DÍA 18: Pintura mural o grafiti ilegal

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ALBA POV

Me tiro en la cama para descansar de la intensa clase de deporte que hemos hecho hoy y así hacer tiempo mientras Natalia se ducha para poder hacerlo yo. Desde esta mañana ya he visto la exagerada cantidad de mensajes de mi hermana y las notificaciones de instagram. No me quiero ni imaginar la conversación que se me viene encima a raíz de la foto que subí ayer con Natalia.

Decido no contestar de momento y dejarlo para más tarde porque ahora no me apetece aguantar los gritos que va a pegar cuando se entere del pequeño acuerdo al que hemos llegado.

Me quedo medio traspuesta en la cama hasta que oigo que Natalia termina y me meto en la ducha. La verdad es que hoy tengo bastante sueño, me he cansado más que los últimos días y me da rabia no haberme acostumbrado aún a madrugar. Soy una marmota, qué le voy a hacer. También he de decir en mi defensa que ayer hicimos doble sesión de deporte y eso se nota. Vale, pensar en Natalia y yo en la cama mientras me estoy duchando no es la mejor idea. Pongo el agua un poquito más fría y empiezo a cantar para alejar de mi mente esos recuerdos.

Una hora más tarde, estoy en la terraza intentando que me dé un poquito el sol cuando oigo una voz a mi espalda. Al girarme le sonrío al ver que sale fuera conmigo y me fijo en lo bien que le sienta el outfit que lleva: chándal gris con abdomen al aire. Qué poder tienen a veces las cosas sencillas.

– Ey, ¿qué haces?

– Viendo a los perritos pasar – respondo volviendo a girarme hacia la calle. – Ojalá me dejaran salir a pasear a Queen.

– Ponle un abriguito o algo que disimule e igual cuela – bromea colocándose a mi lado, apoyando los codos en el poyete y quedando así a mi misma altura.

Se distrae mirando uno de los perros a los que están paseando en nuestra calle y por un momento me quedo embobada mirando su perfil. Aún no me creo que alguien así haya querido acostarse conmigo. Mira qué mandíbula por favor, pienso al fijarme en esa línea de su cara que, si no fuera porque ya la he tocado, y lamido, podría jurar que corta.

– Hola bellas vecinas – la voz de Julia nos hace a las dos mirar hacia allí.

– ¿Qué tal Juls?

– Yo muy bien, de hecho, iba a escribiros ahora mismo, pero ya que estáis aquí os lo digo.

– A ver, ¿qué se te ha ocurrido ahora? – pregunto sonriendo y esperando cualquier cosa de nuestra amiga.

– He tenido una idea para un plan esta tarde.

– Tu imaginación es algo que me asombra y me da miedo por igual – bromea Natalia.

– Oye maldita, os quejaréis de lo amena que os estoy haciendo la cuarentena.

– Eso es verdad, yo no sé cómo se te ocurren tantos juegos y cosas para hacer.

– Pues tranquila que el de hoy os va a encantar. He pensado que esta tarde podríamos salir aquí a la terraza a jugar al twister – se pone a aplaudir a sí misma con ilusión.

– ¿Cómo al twister? – pregunto confusa. – Un poco difícil estando cada una en su casa, ¿no crees?

– Está todo pensado Albita, no te preocupes. Es que estábamos haciendo limpieza y hemos encontrado el juego olvidado en un armario, y Gonzalo y yo hemos dicho, ¿por qué no?

– Pues porque no podemos quedar, por ejemplo – recalca lo obvio Natalia.

– Ay que ya lo sé, qué pesadas. Mira, solo hace falta que vosotras tengáis un tablero y listo.

CuarentenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora