15. El muro que nos sostiene.

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El tiempo parecía volar mientras los héroes se enfrascaban en la acrobática persecución, el viento en la cara, la dicha en el alma, el deseo prendido, las preguntas sin contestar.

"Es ella, ¡es ella! Ladybug es Marinette, ¡y me ama!" se repetía Chat noir una y otra vez, maravillado. Un sinfín de ideas giraban como un torbellino en su cabeza, pero si se concentraba en atrapar alguna de ellas para estudiarla más de cerca corría el riesgo de perder a la chica de vista.

Optó por usar todos sus sentidos para atraparla al fin, mientras ella reía, retadora, escapando una y otra vez de su alcance. Forzó sus músculos al máximo, afianzando bien su bastón antes de extenderlo lo suficiente como para superarla por alto y aterrizar frente a ella, girándose con una sonrisa al ver que la inercia la llevaba directa a sus brazos.

--¡Te atrapé, bichito! --celebró al chocar.

--Pero yo siempre tengo un plan B --alardeó la heroína, lanzando el yo-yo a su espalda.

No tuvo que mirar por encima de su hombro para intuir los problemas que se avecinaban, ya que pronto el sonido de un montón de alas batiendo llenó el aire cuando la bandada de palomas alzó el vuelo. Chat noir no tardó en sentir un desagradable picor en los ojos y la garganta, que lo obligó a estornudar, soltando su presa. El cordel del yo-yo rodeó su torso, inmovilizándolo.

--¡Eso es jugar realmente sucio, Milady! --se indignó, todavía congestionado.

--Podrás vengarte cuando me atrapes --susurró ella junto a su oído, logrando hacerlo estremecer--. Vamos, gatito, tú puedes: y estoy ansiosa por que lo logres.

--Te encanta jugar conmigo, ¿eh? --acusó, tragando saliva.

--Me encanta que juguemos, sí --admitió ella con una sonrisa de medio lado, poniéndose de puntillas y acercándose de manera que su respiración cosquilleo sobre la piel del chico.

Mordisqueó suavemente el lóbulo de su oreja, provocando que su corazón se desbocara, y luego dejó un beso húmedo y sensual sobre sus labios. Se alejó, dejándolo hambriento y frustrado, decidido a atraparla sin tardanza, y desapareció de un salto azotea abajo justo tras liberarlo de la cuerda.

Chat noir se apresuró a seguir su estela, avanzando justamente detrás, a un suspiro de su cuerpo, permitiéndose gastar aliento en mascullar por lo bajo algunas amenazas sobre lo que pensaba hacerle cuando la pillara, buscando desconcentrar a la heroína. Y, no mucho más tarde, sus palabras por fin hicieron que la chica se sonrojara y estuviera a punto de perder pie cuando se giró para mirarlo por encima de su hombro. Su apuro por recuperar el equilibrio la llevó a equivocar el camino, encontrándose de golpe frente a un muro infranqueable contra el que Chat la acorraló.

--¿Ves? Yo también sé hacer trampas --exclamó, satisfecho, al ver que Ladybug abría mucho los ojos al notar su espalda apoyarse contra la pared.

--¡Oh, no! Me has atrapado, gatito. Y qué extraordinaria casualidad que haya sido precisamente aquí...

Chat noir echó un vistazo fugaz a su alrededor, luchando por disimular su sorpresa cuando se dio cuenta de que estaban en el tan familiar balcón de Marinette. ¡Había estado tan concentrado en ella durante la persecución, que ni siquiera sé había percatado del camino que tomaban! Le había hecho creer que la atrapaba, cuando en realidad lo había guiado intencionadamente a su propio terreno.

Pero ahora estaba en sus manos, y vaya que pensaba reclamar el control de la situación.

--Así podrás llevarme hasta la cama para perpetrar cómodamente tus fechorías --continuó ella, con un coqueto pestañeo.

En mi balcón (Olvidando a Adrien) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora