Capítulo 2 | Flor Marchita

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"Hay veces que cuando el amor muere, la alegría se apaga y... en algún punto... el alma se marchita. Sólo ahí tú puedes decidir si salir adelante o dejarte caer"


—¿Qué planeas esta vez? —Preguntó con desinterés fingido. Mantenía su distancia del estadounidense, el cual mantuvo una seria expresión.

—¿Por qué crees que planeo algo? —Sin disfrazar la diversión en su voz, avanzó un pasó hacia el contrario, haciéndolo retroceder. Eso le divertía.

—Te conozco, eres predecible.

—¿No te mordiste la lengua?

Estados Unidos soltó una risa de burla total, avanzando cada vez más hacia el contrario, hasta finalmente acorralarlo.

—»Recuerdo que lo que me encantó de ti fue lo impredecible que eras... —Pasó la yema de su dedo índice por el pecho de su contrario, con una lentitud estresante— Cada gesto, cada palabra... Me eras indescifrable y excitante... —Su dedo pasó por su cuello de la misma forma, hasta finalmente llegar a sus labios— Pero los juguetes se oxidan y dañan con el tiempo... ¿O no, Canadá?

Un gélido silencio permaneció en el ambiente. ¿Por qué a pesar de todo... Seguía cayendo en sus ridículos juegos? Se quedó en su sitio, sintiendo el nudo en su garganta cuando aquel crudo recuerdo volvió a atormentarlo.

—Eres un miserable... —Escupió con palabras de odio, USA mantuvo su mirada fija, sin sentimiento alguno —Un idiota, un imbécil... —Decía cada una de las palabras que describirían a su hermano, cada una con un significado más horrible que la anterior.

—¿Terminaste? —Interrumpió el estadounidense, finalmente alejándose del canadiense. Arreglaba las mangas de su traje color negro, un detalle que le hacía ver completamente elegante— Canadá, siempre recalcando lo obvio...

La indiferencia en su voz era destacable, concentrado en sus acciones, sin remordimiento alguno.

Ya varios países habían caído (siendo presa fácil) en las manos del gran Estados Unidos de América. Algunos se resistían más que otros, pero siempre caían. Lamentablemente cada vez que caían finalmente, el estadounidense se aburría de ellos, desechándoles como juguetes dañados. Les recalcaba los inservibles que eran cada que podía.

Él único con el que volvió reiteradas veces, o el único con el que volvió había sido Canadá. Cayendo o no en aquel juego, lo que le excitaba y encantaba del canadiense era que sabía cada truco, cada trampa y cada palabra. Ambos eran predecibles a la vista del otro.

Pero, el canadiense nunca pudo resolver que quería con exactitud el estadounidense de él. Al mismo tiempo que USA nunca supo que pensamiento pasaba por la mente de Canadá; siempre tan impulsivo. Nunca supo porque lo aceptaba devuelta en vez de mandarlo de una vez por todas a la mierda.

¿Qué quieres de mí, USA?

¿En qué piensas, Canadá?

Canadá nunca sabría si USA volvería, USA nunca sabría si Canadá lo volvería a aceptar.

Esto era lo que los alentaba a fundirse en lo mismo, a volver sin saber qué ocurriría la próxima vez.

Sin embargo, ahora USA tenía un nuevo juguete. Uno que no desaprovecharía, uno que esta vez le emocionaba.

Y no perdería la oportunidad de probar al latino sólo por un chance más con Canadá.

Estoy ansioso, Estrellitas.

Estoy ansioso, Estrellitas

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⏰ Última actualización: Jun 03, 2020 ⏰

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