Capitulo 2: Miles

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Cariño, ¿Podrías pasarme aquel carrete por favor?- RoseMary cosía como si su vida dependiera de ello, su cabello castaño estaba recogido en un peinado rápido y descuidado, mientras que las mangas de su vestimenta estaban dobladas un poco más arriba de sus codos.

El zorro de pelaje entre amarillo y naranja se apresuró a darle el carrete.

-¿Y para quien estás cosiendo está vez? ¿El alcalde, su esposa?- Miles analizaba la tela negra con la curiosidad que lo caracterizaba.

-Bueno, es para alguien cercano a ellos- La costurera acarició la cabeza de Miles cariñosamente -¿Y tus inventos como van?-

-Ya voy mejorando- El dos colas sonrió -Aunque es un poco difícil encontrar las piezas que necesito a veces-

-¿No has ido con Carl?-

El zorro negó mientras veía sus dos colas. Aquel mecánico engreído había sido muy molesto la última vez.

-Dice que no tiene tiempo para tratar con…“fenómenos como yo”-

-¡Ja!…¡Vaya humos que tiene este tío!- Exclamó la joven zorra cruzándose de brazos.

-¡MAMÁ!- Miles de asombró al escuchar esa expresión de su madre.

-¡Oh, vamos! ¡No es una grosería como tal!- RoseMary suspiró -Bien…podemos conseguir tus piezas en cualquier lado, ¿Quien necesita a Carl?…Apuesto a que sus refacciones son robadas-

-Vale, pero primero creo que debes terminar de coser- El dos colas sonrió melancólico -Necesitamos el dinero, después de todo-

-Eres increíble, Miles- La madre abrazo a su hijo cariñosamente -No dejes que nadie ni nada te haga pensar lo contrario-

El abrazo continuó por unos segundos, después de separaron.

-¿Crees que podría ir a buscar piezas cerca del centro?-

-Preferiría que no fueras solo-  La madre siguió cosiendo -Es muy peligroso afuera…puedes ir con tu padre cuando llegue; mientras puedes leer algún libro, dibujar unos planos…¿¡O que se yo?! Cualquier cosa dentro de la casa, pero no puedes….-

Rose no pudo seguir, ya que su hijo lo miraba de manera suplicante.

-¡Por favor! ¿Si?-

Esos ojos azules hacían derretirse a cualquiera…

-Ya te dije que no-

…A cualquiera que no fuera y su madre, claro.
Miles solo suspiró resignado y se dirigió a dibujar el plano de lo que parecía un avión.
Le era fácil distraerse con ese tipo de cosas, visualizar las dimensiones, el color, los circuitos…era raro que un chico de ocho años se interesara en eso, pero así era, aquellos inventos y experimentos eran tanto el orgullo del zorro como el de sus padres, quienes lo apoyaban y lo impulsaban.
Al principio solo eran cosas pequeñas, tan complejas como un volcán de vinagre y bicarbonato de sodio de los que se solían hacer en la primaria, pero después llegaron los grandes inventos: Traductores universales, computadoras con sistemas operativos que te permitían hacer mil cosas a la vez, impresoras 3D, armas, un sistema de seguridad que instaló por toda la casa y que electrocutaba a cualquier desconocido para la familia que se acercase, entre otras cosas.

-Miles- La suave voz de su madre sacó al zorro de su trance de inventor.

-¿Si, mamá?-

-Tu padre llamó, tendré que ir a llevarle su almuerzo a la casa del alcalde, tu quédate aquí y hablo enserio- Rose abrió la puerta principal y miró a su hijo -No sería la primera vez que sales sin permiso-

-Lo que tú digas, mamá- Miles siguió en su plano, intentando disolver su enojo.

-No me tardo-

Cuando Rose se fue, el joven zorro suspiró. Ya tenía ocho años y sabía defenderse…bueno, en realidad no…pero, ¿Como se supone que iba a aprender a hacerlo si siempre estaba encerrado? Eran contadas las veces que había salido junto a su padre y había visto Green Hill... Era como si el no perteneciera a ese pueblo.

-Ojala pudiera salir- Se lamentó mirando a la ventana.

Vivían en el lado sur de la isla, al otro lado de las playas. La cabaña era de madera, con un techo resistente de palma y un poco de cemento. Y si bien tenían electricidad y todas las comodidades de una familia normal, todo estaba diseñado para parecer lo más natural posible.

Apoyando su mentón sobre su mano, se debatía entre desobedecer o quedarse en la casa, sin nada que hacer.

-Solo será un segundo- Se decía mientras se dirigía a la puerta del patio trasero -No tardaré mucho-

Tomando valor, salió de la casa y se dispuso a caminar directo al centro, había escuchado que los mecánicos y herreros de la zona no tenían problema en regalar las piezas que ya no les servían. Sin pensarlo mucho, comenzó a caminar directo al centro, agradecía internamente a su padre por ayudarle a recordar el trayecto.
Empezaba el la estación de otoño y el viento frío comenzaba a refrescar el ambiente, cosa que hizo que Tails no se diera cuenta de los maleantes que lo seguían desde hace varios minutos.

-Bien, solo unas cuadras más y estaré en el centro-

Estaba tan confiado, seguro de si mismo y feliz por lo que estaba logrando, que ver a esa pandilla de tres aparecer frente a él de un segundo fue como un cubetazo de agua helada.

-Vaya, vaya, vaya, ¿El fenómeno de dos colas al fin salió de su casa?-

Miles plegó sus orejas ante el comentario de aquel armadillo y comenzó a temblar.

-L…lo siento…no quiero tener problemas-

El zorro quiso salir huyendo pero los otros dos mapaches gemelos de la pandilla (estoy metiendo puros animales a lo loco :v) lo tomaron de los brazos antes de que pudiera hacerlo..

-Hey, hey; no hemos acabado contigo zorrito-

-¡¿Yo que les hice?!- El dos colas tenía los ojos humedecidos, estaba desesperado y al borde del llanto -¡Por favor!-

-Oh, no se trata de tí, zorrito- Uno de los mapaches lo azotó contra la pared de una casa -¿No tienes idea de lo que tú “amado padre” ha hecho?-

-N…no…solo es un panadero-

-Y el secretario del alcalde- Aclaro el armadillo, cuyo nombre era Arthur, mientras sacaba un cuchillo y lo pasaba en el cuello del día colas -El secretario que hizo que despidieran a mi padre-

-¡L-lo siento, pero yo…!- Sus pupilas se encogieron al observar como el cuchillo se deslizaba hasta su pecho, donde Arthur aplicó un poco de presión -Por favor, no-

No hablemos de esto (Sontails)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora