Capítulo 8.

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Mi decisión estaba tomada por el bien de Paola, de mis demás amigas, del propio Alexander y hasta de mí misma no podía permitir que mis verdaderos sentimientos quedaran al descubierto.

-¿No vas a responder?- Inquirió Alexander, había algo en su voz que me hacía saber que estaba molesto.

-Lo de ayer fue un error- Dije sin más y aquello sonó más frio de lo que yo creí.

Alexander negó con la cabeza y soltó un bufido incrédulo.

-¿Me lo estás diciendo en serio, Sophia?- Odiaba que me llamaran así - Entonces explícame porque demonios me besaste ayer- Xander comenzó a elevar el tono de voz- Explícame porque tu beso se sintió de esa manera- Sin que yo lo esperara Alexander se levantó del sillón y se puso frente a mí de cuclillas y mirándome a los ojos.

Dios, ojala nunca hubiera hecho eso. A la distancia era algo que no pude ver, pero ahora que Alexander estaba frente a mí pude observar sus ojos inundados, a punto de soltar la primera lágrima.

Me partió el corazón, pero me imagino que yo estaba destrozando el suyo.

-Yo solo me deje llevar- Dije bajando la vista a mis manos.

-Eso no es cierto- Dijo poniéndose de pie rápidamente y girándose para darme la espalda mientras ponía las manos en su nuca.

-Lo es- Dije rápidamente.

-No lo es- Dijo en un grito- No puedes si quiera decírmelo mirándome a los ojos ¿Quieres que te crea?-

Me puse de pie sabiendo que lo que con lo que hacía estaría lastimándonos a ambos.

-No te quiero, Alexander- Dije poniéndome frente a él y mirándolo a los ojos, aunque eso implicaba mirar hacia arriba ya que él era bastante más alto que yo. Alexander se quedó con la mirada perdida en algún punto de la pared detrás mío- O al menos no de esa manera, eres mi amigo y...-

-No me vengas con eso- Dijo molesto- Yo sé que no es cierto- Dijo en un tono bajo mientras ponía sus manos delicadamente alrededor de mi rostro. Cuando sus ojos conectaron con los míos empecé a sentir de nuevo aquello de la clase de matemáticas, y sabía que si permitía que me besara seria peor. Comenzaba a escuchar mi corazón, los ojos de Alexander me resultaban realmente hipnóticos, se había empezado a acercar a mis labios, pero pude reaccionar a tiempo.

-Tienes que aceptar las cosas como son- Dije apartando sus manos de mi rostro, Alexander me miro incrédulo.

-Yo sé que mientes- Me tomó de la mano buscando en mis ojos alguna señal de esperanza, pero le dedique una mirada tan fría que dejo de hacerlo después de unos segundos- Entiendo- Dijo soltándome la mano.

-Tengo que irme- Le dije en un susurro pero aún así me quede unos segundos mirándolo, pero al igual que antes, su mirada había vuelto a perderse y ni si quiera se percató del momento en que me di la media vuelta y salí de su casa.

Me vi obligada a aguantar las lágrimas hasta que llegue a la casa y subí rápidamente hasta mi cuarto. Le puse el seguro a la puerta, no quería que mi hermano o mi mamá me vieran llorar.

No alcance si quiera a dar otro paso más, la tristeza me había inundado rápidamente. Me senté en el suelo con la espalda apoyada en la puerta y simplemente llore, llore de verdad, como no lo había hecho en mucho tiempo.

No sabía si en otro momento de mi vida me había sentido justo como estaba sintiéndome ahora.

Era terrible estar lastimada, pero era aún peor lastimar a alguien a quien realmente amabas. Porque así era. No importaba cuanto tiempo tenia conviviendo realmente con Alexander. Era el primer chico que me había gustado, desde que era el niño antipático con el que ni si quiera había cruzado palabra. Y después de verlo de nuevo, de estar con él, de platicar con él, de besarlo, el sentimiento había crecido. Yo estaba totalmente enamorada de Alexander Mikaelson.

***

Me arrepentí de haber llorado tanto a la mañana siguiente, me mire al espejo y tenía los ojos rojos e hinchados. Ni si quiera quería ir a la escuela, pero sabía que no me quedaba de otra, aunque no sabía que haría cuando viera a Alexander.

Después de ponerme hielo durante unos minutos la inflamación bajo un poco y decidí maquillarme para tapar las rojeces.

Apenas pude tomarme un vaso de agua, mi estómago en realidad no estaba dispuesto a recibir nada más.

Después de recibir un regaño por parte de mi madre por no haber comido bien, me fui a la escuela.

-¿Alguna ocasión especial?- Preguntó Stela en cuanto me senté a su lado. Al principio creí que le preguntaba a otra persona, pero después sentí las miradas sobre mí.

-Amm, no- Dije un poco titubeante- ¿Por qué?-

-Dah, porque te maquillaste- Dijo Paola- ¿Estas tratando de hacerme competencia?- Dijo en broma.

-Nadie además de Vicky puede hacerte competencia- Le dije entre risas- Además, según yo no se nota tanto-

-Claro que se nota- Dijo Alexander de mala gana y me miró de la misma manera. Las demás intercambiaron miradas, claro que se habían dado cuenta.

-Pero te queda increíble- Dijo Fanny salvando el día.

-De hecho aún no- Dijo Vicky- Traigo un labial que te quedaría perfecto- Y acto seguido sacó un cilindro dorado de su mochila.

-Confió en tu buen gusto- Dije antes de dejar que ella misma me aplicara el labial, el cual era de un color carmín.

Durante las primeras horas me lamente por no haber desayunado, mi estómago empezaba a rugir y aunque suponía que nadie lo escuchaba no pude evitar sentirme avergonzada.

Afortunadamente el profesor de filosofía nos había dado la clase libre. Era un profesor despreocupado y a veces nos dejaba la hora libre para él poder dormir en la sala de maestros.

Apenas me enteré de ello tome a Den de la mano y corrí hasta la cafetería. Durante el camino le conté de lo de Alexander.

-¿Estas segura que no te gusta?- Preguntó mi mejor amiga aún incrédula.

-Estoy segura- Dije en un tono serio tratando de ser lo más convincente posible.

Fuimos las primeras en llegar a nuestra mesa y después de un tiempo llegaron los demás.

-Me podría casar con el señor James- Dijo Karina.

-Eso es asqueroso, es un viejo- Dijo Karen.

-Sería asqueroso...tú sabes- Dijo Fanny

-Un viejo que duerme mucho, no creo que aun pueda- Dijo Stela guiñando un ojo a lo que todos reímos.

-Olvídenlo, no lo quiero averiguar- Dijo Karina.

-Hola chicas- En cuanto escuché aquella voz levante la mirada. Todos los ojos se dirigieron hacia mí.

-Logan- Dijo Vicky, tratando de borrar la incomodidad.

-El chico ha vuelto- Dijo Peter mientras rodeaba masculinamente el hombro de Logan.

Logan ahora lucía más fornido y tenía una prominente mandíbula, pero además de eso, no había otro tipo de cambio, su cabello negro llevaba el mismo corte, a pesar de que se había ido a Arizona, no estaba nada bronceado, conservaba su piel de color leche y sus ojos azules seguían siendo intensos.

-¿Te quedaras ahí observándome o me darás un abrazo?- Dijo Logan extendiendo sus brazos para que yo me levantase y fuera hasta ellos.

Dirigí instintivamente mis ojos hacia Alexander, quien estaba regalándome una mirada de reproche.

AlexanderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora