El padre ciego

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Hoy desperté y como es de costumbre fui al convento a rezar con la madre superiora, ella lusia normal y vestía su túnica negra, "a veces escuchaba a las hermanas murmurar diciendo que quizás es la única túnica que tenía, o quizás tiene varios modelos del mismo estilo".

Seguíamos rezando hasta que llegó uno de los monaguillos asustado y pálido, le pregunté que me pasaba y se limitó a decirme rápidamente qué tenía que ver a la hermana María, fui urgente tanto que no noté que se me cayó la Biblia.
Al llegar, la hermana estaba algo mareada, le pregunté que le pasaba y no me dijo nada, el monaguillo al verla se desmayó, no me quedo de otra que dejarla a manos de la madre superiora, a fin de cuentas pensé que sería mejor dejarlas a ellas que son mujeres y probablemente se entiendan mejor.

Deje al monaguillo en la capilla que está al lado del convento y luego salí a pedirles a las demás hermanas que rezaran por el, siempre fue bueno, se hacía querer, jamás se atrevió a decir algo malo o a contestarle a alguien de mala manera, se enorgullecía de su trabajo y aspiraba a ser padre algún día, un chico joven y lleno de esperanza.

Durante la misa, la hermana María se veía bien, casi que en perfectas condiciones, en cambio la madre superiora no se presentó lo qie a muchos en el convento nos sorprendió, la hermana Marta se ofreció a ir a verla luego de la oración grupal, estuve algo preocupado por la mala suerte que tuvo la gente ese día.

Seguí caminando a mi cuarto y reze 3 padre nuestro y cuatro Ave María, le poe la salud de la madre superiora, el monaguillo y la hermana María, solo para asegurarme de que Dios estaba de su lado, la noche pesada, pasaba mucho más lento de lo normal, no podía dormir, intentaba en varias posiciones y hasta meditar sobre mi y mi día.

Me centena de una ves ya resignado y viendo el rosio de invierno empañando la ventana y el fuerte viento chocando con la ventana, los rasguños de las ramas del manzano, la situación era tan tranquila que me asustaba brevemente, encendí un cigarrillo y intenté calmarme.

A eso de las tres de la mañana el convento tenía la estricta regla que decía "el o la hermana que no duerme debe rezar y orar por el sueño y descanso de lo demás que descansan en el convento", una regla algo absurda pero como soy padre e de respetarla y más si estoy solo, aunque nadie lo sepa yo lo seguiré sabiendo.
Soy alguien que es muy estricto consigo mismo.

Pese a ser ya las 5 y tenía que levantarme a las 6 decidí volver a intentar dormir, funciono y quizás demasiado bien, nunca pensé en lo que pasaría al despertar.

Ya a eso de las 12 del medio día no quería abrir los ojos, el viento igual que en la noche chocaba con la ventana y el sol que entraba por la misma me daba en la cara, traté de refugiarme bajo las sábanas y colchas,
Se sentía extraño, ni siquiera traté de abrir los ojos, los sentía duro o es difícil de explicar pero traté de abrir los ojos y no podía, traté y traté y traté de nuevo y no podía, mis respiraciones cambiaba de tranquila al punto de parecer asmática, trate abrir los ojos y ni siquiera podía, era como si alguien trataba de evitar que los abriera como si los sostuvieran, lloraba pidiéndole a Dios poder ver pero mis lágrimas no salían más dolían como el infierno.

Me limité a tratar de tranquilizarme, pero el pánico de no poder ver y saber que algo o alguien está provocando, casi que lo sientes al rededor y ni sabes dónde estás a pesar de que es la misma habitación de siempre, grité y no escuchaba nada y mucho menos a nadie, salí usando mis manos y guiándome por el sonido del viento y la ventana pude ubicarme más o menos bien y encontré la puerta para salir.

El silencio sepulcral que se notaba en el ambiente era casi igual al de un cementerio a no ser por escuchar a lo lejos quizás en la cruz mayor, unos gritos que no fui capaz de atender, tan desgarradores que como padre me puse a rezar por esas personas que probablemente están pasando un muy mal rato, seguía buscando la salida o la dulce presencia de una persona aparte de mi.

Con mis manos y algo de ayuda de las paredes creía poder ubicarme bien o es lo que creía, terminé por encontrar la capilla donde estaba el monaguillo, quizás el podía sacarme de esta locura, toque a las personas para intentar reconocerlas y era horrible, muchas estaban deformadas y con partes del cuerpo que no deben estar en ciertos lugares, sentir un brazo salir de la espalda de un pobre hombre.

Cuando encontré al monaguillo, una sustancia de raro olor nauseabundo, arrastraba mi olfato por suelo y cuando lo toqué parecía muy grumoso y raro, como el moó  de las veredas y árboles, le practique un chequeo básico, le temo la temperatura y su circulación.

No era necesario ser forense para saber que estaba muerto, aún doliendo mucho, tenia demasiados problemas como para "seguir llorando en suelo", después de un tiempo siego y caminando por todo el convento y por fuera del mismo, mi nariz se agudizó a tal punto que podía oler a millas el hedor a sangre y cuerpos en descomposición.

Mis manos estaban cubiertas de sangre que no se ni como llego y el asqueroso moó, el olor era tan profundo que vomitar carne cruda en descomposición se quedaba corto para describirlo y más cuando volví a acercarme con una sábana y tapar al monaguillo

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⏰ Última actualización: Jun 06, 2020 ⏰

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