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"Las sombras venían tras de mi guiadas por un gigante con aspecto inocente y cabellos rojizos. Querían tocar mi estomago y jugar con mis orejas, eran malvadas, lo sabía, debía detenerlas, pero por alguna razón no podía correr, estaba en una especie de trance viendo a un bellísimo joven siendo arrastrado con una cadena. Su cabello negro y ojos de color verdoso lo hacían un adonis, quien fuera aquel pobre muchacho encadenado a una gigante... ¡Oh! ¡Las sombras vienen! ¡Debo escapar! ¡Corre!"

-Mamá, Ace está teniendo otra pesadilla...

"Cambio de planes, ¡Sombras! ¡Soy todo suyo! ¡Llévenme! ¡Heeeey! ¡No huyan!"

Por desgracia terminé despertando, la "cama" estaba completamente deshecha, otra vez debí moverme demasiado durante ese sueño. Luna estaba mirándome con una sonrisa tierna a un costado de mi "cama", debió estar esperando un tiempo a que despertara lo cual solo podía significar una cosa... Por cierto, mi "cama", pese a lo que puedan creer era bastante ostentosa... ¡Para ser un puto...! Para ser un perro... una colchoneta con una mantita rosa... sí... soy un hombre de viente años con suerte...

- ¡Vamos a jugar Ace! – Luna comenzó a saltar para que la siguiera. He conseguido una completa obediencia de su parte, pesé no poder comunicarme con ella. Desde aquel "hechizo de contrato" pude entender el idioma y ahora puedo mover mi cabecita u otras formas de oponerme a las ideas de esta niña con menos de diez años de edad, ella las entiende y se va... - Mmh – Al verme mover desesperadamente la cabeza de un lado a otro, la pequeña pelirroja escondió su mano detrás de su espalda para sacar mi actual, enemigo... un collarcito, rosa  - ¡Vamos!- ¿Creyeron realmente lo de obediencia? Ja... ja... jaja... jajaja... Intente suicidarme, pero como imaginaran, no podía agarrar un cuchillo de la cocina, primero por no tener pulgares, segundo... porque los que diseñaron la mansión de los Herldist no pensaron en los habitantes de doce centímetros y medio.

Habían pasado dos semanas desde que fui engañado, ultrajado y esclavizado por una niña de nueve años, me llevaron a una casa gigante estilo nobleza europea en el siglo XIV o XVI y ahí comenzaron las torturas, desde listones de colores hasta collares con calcomanías pegadas en ellos... abrazos que parecen querer asfixiarme o obligarme a comer croquetas de perro... ¿Ser apuñalado tratando de detener un asalto, era algo malo? ¡¿Taaan malo?! ¡Ahora entiendo porque dicen que el karma es una perra!

Como sea.

Aproveche para investigar en las noches, cuando piensan que duermo en esa cómoda... horrible colchoneta con sabanas calien... denigrantes. Daba mis paseos nocturnos y leía un poco de los libros que usualmente encontraba en la pequeña biblioteca, perteneciente a Klent Herldist, el anciano con barba del bosque y padre de Luna. Como imaginaran, por mi imponente tamaño alcanzaba una increíble selección de dos libros, los de mas abajo,pero no era tan malo como suena, siempre en aquellos estantes dejaban las enciclopedias,bajo todo por temor a que algo tan grande y pesado les cayera en la cabeza al dejarlas arriba. Me tarde dos noches completas en poder idear como mover un libro de cinco kilos, era una tarea ardua, pero usando mi inteligencia logre realizar aquella hazaña... 

Realmente corrí y me di un cabezazo, por suerte cayo, no me juzguen... en estos momentos entenderán, la paciencia no es algo que me sobre.

Para mi sorpresa, no estaba en ningún país de la tierra, al menos mi tierra, sino en un mundo completamente diferente, incluso los continentes eran distintos y mucho mas grandes. El país donde me encontraba se llamaba Ziorel, un reino mágico con gran poderío y presencia. Así es, mágico ¡Hay magia! Y no de sacar un conejo de un sombrero, no, magia magia.

-Luna, ¿Hiciste los deberes?-La voz de una mujer adulta detuvo a luna de arrastrarme, tirado por la correa, hasta quien sabe dónde – Míralo, es obvio que no has comenzado a entrenarlo todavia.

!¿Por que demonios soy un perro?!Where stories live. Discover now