Capítulo 3. Adiós Lucy.

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Las horas pasaron y todo el 5° Batallón nos habíamos quedado en el mismo lugar. Estábamos aguardando a los refuerzos para poder reanudar nuestra marcha hacia el punto al que nos dirigíamos antes de que nos emboscasen.

Junto a otros oficiales del 5° Batallón panzer hacíamos el recuento de perdidas amigas y enemigas y de supervivientes de ambos bandos.

Un oficial se acercó a mi y me dijo:

Mein kommandant, hemos terminado con el recuento -me dijo sosteniendo una lista entre sus manos-

Adelante, dígamelo -sabía que los números no me hiban a gustar-

Hemos perdido doce Panzers II, siete Panzers III, seis Panzers IV y quinientos ochenta y dos soldados -el oficial hizo una pequeña pausa para aclararse la voz- Los británicos, sin embargo, han sufrido más pérdidas. Todos sus vehículos han sido destruidos y sus soldados han muerto todos menos los que capturamos y alrededor de veinte o treinta que consiguieron batirse en retirada durante el bombardeo de los Stukas

Vale, retírese, organice a los soldados de su escuadrón -le respondí por fín tras unos segundos de silencio y suspirar pesadamente-

Poco después de eso escuché el sonido de motores de varios vehículos acercándose a nuestra posición. Ya desde lejos vimos que eran alemanes, camiones con infantería y algunas armas que me alegró ver.

Cuando los camiones llegaron a nuestra posición un oficial se acercó a mi y me dijo lo que tenían:

Guten tag, mein kommandant. -dijo haciendo un saludo militar-

Guten tag. -mi respuesta fué algo fría- ¿Que nos traen?

Dos mil hombres y cinco cañones Flak 37.

¿Cinco antiaéreos? -le pregunte bastante extrañado y frunciendo el ceño confundido-

No solo sirven para derribar aviones. Estos cañones son unas excelentes armas anticarro.

Bueno, de acuerdo, gracias por los refuerzos soldado -no estaba del todo seguro de aquello-

El Flak 37, un cañón antiaéreo de 88mm que terminó siendo uno de los símbolos más icónicos de la Segunda Guerra Mundial. Gracias a la increíble velocidad de sus proyectiles, el Flak 37 podía acabar con cualquier blindado de cualquier nación. Nada podía sobrevivir al disparo del 88, apodo que recibió el cañón por todas las naciones del mundo que entraron en el conflicto. Además, al ser originalmente un arma antiaérea, el 88 podía acabar con sus enemigos a distancias superiores incluso a los 5000 metros o más. Era temido por todo tanquista enemigo de los alemanes y fué la base para la creación de otros cañones con los que se equiparían a futuros blindados tales como el archiconocido carro de combate Tiger, pero eso es mucho más adelante.

 Era temido por todo tanquista enemigo de los alemanes y fué la base para la creación de otros cañones con los que se equiparían a futuros blindados tales como el archiconocido carro de combate Tiger, pero eso es mucho más adelante

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Tras una hora de la llegada de los refuerzos me encontraba hablando con todos los oficiales del 5° Batallón, pero entonces, Günther, se acercó corriendo a mí:

Entre placas de aceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora