Capítulo 1.

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Nunca he sido una corredora nata, pero en ese momento parecía todo lo contrario. Iba hacia un bosque, en la aldea no había nadie, de pronto alcancé a divisar antorchas y un señor con barba que gritaba algo, pero lo que decía no alcanzaba a llegar a mis oídos. Pensé que al estar cada vez más cerca mi corazón dejaría de acelerarse, pero no era así, cuanto más descubría, más miedo sentía.

El aire fresco avecinaba una tormenta, al igual que el precioso olor a tierra húmeda. Empujaba a la gente para llegar más rápido, mis pies empezaban a doler y sangrar por las astillas que me había encajado, me faltaba la respiración y empezaba a sofocarme, pero no era importante, o al menos no en ese momento. Llegué frente al más terrorífico acto que cualquiera pudiera presenciar. Una muerte.

Sentí todo mi peso caer sobre mi hombro izquierdo y desperté. Me quejé y luego vi a mi amiga asomarse desde la cama con ojos de preocupación.

-Perdón- Me dijo en un suspiro de alivio- No quería tirarte- sonrió como disculpa- pero...-

-Estaba teniendo una pesadilla, lo sé- Dije mientras me levantaba del suelo para volver a acostarme en la cama.

-Me preocupas- Ella era bastante supersticiosa, así que empezó a buscar algo en un libro de sueños, aunque ella sabía que yo no creía en esas cosas.

-No empecemos, Denisse- Le arrebaté el libro y lo dejé a un lado- Me traumas con tus cosas, mejor ya duérmete- Le aventé un almohada, Den se rio y se recostó en la angosta cama.

*****

Nos despertó el sabroso olor a los panques que hacia la señora Miller, madre de Denisse. Bajamos aun en pijamas y nos sentamos en el comedor. La señora Miller me dedicó una sonrisa mientras Denisse buscaba miel y algunas frutas. La señora Miller era amable pero de pocas palabras, Den era todo lo contrario, no la podías callar.

Había llegado a pensar que Den no era hija biológica de la señora Miller, ya que ella era blanca, de cabello lacio, color avellana y ojos azules. Mientras que Denisse era morena, de cabello rizado, color oscuro al igual que sus enormes ojos.

Al terminar de desayunar subí a bañarme, en toda la noche no había podido quitarme esa sensación de tierra en los pies debido al sueño, pero esperaba que una ducha me ayudara.

Al salir del baño, envuelta en una toalla color menta, vi a Denisse sentada en la orilla de la cama, con el cabello cubriéndole toda la cara.

-Den...- Dije recargándome en el umbral de la puerta.

-Ya sé lo que soñaste ayer- Me dijo levantando su cabeza y regalándome una sorpresiva sonrisa.

-¿Estas bien?- Le pregunté confundida -Hace unos minutos parecías la niña del aro y ahora eres como dora la exploradora- Den se rio.

-Solo intento ayudar, me quedé preocupada anoche, noté que casi no pudiste dormir. Aunque no descifré nada, estoy segura que lo haré pronto- Denisse estaba segura que ella podía viajar de manera astral y hasta decía que todos teníamos la capacidad para lograrlo.

-Escucha, Den, no tienes que hacerlo, para ser sincera no quiero saber de ello- Siempre he creído que si las cosas son malas es mejor saber menos.

-Pero yo sí, la curiosidad no matara a Denisse Miller- Rodeé los ojos y un claxon se escuchó abajo.

Era mi padre, quien me esperaba en su troca color negra, me subí y lo saludé. Agité la mano en forma de despedida hacia Denisse y mi padre agradeció con un gesto para después encender la troca.

-¿Cómo te fue?- Pregunto mi padre sin apartar la vista del camino.

-Bien- Respondí- Denisse me tuvo despierta hasta muy tarde, pero platicamos muchísimas cosas- Estaba más que claro que ni yo le contaría más, ni él preguntaría. Las cosas con él siempre eran así y era algo que a veces agradecía.

AlexanderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora