Prologo

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Era una noche oscura, con bellísimas estrellas adornando el cielo, se escuchaban el viento soplando las hojas y los parloteos alegres de las personas que pasaban para descansar en sus hogares, que lugar creativo y vivo, pero ni eso podría maravillar a la pelinegra sentada en el suelo, tenía un aspecto andrajoso, el pelo enmarañado en una trenza desordenada, el camisón rosa roto y sucio, miraba nerviosa el lugar arrullando dos pequeño bultos en cada uno de sus brazos, se calmó después de un rato y miro con dulzura a ambos infantes, sus ojos se humedecieron al ver sus pequeñas facciones y los abrazo contra su pecho conteniendo el llanto

Él bebe en su brazo derecho se despertó, miro a su madre y sonrió instintivamente, alzando sus manitas con alegría; le sonrió al pequeño apoyándolo en sus muslos y saco un aparato escondido entre sus ropas, un objeto pequeño y redondo con un color lechoso donde solo tenía tallado una pequeña figura. Lo miro un momento y suspiro, para volver guardarlo, se levantó lentamente con las piernas temblorosas, teniendo un especial cuidado en sus pequeños y se dispuso a caminar. Se detuvo en seco al observar a un hombre que caminaba con elegantes ropas y rotaba la mirada de un lado a otro, sus ojos se encontraron, ella sonrió burlonamente, y se acercó con pasos torpes. Sintió su cuerpo relajarse cuando sintió las manos del contrario agarrar con cuidado su cintura.

_ no puedo creerlo, no puedo creer que estas viva_ susurro en su oreja con voz consternada, sonrió inconscientemente al sentirse protegida.

Se separó un momento y miro a los lados, nerviosa, no podía estar mucho tiempo en un mismo lugar.

_ No podemos hablar aquí_ susurre, miro despectivo a los bebes en mis brazos, rodeo con su mano mi cintura y empezó a caminar lo más rápido que pudo, sentía mis pies arder. Solté un quejido y apresuré el paso.

No sentí por un momento nada, solo quería estar en un lugar medianamente seguro, gruñí, tiré de su brazo girándolo completamente a mí.

_ ¡Seguro!_ enfatice _ un lugar que no tenga nada que ver con ellos_ murmure, arrullando a uno de los pequeños que estaba a punto de llorar. Rodo los ojos mirándome como si fuera estúpida, asintió desganado, con cuidado sostuvo a uno de los bebes y lo cargo, sonreí agradecida apuntando a un pequeño bar que parecía bastante acogedor, al entrar escogimos la mesa más alejada posible a los oídos externos.

Con una mirada dura, me gire para encararlo

_ Te ves...

_ Horrible, andrajosa y sucia_ dije sarcásticamente_ No me había dado cuenta.

_ Iba a decir nerviosa, tal vez un poco paranoica y loca.

_ ¡Loca! Me están persiguiendo hace semanas, perdí prácticamente todo y di luz a mellizos ¡mellizos! Sabes lo que es tener dos bebes en un día, escapar con ellos_ su mirada se atormento_ no puedo perderlos Gebriel.

Gebriel bacilo antes de extender la mano y acariciar su mejilla con ternura, con fuerza sacudió la cabeza desesperada.

_ ¡Hey! Estoy aquí, estoy aquí_ la calmo y la abrazo con fuerza, teniendo un especial cuidado con los niños en sus brazos

Levante la mirada encontrándome con la esperanza y sonreí.

_tienes que ocultarlos, a tu lado no están seguros_ pronuncio el con lentitud, esperándose lo peor

El rostro de la joven madre, se contrajo en una expresión de incredulidad

_ ¡Me estás diciendo que los abandone¡

𝑻𝒐𝒓𝒓𝒆 𝒅𝒆 𝑩𝒂𝒃𝒆𝒍: 𝑩𝒂𝒍𝒂 𝒅𝒆 𝒇𝒖𝒆𝒈𝒐 𝒚 𝒔𝒂𝒏𝒈𝒓𝒆.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora