Era una tarde que caía por la ventana en la medida en que los amantes acudían a encuentros casuales y un grupo de adolescentes se terminaban sus últimos refrescos de Cola en el Goldhen's Park.
Margot despierta, Margot despierta
A pesar de mis ojos cerrados, sentí un cosquilleo. Supe que Abril me acariciaba los pies helados. Tú medicación, me tarareaba. Helados porque nadie, absolutamente nadie fabricaría medias para alguien que se está convirtiendo minuto a minuto desde el otro lado del vidrio en un vegetal, pensé.
Aún así, mis instintos de mujer salvaje me llevaron a creer que la mejor opción era concentrarme en la suavidad de sus manos delgadas y maternales acariciando mis yemas entredormidas punta a punta, como para recordarme mi pisadas sobre la textura una baldosa fría y yo descalza, como una adolescente sin medias corriendo por la casa.
-Date la vuelta, te aplicaré los paños- mi iniciativa fue inmediata.
-Estoy marchita Abril. Marchita, agotada, cansada. Qué hubiera dado yo por estar ahora en la biblioteca registrando a nuevos socios, dando algunos libros sin compromiso y despachando otros. Por estar exhausta de acomodar los estantes, siempre tan patas para arriba y en uno de ellos encontrar una rosa marchita. Diría: "Es tan bella muriendo que parece menos reventada que yo misma".
- Regresarías a tu casa y luego te tomarías un refresco, atenderías a tu novio y...- el ritmo de su masaje era débil pero rítmico.
-Regresarías a tu casa, te tomarías un refresco, atenderías a tu novio y LE - agregué, rellenando el hueco de su silencio.
-Regresarías a tu casa y luego te tomarías un refresco, atenderías a tu novio y LE PEDIRÍAS- su voz acentuada era muy dulce
Este juego de palabras era precioso.
-Regresarías a tu casa y luego te tomarías un refresco, atenderías a tu novio y LE PEDIRÍAS UN- noté que la toalla ya húmeda comenzaba a descender por mis muslos.
-Regresarías a tu casa y luego te tomarías un refresco, atenderías a tu novio y LE PEDIRÍAS UN BUEN -
-POLVO- lo admito, fui muy bruta rompiendo el hielo.
Me encantaba su manera de aplicarle paños a mis ocurrencias. Reímos de una carcajada como dos idiotas.
-Te digo mi verdad, no cambiaría esta charla por un buen polvo de un tipo que se hace llamar mi novio, ni por un amante, ni por un refresco en el Goldhen's. Deberán atravesarme treinta espinas más hasta matarme.
-El tallo de una rosa, por más áspero que sea, puede tener espinas, agujas que si sienten tu acercamiento como una amenaza son capaces de herirte. Es lo más básico que cursé en Bioética I, sin embargo, luego de curar a tantas mujeres a causa del Alto Rosedal, es lo que más ha perdurado en mi memoria.
- Mira, enfermera, aquí en mi pecho las marcas parecen las rayas de las zebras. La cara la tengo intacta, me podrás babosear sin envenenarte en el intento. Désquitate con mis mejillas, los besos en mi clavícula no se verán muy sexys, el impacto contra el rosedal lo absorbió mi cuello. Hace tres meses que vivo por medio de una sonda a puré de zapallo y mi aspecto es el de un saco de patatas- mi discurso era muy acelerado y elocuente, temía desconcertarla- Y, por último, te advierto que tengo las muñecas de un guerrero y el antebrazo de una drogadicta, no sabes con quien te metes. De verdad, Abril, ¿eres capaz de morir por cortar esta rosa?. Me avanlacé a su rostro.
Silencio
-Margot, tú no me conoces a mí en absoluto. Estoy en contra de ese 97,9% que cree que la parte más sensual de una rosa convaleciente es la clavícula.¿Qué le ven de sensato a dos huesos marcados? Prefiero tus labios, tu pelo.
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Morgan Y Abril
Fiksi IlmiahEl Alto Rosedal se ha cobrado varios amores, ¿Lograrán Morgan y Abril luchar para sobrevivir?