Te extrañé

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Finalmente habían llegado, se encontraban enfrente de aquella abandonada mansión.

Wei WuXian había convencido a Nie Huaisang de ir, ahora, los dos se encontraban juntos frente a aquella mansión, y, por alguna razón que Huaisang desconoce, están acompañados por Lan WangJi.

Algo titubeante, Huaisang se adentra a la mansión, siendo seguido por los otros dos. Al instante, un extraño viento cierra la puerta, haciendo que sea imposible escapar.

Huaisang deja escapar un jadeo.—¿Qué fue eso? —pregunta nervioso y algo asustado.

Lan WangJi se acerca a la puerta, notando que no abre.—No hay salida.

Un extraño sonido se escucha, alarmando a los jóvenes.

—¡Lan Zhan, protege a este débil hombre! —exclama Wei WuXian escondiéndose atrás de él.

El sonido de unos pasos los pone alerta.

—¿Quién anda ahí? —pregunta Lan WangJi, ocultando tras de sí a WuXian.

—Yo debería ser quien haga esa pregunta —una fuerte voz resuena en la vacía mansión—. ¿Qué hacen unos débiles humanos en mi hogar? Si quieren morir, con gusto les concederé su deseo.

—Deberíamos irnos —murmura Huaisang.

—No se irán, una vez que entran en mi territorio deben pagar las consecuencias.

—Por favor, déjenos ir —habla Nie Huaisang.

—¿Quiénes son?

Con una pequeña reverencia, Lan WangJi dice.—Lan WangJi, el chico detrás de mí Wei WuXian y el otro Nie Huaisang.

Después de unos segundos de silencio, la voz se vuelve a escuchar.—¿Alguno de ustedes sabe quién soy?

Los tres niegan con la cabeza, suponiendo que el hombre es capaz de verlos.

El hombre suspira.—No me sorprende, ya nadie sabe quién soy. Yo soy Sandu ShengShou, ¿ese nombre les suena de algo?

Los tres vuelven a negar.

—Hagamos un trato, dos de ustedes podrán irse, pero el otro deberá servirme por el resto de la eternidad, ¿a quién sacrificarán?

Luego de un momento de silencio, WangJi habla.—Nie Huaisang.

Huaisang lo ve sorprendido aterrado.—¿Yo? ¿Por qué yo? ¡No me dejen!

Antes de que alguien pudiera hablar, un chasquido se escucha. Lan WangJi y Wei WuXian desaparecen.

—Me parece que ya tomaron su decisión. Ahora, te quedarás conmigo.

Huaisang traga duro.—Sandu ShengShou, se lo suplico, no me haga daño.

—¿Dañarte? ¿Por qué lo haría? Estás aquí, finalmente estás aquí.

Nuevamente resuenan los pasos, hasta que finalmente están cara a cara.

—No tienes idea de lo mucho que te he extrañado —en su rostro hay una sonrisa, y unas lágrimas empiezan a formarse—. Nie Huaisang, por fin puedo tenerte a mi lado de nuevo.

—¿Qué? —antes de que pudiera decir algo más es abrazado.

—Aún no recuerdas quién soy, ¿verdad?

Huaisang niega.

Sandu ShengShou vuelve a suspirar.-Mi verdadero nombre es Jiang Cheng, soy un Príncipe Demonio. Y tú eres Nie Huaisang, el dios del engaño. Estuve en esta mansión esperándote, dijiste que nos reencontraríamos aquí, en lugar en que nos conocimos, ¿realmente no lo recuerdas?

Huaisang niega otra vez.—No, pero creo que estoy recordando.

Jiang Cheng acaricia suavemente su mejilla.—Entonces, te haré recordar —dice, juntando sus labios en un beso. Un suave y fugaz beso, pero que es suficiente para traer de nuevo esas memorias, y es que en efecto, ellos ya se habían conocido.

Huaisang recordó. Él solía ser un dios, el dios del engaño. Un día, hace mucho tiempo, en una mansión humana, conoció a un Príncipe Demonio, llamado por todos Sandu ShengShou. Todo empezó como una pequeña rivalidad, Huaisang, a pesar de ser un dios, se llevaba bastante bien con los demonios, después de todo, él era un maestro en el arte del engaño. Huaisang y Jiang Cheng se llevaban bien, y la pequeña amistad que tenían empezó a evolucionar. Poco a poco, cada uno se dio cuenta que sentía algo más por el otro, y sus sentimientos eran correspondidos. Se convirtieron en amantes, ocultos ante los ojos de los dioses y demonios, pues ambos consideraban que una relación así era algo inmoral, prohibido y repugnante. Sin embargo, luego de algún tiempo, fueron descubiertos, y los dioses decidieron tomar medidas. Antes de que algo ocurriese Huaisang le dijo a Jiang Cheng que regresaría y se encontrarían en el mismo lugar en el que se conocieron, que tuviera fe y esperase, le prometió regresar. Los dioses lo condenaron a perder cada una de sus memorias y lo convirtieron en un humano, creyendo que así no volverían a encontrarse jamás, pues los demonios odian a los humanos. Pero no fue así, Jiang Cheng pasó su vida en aquella mansión, esperando por él, sabiendo que regresaría, y así fue.

Ahora que Nie Huaisang recuerda eso, se da cuenta de varias inconsistencias en su vida humana. Además, ahora recuerda quiénes son Wei WuXian y Lan WangJi, un demonio y un ángel que se enamoraron, y dejaron atrás todo por su amor. Ahora se da cuenta de la razón por la cual WuXian había insistido tanto en ir a esa mansión, ellos debían conocer su historia y quisieron ayudarlos.

Ahora, con su memoria restaurada, Nie Huaisang besa Jiang Cheng.—Yo también te extrañé, A-Cheng.

Sangcheng week 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora