〔Una Noche〕

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Is it just our bodies?
Are we both losing our minds?
Is the only reason you're holding me tonight.
'Cause we're scared to be lonely?

・。。・゜゜・゜・。。・゜・。。・

¿Son sólo nuestros cuerpos?
¿Estamos perdiendo la cabeza?
Es la única razón por la que me estás abrazando esta noche.
¿Es porque tenemos miedo de estar solos?


¿Es porque tenemos miedo de estar solos?

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Esa mañana estaban en un pequeño local de comida a las afueras de la ciudad, Horacio tomaba de su malteada de chocolate desde un sorbete y observaba algo expectante a su amigo, quien sentado frente a él tenía la mirada perdida en el pequeño remolino que formaba su café al girarlo.

Siendo honestos, Horacio no había visto así de serio y pensativo a su amigo en años. Antes de recogerlo esa mañana ya sentía algo raro en su voz cuando le llamó al teléfono y al verlo en persona sus sospechas se hicieron casi tangibles. No por algo habían pasado más de la mitad de su vida juntos como para no darse cuenta de que había algo que tenía a Gustabo tan jodidamente metido en sus pensamientos.

No estaba seguro sí comenzar la conversación y romper con ese extraño y pesado silencio que se había asentado entre ambos, pero de alguna manera, sabía que sólo tenía que esperar.

—Me acosté con el superintendente—exclamó Gustabo de repente. Así seco y simple, sin mirar a su compañero que ahora estaba con la quijada completamente abierta, sus ojos como dos platos.

—¿¡Qué tú qué?! —gritó Horacio sin poder dar crédito a lo que sus oídos habían escuchado.

Sí bien no era un secreto entre ambos el hecho de ninguno de los dos daba mucha importancia al sexo, género o lo que fuese en otro ser humano al momento de involucrarse con alguien. Y aunque tenían su lema de "No hay secretos entre nosotros", tampoco era como que se dijeran todas y cada una de las personas con las que se habían enrolado por una noche así que esto definitivamente también había descolocado a Horacio.

—¡Claro que me escuchaste, bobo! ¡Agh! —respondió con una clara expresión de fastidio.

—Jóvenes, disculpen. ¿Podrían no gritar en el establecimiento? —comentó amable una de las meseras al momento que les entregó un par de hamburguesas.

—Sí, disculpe —dijo Gustabo con una sonrisa y cuando la chica se fue, regresó la mirada a su amigo— Sólo sucedió, ¿bien?

—¿Cómo que sólo sucedió? ¿Cómo puede sólo suceder algo así con papá?

Gustabo sintió un escalofrío luego de la última palabra.

—Yo no me proyecto en ese sentido con el papu, eh.

【 FIRE 】GTA V SpainRPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora