Despedida y encuentros

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- ¿En serio te vas a ir? – preguntó con voz queda el joven de chamarra negra, llena de tristeza, pero también con comprensión.

Frente a Luzu, Auron terminaba de alistar sus mochilas llenas de comida, materiales importantes, herramientas y armas que llevaría a su viaje. Con soltura se movía entre toda la habitación, rebuscando en los cofres y llenando a más no poder sus mochilas.

- Ya hemos hablado de esto antes. - dijo sin ver a Luzu - Solo va a ser por algún tiempo. Saben que pueden llamarme si es algo muy importante y vendré a ayudar.

Luzu se había quedado parado en el mismo lugar desde que había llegado, a atreverse a moverse. Con angustia mantenía sus brazos cruzados sobre su pecho, viendo al otro entrando en su rollo, tan enajenado como siempre.

- Creo que todos te vamos a extrañar. - dijo después de un largo silencio apenas roto por el sonido de cofres abriendo y cerrándose.

- No creo que sea tanto así, déjame te dijo – dijo el chico del cabello con un mechón dorado y después rió con soltura. Ante tal respuesta, Luzu bajó la mirada, apretó los labios y suspiró.

- Al menos estoy seguro que Lolito te va a extrañar, sabes que está pasando un momento difícil después de lo de Mangel.

- Lo superará. Él es fuerte.

- Yo también te voy a extrañar. – pronunció por fin y el lugar se quedó en silencio.

Ahí, en la sala de cofres oculta en el subsuelo, Auron por fin relajó un poco su semblante y abrazó por última vez a Luzu, sosteniendo gentilmente la cadera con una mano y su cabeza con la otra.

- Sé que esto es egoísta, pero es algo que necesito hacer. Para estar a gusto conmigo y con los que me importan.

Quiero ver otros paisajes, quiero cazar, quiero picar hasta el núcleo de la tierra. Quiero construir muchísimas cosas y sé que, de momento, en Karmaland no podré hacerlo.

- No creo que sea egoísta alejarte si lo necesitas, – contestó Luzu lentamente, intentando convencerse a sí mismo, y dejó caer un suave beso en la mejilla de Auron – solo te pido que te cuides. Sabes que en Karmaland siempre tendrás un hogar al que llegar.

Ante estas últimas palabras Auron hizo el amargo de alargar una sonrisa sin dientes y se quedó callado.

Realmente lo dudaba

El abrazo terminó y a paso constante ambos salieron del sótano y después de la casa.

A sabiendas de que tenían que ir al centro del pueblo para poder partir, ambos hombres subieron a la plataforma roja construida en el patio de Auron, tomaron a sus chocobos y salieron volando por el cielo.

Desde esa altura, con el sol apenas naciendo en el horizonte, Auron observó su casa que cada vez quedaba más atrás, siendo consumido por los grandes árboles marrones, por los riachuelos de constante flujo y fauna salvaje.

Decir que no iba a extrañar todo este lugar sería una mentira, pero era un hecho de que ya no se sentía perteneciente a ese lugar desde hacía varios meses y justo ahora, después de hablar de algunas cuestiones con Vegetta, decidió irse por algún tiempo.

Iba a dejar Karmaland atrás y con ello todas sus responsabilidades.

Finalmente llegaron al cartel del pueblo en donde los demás ciudadanos del pueblo ya estaban esperando, como siempre gritando y armando líos descontrolados.

Entre una sonrisa y burla, Auron se alegró de que al menos en su despedida Rubius hubiera llegado a tiempo y que de momento nadie hubiera puesto alguna bomba.

Finding a reason [to stay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora