3. Vida Social Forzada

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Alguna vez leí algo muy turbio sobre la reencarnación. Que cuando miras la luz al final del túnel es cuando estás volviendo a empezar una vida nueva. Que tus pensamientos comienzan a ser borrados y que ese es el motivo por el cual naces llorando, por qué comienzas a extrañar tus recuerdos.

Los amigos con los que compartiste desaparecen, tus experiencias son desvanecidas. Tu primer amor, tu primer beso, la familia que tuviste y los hijos que dejaste morir en un pedazo de papel o que se secaron sobre tu abdomen, incluso esos que se fueron en el drenaje del baño...

Todas esas experiencias buenas y malas, sé que algún día se irán para siempre. Incluyendo esta... Ser encontrado en el baño de mujeres por tu compañera más bulliciosa, haciendo del uno, con una obra de arte dorada en el inodoro, en tu primer día de clases, con un séquito de mujeres esperando afuera. ¡Definitivamente quiero renacer en este momento! ¿Hay alguna deidad que pueda escuchar mis peticiones?

— ¿Todo bien por ahí, Alejandra? — Preguntó una de las chicas.

— Sí, no es nada... — Respondió ella sin apartar su mirada. — Creo que ella quiere que me haga cargo sola, ¿pueden dejarnos solas? — Agregó.

Todas las chicas accedieron y una a una comenzaron a salir del baño. De cualquier manera, no podía confiar en no ser humillado más tarde por Alejandra.

Al poco tiempo que las chicas se fueron, la mirada de sorpresa y casi acusadora de Alejandra desapareció. Volvió a sonreír, pero de una manera extraña.

— Desagradable...

Fue lo único que dijo antes de bajarse del tanque del inodoro. Una vez abajo volvió a dirigirme la palabra.

— Escucha, haré guardia para que puedas salir, pero no creas que voy a pensar que estás aquí en este baño por accidente. Debemos esperar a que suene la campana de entrega y tú te irás primero. Y bájale a la palanca por favor.

Su tono era frío y muy serio, sonaba incluso muy molesta.

Bajé la palanca del inodoro, para mí el tiempo se había ralentizado, ví como lentamente el agua cristalina del tanque se combinaba con el dorado que había salido de mí, veía como lentamente se tornaba de un color cada vez más claro para luego desaparecer completamente de mi vista.

Después de eso, fueron los seis minutos más largos de toda mi vida. Pude contar los segundos hasta que la campana finalmente sonó, luego de eso Alejandra me dió una señal para poder salir, así que me fui como una bala. Por suerte, nadie me vio escapar del baño de mujeres.

Llegué al salón y el primero en recibirme fue Anthony, quien amablemente me pidió mi número de teléfono para agregarme a un grupo en una conocida red social de mensajería instantánea. Jamás habría conocido esa aplicación de no haber sido por él. Accedí a descargarla y le di mi número para luego irme a mi lugar lo más rápido posible.

Sinceramente mi cabeza no estaba en su lugar, no sé cómo accedí a su petición... Simplemente pasó.

Luego de un par de minutos entró Alejandra. Fue asediada por un grupo de revoltosas compañeras chismosas que querían saber qué había ocurrido en el baño.

Intenté, en la manera de lo posible evitar ver hacia el grupito del chisme, pero un estallido en risas me hizo dirigir una rápida mirada hacia aquel barullo.

— ¿Lo dices en serio? ¿Diarrea?

Pude imaginar, por aquella pregunta, que Alejandra me había salvado la dignidad y el trasero. ¿Pero con tan lamentable historia? Hubiera preferido otro contexto, pero eso era suficiente para mí... Supongo...

La Trágica Pero Divertida Vida De AdrielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora