¿cosas inesperadas?

14 2 0
                                    

El día había llegado y Julián no había parado de hablar de las cosas que haría y diría cuando se encontrase encerrado con la maestra, según él todo estaba fríamente calculado y aunque sé que no debería de confiar en él, necesitaba saber que relación había entre Catalina y Marcos.


Julián: hey!!!!! Vez porqué te digo poeta perdido? Si no vivieras en tu propio mundo te hubieses percatado de que tu amor platónico acaba de pasar


Voltee al instante con la esperanza de poder verla pero era demasiado tarde, ella no se encontraba ya en la cafetería y por el horario podría decir que estaba en el aula vacía del tercer piso escribiendo en ese dichoso libro rojo como todos los días.


Martín: Hola chicos!!!


Nos saludó a ambos con un choque de puños para después sentarse en la silla vacía de la mesa en la que nos encontrabamos.


Julián: ya está todo listo?


Martín: batallé en conseguir tus exigentes pedidos pero sí, mi papá al igual que la mayoría de los profesores tendrán una charla después de que las clases terminen, creo que 1 hora es suficiente o no?


Julián: te lo dije bro este tipo sí que sabe cómo hacer las cosas y tranquilo Martín una hora es más que suficiente- sonrió arrogante para después perderse en sus pensamientos.


****


Faltaban apenas un par de minutos para que las clases terminaran, la profesora Vanessa escribía en la pizarra los últimos trabajos para la otra semana, repitiendo que estos valían la mitad de la nota final.


Terminé de apuntar todo y cuando alistaba mis cosas el timbre sonó, guardé todo con calma pues de todas maneras tendría que esperar a que todo el mundo saliera para poder cerrar la puerta con llave; así que cuando vi que no quedaba casi nadie me despedí de Julián con una seña y salí del aula, al ver al último alumno salir me apresuré a cerrar la puerta con la llave que Martín nos entregó en el receso dejando así a mi amigo encerrado con la profesora.


No había nadie en los corredores, al parecer todos andaban apurados y no los culpó estar en el colegio no es algo que uno disfrute, caminé con dirección al tercer piso para poder escribir algunos poemas mientras esperaba a que mi amigo terminará con sus cosas.


El salón estaba abierto así que lo agradecí, me dispuse a entrar pero frené al instante en cuanto vi que Catalina estaba sentada en el suelo, con los auriculares puestos y escribiendo en el libro que siempre traía consigo, me quedé en blanco mientras la observaba, traía en cabello atado pero algunos rebeldes mechones caían por su rostro, no tenía ni una pizca de maquillaje y aún así sus labios conservaban el hermoso tono rojizo que poseia, sonreía cada vez que plasmaba algo en ese libro y yo juraba que podría morir pues durante estos 3 años nunca antes la había visto sonreír de esa manera.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 02, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

La Chica del Libro Rojo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora