto, comenzaba a sentir calor y esto era malo. Aunque lo más probable es que el mayor salga corriendo y se esconda en su clóset hasta que las doce del dia se vieran en su reloj.

Pero para su sorpresa; Ju Haknyeon, el chico de cabellos castaños y personalidad extraña que nunca se dejaba tocar por otros, estaba jadeando tan dulce y bajito. Dejándose hacer, como su las cosas se le hubiesen esfumado por completo de la mente.

Y era raro. Tanto que se alejó, recibiendo una mirada llena de pena, mejillas como manzanas maduras, cabello castaño revuelto.

—Y entonces...—Volvió a inclinarse, o mas bien. A subirse encima del mayor. Tomando sus brazos con algo de fuerza, pero no la suficiente para lastimarlo. En esos ojos podia notar la vergüenza del momento. —¿Eres virgen, Haknyeon?— El nombrado abrió la boca, indignado por la pregunta. ¿Acaso no se notaba lo suficiente? Maldicion, iba a morir.

Su peso se sentía bien.

Negó con su cabeza en respuesta, mintiendo vilmente, mordiendo su labio inferior al tener esos ojos oscuros mirandole directo a los suyos, tal vomo si fuese a arrancárselos.

— Vamos a probar eso— Y lo siguiente que Haknyeon sintió, fueron los labios de Sunwoo sobre los suyos.

。†.爸 ↭ SunHakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora