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Sus manos se habían instalado en los muslos del mayor, haciendo un afán algo fallido para cargarlo, incluso hizo que enredara sus piernas en su cintura para que no cayera de lleno en el suelo y se diera un mal golpe que arruinara todo. ¿Y cuál era la razón para esto? Bueno, según Sunwoo, sería más cómodo estar en su habitación. Odiaba tener sexo en los sillones porque sentia que no podia follarse a su acompañante con libertad. Mientras que Haknyeon estaba literalmente rogando para que se quedarán ahí, porque él estaba cómodo.

Aunque claro, admitía que sentir el peso de aquél cuerpo más grueso le gustaba en sobremanera.

Los esponjosos y rojizos labios de Sunwoo atrapaban la piel de su cuello junto con sus dientes, siendo completamente excitante, pequeños gemidos salían de su boca, sabía que le dejaria marcas por la fuerza ejercida de sus mordidas, pero no le molestaba, al fin y al cabo sería una buena prueba para cuando le dijiera a sus amigos que por fin perdió la maldita virginidad.

Sunwoo dejó salir un suspiro, aunque más que un suspiro, fue un gruñido. Se sentía desesperado, la piel del pelirosa era tan suave, tersa, como la piel de bebé. El aroma de vainilla y fresas seguía presente, aunque un poco alejado. Le gustaba tener su rostro cerca de aquella zona.

Sus labios presionaron en las claviculas marcadas del menor, dejando luego una fuerte mordida, chupó la zona como si se tratara de un dulce, el cual era adictivo, con el azúcar suficiente para volverlo loco.

La ventaja de estar en su habitación era que tenía los condones y el lubricante en las gavetas. Podía ser un idiota, él lo reconocía, pero era una persona ordenada y sabía que debia ser cuidadoso si de una primera vez se trataba. Eh, si, esta no es su primera experiencia desvirgando a alguien. Debía admitir que se sentía demasiado bien, y bueno, aprovecharía cada segundo que su pene estaría enterrado en ese bonito culo.

Sin pensar, llegó una de sus manos hasta el mismo, apretando con fuerza una de esas nalgas, luego acariciando. Deleitándose de los quejidos del mayor. Ers suave y esponjoso. Todo lo que cualquiera pudiese querer en una persona. Porque bueno, debía admitir que Haknyeon era su tipo; delgado, alto pero no tanto, palido y sobre todo, un completo pasivo.

-Necesito probarte ya- Susurró cuando sus rostros estuvieron a la misma altura, sobre sus labios, mirándole directamente a los ojos, inspeccionado su alma y más allá de ella. Haknyeon abrió su boca para decir algo, pero no podía, nada salía de ahí, sólo suspiros y gemiditos, queria callarse, no le gustaba escucharse. Sunwoo sonrió travieso. Inclinandose por completo para atrapar esos bonitos labios, formando un beso salvaje y deseoso, caliente, en donde sus lenguas volvían a encontrarse, sintiendo el sabor y la suavidad de cada una.

Ju sentía como su músculo húmedo se gritaba una y otra vez contra una superficie igual de escurridiza. No podía evitar gemir bajito, incluso estaba subiendo sus manos por el cuerpo contrario. Tocando ese abdomen levemente marcado, llegando hasta el pecho igual de formado, hasta sus hombros, los cuales rodeó con sus brazos.

-P-Por fa-favor... Su-Sun...Woo- Dijo entre ese beso, el cual se tornó un tanto más suave. En donde él intentaba tomar el control. Pero era imposible, y más si Sunwoo le abandonaba para mirarlo descaradamente a los ojos nuevamente. Haknyeon respiró con fuerza, sintiendo como lagrimas querían escapar de sus ojos.

Se acercaba un berrinche, y ni siquiera entendía la razón de eso.

El menor bufó, olvidando que estaba tratando con un niñito impaciente. Estiró su cuerpo para así tomar las cosas de la gaveta, pera luego sostenerse en sus rodillas entre las piernas de Haknyeon, rozando de la vista. Las pequeñas manos del peli castaño estaban aferradas a las almohadas, sus cabellos esparcidos por su rostro. Todo un desastre, un bonito desastre.

。†.爸 ↭ SunHakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora