Capítulo II: Hortensias

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1 de enero del 2020

Sentía mi cuerpo pesado, no es algo que piense en un intento por ser profunda ante el mundo, sólo que literalmente no podía moverme, pues tomando en cuenta que con suerte puedo sostener una pesa con casi nulas posibilidades de ser levantada, y a eso le sumamos que consto de un peso de 46 kilos; tenía a un ser humano con un peso de al menos unos 56 kilos encima mío.

-Ya quítate, ¿no?- Dije con una voz débil que reflejaba el poco aire que me quedaba.

-No hasta que dejes de estar en cama haciendo nada- Dijo desafiante la hermanastra más estorbosa que he conocido.

-¿Cómo quieres que me levante si estás encima mío?

-Ese es un buen punto...- Dijo haciendo una pausa para suspirar y levantarse -...Bien, levántate- añadió con los brazos cruzados.

-Nata, estás un poco estresante hoy- Dije mientras me levantaba con un poco de confusión ante el mundo.

-Esta mañana vi a Mía salir de tu cuarto...-Dijo haciendo una pausa para darme el desayuno -...Mira, no me importa que se traigan ustedes dos, pero sabes que no soporto a Mía- añadió seriamente con una mirada no muy amigable.

-Entonces, ¿para qué la invitaste a la fiesta de fin de año?

-No la invité, Juan la trajo- respondió con fastidio.

Me sorprendió escuchar eso, no pensé que la comunicación entre mi padrastro y Mía hubiera vuelto a la normalidad después de lo que dijo mamá.

-Hablando de eso, ¿Por qué invitaste a Juan?

-Me lo encontré la vez pasada en un bar, en cuanto lo vi supe que algo andaba mal, su actitud de sobrado estaba por el piso, incluso cuando tomaba se podía ver tristeza en su rostro.

-Así que te dio lastima y lo invitaste- Dije con un tono aburrido y directo.

-No lo digas así.
-¿Miento?- Pregunté.
-Es parte de la familia, ayudó mucho a Héctor ¿Sabes?
-¿Te agrada mi papá?
-Héctor fue como un papá para mi- Dijo nostálgica.

Es cierto, jamás pregunté por qué se fue de la casa, pensé que había tenido una disputa con mi papá, pero....

-Nata, ¿Por qué te fuiste de casa?
-Tenía que irme en algún momento, independizarme.

Mintió.

-Vaya que lo planeaste bien para irte unos meses después de cumplir 18- Dije para seguirle la corriente.

-Si trabajas duro puedes lograrlo ¿No?. Además a veces mi abuela me ayuda con unos gastos, así que algún día se lo pagaré bien.

Sonreí. No podía obligarla a decir la verdadera razón por la que se fue de casa tan repentinamente, pero sabía que lo que decía tenía algo de verdad, ella era realmente admirable.

-¿Cómo está la Señora María?- Pregunté para seguir viendola feliz hablando de su abuela.

-Ella está bien, y últimamente la veo más alegre, no sé por qué- Dijo con una mirada bastante tonta, pero bonita.

Ella no se da cuenta que la felicidad de la Señora María es por ella misma; se siente afortunada de tener una nieta como ella, y el sentimiento es mutuo.

-Ahora deja de holgazanear, y levantate- Dijo cambiando su expresión completamente a una desafiante.

Reí.

-¿De qué te ríes?, hazme caso- Dijo molesta.

-Bien, después de terminar el desayuno.

Me sentía confundía por muchas cosas, pero estaba segura de una cosa; me hace feliz estar contigo.

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