Capítulo 1 | Impredecible

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"No importa qué tan perfectos finjamos ser, siempre habrá alguien que mirará a través de ti y de tus mentiras"

Para él, escuchar un 'te odio' era lo más normal. Hasta le llegaba a ser satisfactorio. Saber predecir los movimientos de cada peón en el tablero, sencillamente excitante.

Pero últimamente la rutina le aburría. Nadie le retaba, nadie se mostraba superior, nadie le fascinaba.

Suspiró del cansancio que le causaba el trabajo. Volvió a hacer un leve tambor al escritorio con sus dedos, contando cada toque contra este.

Uno.

Dos.

Tres.

Cuatro.

Cinco.

Seis.

Siete.

Ocho.

Nueve.

Diez.

Y la puerta se abrió, entrando su asistente a dejar más papeles y pidiendo disculpas una y otra vez hasta su retiro. Su mirada permanecía indiferente, restándole importancia a las disculpas de la joven.

Predecible, como siempre.

Desde su niñez, Estados Unidos se ha mostrado como alguien calculador e inteligente. Técnicamente, el mejor en todo, el número uno.

Este hecho tenía cierto encanto, amaba esa sensación de superioridad que le rodeaba. Pero al tiempo, tan solo ser el número uno le era aburrido.

Él quería más. Ver el mundo a sus pies. Y, aunque no podía hacer eso, pensó en algo mejor. Algo que le trajo cierta satisfacción y hacía su corazón revolotear de la emoción.

Lentamente se levantó del asiento de su escritorio. Caminando por la habitación, causando un leve sonido al pisar la cerámica con el taco de sus zapatos negros, recién pulidos.

Miró el reloj colgado en las elegantes paredes blancas, el silencio era consumido por el sonido de las agujas al moverse.

Uno.

Dos.

Tres.

Cuatro.

Cinco.

Era hora de otra aburrida reunión, una que no regia bajo sus reglas. Una mueca se formaba en su rostro al pensar eso, aunque era obvio lo que pasaría.

Él pelearía, todos lo iban a contradecir, nadie escogería nada, hasta la próxima reunión.

Algo más predecible en su vida, algo más que desearía desechar como si nada.

Ajustó su corbata y se acomodó sus lentes. Una sonrisa se adaptó a él para luego salir de su oficina y de aquel edificio. Delante de él, su chofer le abrió la puerta del vehículo, él se adentró aún manteniendo una pequeña sonrisa marcada. Solo era apariencia, realmente no estaba feliz o algo por ese estilo. Pero, sinceramente prefería ahorrarse una conversación en esos momentos.

Siempre prefería decir lo que los demás querían escuchar, de cierto modo, es normal. Pero él lo usaba para sacar provecho del ser humano, hacer que escucharan lo que querían escuchar para obtener algo a cambio, simple pero justo.

La tarde pasó en aquella reunión que se le hacía tan aburrida, monótona. Observó como ONU dirigió su mirar hacia cierta persona.

— Venezuela, que piensas sobre lo que hemos estado conversando. —Eso no había sonado como una pregunta, más bien como una orden. Una sonrisa se formó en el estadounidense, observaba con mero detalle lo que para él, sería el débil sencillamente siendo presa fácil de la crisis que le consumía.

Yellow Rose · UsaVeneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora