Prefacio parte 3

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10.- Ademas de los premios que recibió y a los cuales ya me he referido, vale la pena destacar algunos otros: México lo distinguió con los máximos honores que confiere: miembro de El Colegio Nacional, el Premio Nacional de Filosofía y la medalla Belisario Dominguez. A ellos se suman muchos otros, tales como: Catedrático honorario fundador de la Facultad de Humanidades de la Universidad de San Carlos de Guatemala, profesor honorario de Facultad de Derecho de la Universidad Mayor de San marcos de Lima, presidente honorario de la Sociedad Mexicana de Filosofia, premio Elías Sourasky de Ciencias, premio anual a Derecho Jorge Sanchez Cordero.

11.- Me refiero ahora a don Eduardo García-Máynez, al ser humano, a algunas fases personales de este hombre excepcional. Como todo hombre verdaderamente inteligente fue modesto. Le disgustaba que lo lisonjearan. Se conocía bien a si mismo y ello le brindaba equilibrio interno. Las siguientes palabras lo dibujan muy bien:

".... nunca me he sentido un maestro, ni he tratado de formar discípulos, aun cuando por mis aulas hayan pasado tantos jóvenes. Creó, en efecto, que únicamente soy, y solo he querido ser, durante mis largos años de vida universitaria, un inquietante y tenaz estudiante...."

El maestro fue un hombre muy educado y amable, quienes nos acercamos a él para hacerle consultas de la más diversa índole, siempre lo encontramos dispuesto a escucharnos y a orientarnos. Ciertamente a veces parecía distante y hosco, pero ello se debía a que tenia una personalidad recia y un carácter fuerte, y como estaba precedido de una fama de sabio bien ganada y cierta, imponía, y no todos las estudiantes tenían el valor de abordarlo, pero aquellos que lo hicimos encontramos un ser humano sencillo, generoso y cordial.

Transcurridos los años, tuve el especial privilegio de tratarlo de cerca y de comer con él y con don Fernando Flores Garcia; a veces también nos acompaño don Héctor Fix- Zamundio, mi querido maestro y amigo. Fueron veladas deliciosas que mucho disfruté; platicamos de las actualidades internacionales y nacionales, de libros, de cine pero especialmente de la Universidad Nacional, eran tiempos muy difíciles para la casa de Estudios y don Eduardo estaba muy preocupado y afligido. En los largos años en los cuales me desempeñé como funcionario universitario, cuantas veces recurrí a él para un consejo o para una opinión, siempre lo encontré dispuesto a colaborar con su Universidad y conmigo.

Regreso a la evocación de esas comidas para decir que en ellas me percaté de que tenia un fino sentido del humor y una risa franca. ¡Cómo goce esas horas juntos! También me di cuenta de que le gustaba disfrutar una buena mesa.

Entre sus aficiones más apreciadas la música clásica, la ópera, el cine y la literatura, especialmente la francesa. También le agradaba viajar y lo hizo mucho por razones de trabajo; asimismo, realizo viajes de placer con su esposa, especialmente a Europa, y era incansable para visitar todo aquello que representaba la cultura de esos países y esas ciudades.

Entre sus amigos más cercanos se puede contar a don Christian ortega, don Juan Olaguíbil, don Antonio y don Alfonso Caso, don Mario de la Cueva, don José Vasconcelos, Frida Kahlo, don Luis Recanséns Siches, don Eduardo Couture, don Joaquin y don Ramón Xirau, don Fenando Flores Garcia, don Bernabé Navarro, don Rafael Moreno.

Su ambiente familiar fue tranquilo y sereno; su señora siempre lo respaldó y lo ayudó a resolver los problemas prácticos que se presentan en cualquier hogar.

Fue un hombre que llevo una vida ordenada; gozo de muy buena salud hasta unos años antes de morir. Como todo ser humano tuvo dolores y fuertes contrariedades, aflicciones y penas profundas, como la pérdida de su hijo primogénito, pero tuvo también muchas, pero muchas satisfacciones en su espléndida y luminosa carrera académica y universitaria, como intelectual y humanista.

Fue fiel a su vocación y trabajo con fervor en lo que más le gustaba. En una ocasión  alguien le comento "maestro, trabaja usted demasiado y arduamente, realiza demasiados esfuerzos al dedicar tantas horas al estudio".

Don Eduardo contestó, palabra más, palabras menos: "no realizo ningún esfuerzo porque mi trabajo me proporciona placer". 

Fue realmente una vida plena. Una estrella que brilló y brilla. Está con nosotros a través de su obra monumental. El mejor y más importante homenaje que cotidianamente recibe es que se le continúa leyendo y estudiando.

Falleció apaciblemente el 2 de septiembre de 1993, a los 85 años.

12.- Estudiante, tú que comienzas a hojear este libro clásico del Derecho, tú que verificarás lo útil que te va a ser, lo claro y sencillo de su redacción y lo profundo de su pensamiento, recuerda que el maestro Garcia-Máynez lo escribió para los alumnos, para personas como tu.

Es muy probable que sientas la inquietud y la inclinación por continuar leyendo obras del maestro. Muy provechoso te seria el estudio de su Ética; posteriormente, podrías leer algunos de sus libros de creación, en los cuales mostró su maestría científica, como sus cuatro obras sobre la lógica jurídica. Si quieres gozar del rigor científico, del brío académico, aunado a la belleza, los tres tomos sobre la justicia en los diálogos de Platón te satisfarían plenamente

La fructífera vida de don Eduardo Garcia-Máynez nos dejo múltiples enseñanzas: nada substituye el esfuerzo personal en esta existencia durante la cual siempre continuamos siento un estudiante; cualquier labor hay que realizarla con máximo de nuestras capacidades

Y hoy, a cincuenta y ocho años que se publico la primera edición de Introducción Al Estudio Del Derecho, del maestro Eduardo Garcia-Máynez, somos muchos los que festejamos su aniversario de oro: las cincuenta ediciones, hecho insólito en la literatura jurídica de América Latina; celebramos ese hermoso acontecimiento y a su ilustre creador: don Eduardo Garcia-Máynez. Somos muchos los que rendimos homenaje al investigador, al maestro, al creador de instituciones, al universitario, al jurista, al filósofo, al hombre, pero, especialmente y sobre todo, al humanista. ¡Qué vivo se encuentra el pensamiento del maestro! ¡ Qué joven son sus principales teorías! ¡Qué inquietas resuenan sus ideas!

Resulta imposible no asociar en este homenaje al editor de este libro y de gran parte de la obra del maestro: la Editorial Porrúa, casa que tanto ha hecho por la cultura mexicana y a la cual, a sus fundadores y a sus diversos directores, los mexicanos y los latinoamericanos tanto les debemos

Don Eduardo Garcia-Máynez, maestro de generaciones y más generaciones, ¡presente!

Cuidad Universitaria del Pedregal, D.F., octubre de 1998

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⏰ Última actualización: May 30, 2020 ⏰

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Eduardo Garcia Maynez Introducción al estudio del derechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora