High flying birth

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Noel observaba como el cuerpo de su hermano cambiaba sutilmente, como se volvía cada vez más femenino, veía con inquietud como su vientre se abultaba de a poco.

A penas supuso de que se trataban las noticias se lo explicó a Liam con tanto nerviosismo, su hermano aún era un adolescente, uno bastante inocente y que a pesar de todo el drama conservaba un carácter infantil y pareció no comprenderlo, él solo había vivido encerrado y jamás había visto un parto o algún embarazo ya que era el menor de los hermanos.

- Hay una pequeña persona creciendo en tu interior. – concluyó de la forma más pedagógica posible ante la mirada de espanto del menor. – es tu hijo, tal cual como mamá nos tuvo a cada uno de nosotros. – Liam simplemente salió a caminar y a lanzar piedras a la laguna mientras procesaba todo aquello, caminó hasta el pueblo y observó a las mujeres que criaban a sus hijos, conversaban con los pequeños en sus brazos o sobre sus regazos, los bebés le recordaron a un monigote heredado con el que solía jugar y pensó que tener un hijo podría ser algo divertido.

Siguió recorriendo y pronto encontró lo que buscaba, la hermosa joven de la que estaba enamorado y que le correspondía gustosa agitando sus párpados, escondiendo y dejando ver sus ojos grisas bajo el rubio velo trenzado que cubría su cabeza.

- ¿has... has pensado en tener un hijo? – preguntó.

- Por supuesto, es mi mayor sueño. – dijo con algo de emoción en los ojos.

- ¿qué te perecería tener un hijo conmigo? – el rostro de la joven enrojeció y una sonrisa traviesa se dibujó en su rostro.

- Primero nos tenemos que casar. – Rio cubriendo su boca con el dorso de la mano muy graciosamente. – Para hacer un hijo tienes que pedir mi mano, de lo contrario es deshonor, me han dicho en casa. – luego besó la frente del de ojos azules y caminó con gracia alejándose y pensando en cosas prohibidas, en aquello que había visto hacer a sus padres mientras fingía que dormía.

Ninguno de los dos sabía que no tenían idea de lo que hablan, ninguno había entendido acerca de que se refería el otro.

El mayor fue con una mujer que a cambio de unas monedas le dio un manojo de hierbas selectas, volvió a casa, pudo a calentar agua en un cazo sobre la fogata que mantenía calefaccionada la pequeña choza en la que vivían y puso allí las hojas para crear la infusión y cuando llegó su hermanito se la ofreció en una jarra.

- Bébelo. – ordenó.

Liam se quemó un poquito el labio, pero lo hizo.

- Esta rico, ¿qué es? –

- Un té, te hará sentir mejor. –

- ¿Mejor?, pero yo no me siento mal hermanito. – afirmó mientras seguía bebiendo de bocaradas pequeñas, soplando y sorbiendo ruidosamente para no quemarse.

- Esa agua va a hacer que la cosa que tienes dentro deje de crecer.

- ¿va a ser un bebé pequeñito, pequeñito para siempre? – preguntó con asombro.

- Más o menos.

- ¿cómo así?

- Pues. – suspiró porque no lo quería decir. – Eso la va a matar y después tu cuerpo se deshará de ella.

- Liam apartó inmediatamente la taza de sí y limpió su lengua como si aquello limpiara su estomago y revirtiera todo lo que ya había bebido.

- ¿Por qué siempre eres tan malo conmigo?, yo quiero tener a mi hijo, he visto a las mujeres y no parecen ser infelices con ellos a su lado.

The last paradeWhere stories live. Discover now