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Hace un rato Horacio se había pasado una jodida hora encerrado en el baño, no se lo podía creer.

Hubo un escándalo tremendo en comisaría para saber en donde se encontraba el de cresta, todo acabó mal. Pero pensar que ya estaba en casa sano y salvo, era reconfortante.

Había ignorado por el resto de jornada a Volkov, tenía orgullo y dignidad, no se dejaría pisotear tan fácil, de hecho, ni siquiera se despidió de él.

Deseaba que el doctor muerte estuviese libre al día siguiente, probablemente le haría una larga visita.

Después de unos minutos hundido en sus pensamientos, se dignó a dormir plácidamente, mañana sería un día duro.

— ...

Horacio veía como el amanecer se plasmaba en sus ojos por unos pocos pero largos minutos. El cielo siempre le recordaba a Volkov.

Estuvo ahí unos minutos acostado, hasta que se levantó. Se tenía que duchar y buscar ropa, aunque se pondría el uniforme en comisaría.

— ...

Decidió ir a echar un vistazo al hospital primero, estacionó y cerró el coche, empezando a caminar acomodando su pantalón negro ajustado.

Iba bien vestido, por si se encontraba a la persona que él tanto ansiaba ver. Se adentró al lugar, y lo primero que hizo fue hablarle a una doctora.

.— Disculpe señorita, ¿se encuentra el doctor muerte?

.— ¿El que tiene tatuajes? Se encuentra por el pasillo de ahí.— apuntó la doctora, que tenía un llamativo pelo rojizo.

.— Muchas gracias.— Dijo Horacio sonriente, y se dirigió al pasillo ya mencionado. La doctora tenía razón, él estaba ahí.

.— Doctor muerte... ¿Cómo se encuentra hoy?

.— Me encuentro muy bien, ¿Cuál es el motivo de su visita?

.— Necesito una inyección, pero no con agujas, es algo que sólo usted me puede brindar.— Habló, y le dedicó una sonrisa provocativa al tatuado.

Las orejas del doctor se empezaron a tornar coloradas, le avergonzaba que el comentario fuera tan atrevido, pero aún así, iba a mantener la compostura.

.— Eeeh, ¿A qué se refiere?

.— Usted sabe claramente de lo que estoy hablando, pero bueno, me escribe si le interesa mi propuesta.— Estiró su brazo disimuladamente, dejando un papel en el bolsillo del doctor.

.— Es mi número, me escribes, pero sólo si quieres.— Soltó con un tono calmado Horacio, guiñándole un ojo. Volteó dándole la espalda al doctor, abandonando el lugar.

— ...

Entrando a comisaría, vió que había llegado justo a tiempo. Pero nadie le esperaba a la entrada, y tampoco tenía algún mensaje.

Al parecer, Gustabo no iría a trabajar por problemas de salud. Sería duro afrontar este día solo, sin los consejos de su amigo.

Entró a la sala de los vestidores, abrió un casillero para agarrar su uniforme, dando uno que otro vistazo a los fornidos y musculosos cuerpos de sus compañeros.

Se escuchó un repentino chirrido proveniente de la puerta, lo que le hizo voltear por curiosidad al de cresta. Era Volkov, entrando de forma descarada y a la vez tranquila al lugar.

.— Greco, vamos a patrullar ahora mismo.— Ordenó demandante, al parecer no quería perder mucho tiempo.

.— No sé si estabas enterado que iré a patrullar con Leonidas, ve con el crestitas.

Horacio giró rápidamente, dirigiendo la mirada a Greco, el cual le dedicó una sonrisa maliciosa.

.— ¡Qué dices! .— Gritó Leonidas, siendo interrumpido por un disimulado pellizco que se llevó por parte de su compañero de barba.

.— Bien Horacio, termine de vestirse inmediatamente, le espero afuera.— Dijo el ruso, volteándose sin dirigirle la mirada.

.— Suerte con tu novio, agradece la oportunidad que te he dado.— Dijo Greco, riéndose a carcajadas, mientras Leonidas lo miraba extrañado.

— ...

Llevaban patrullando un buen rato, pero no habían registros de robos de vehículos, atracos, ni demás ilegalidades. Horacio estaba muy nervioso, quería escribir, necesitaba escribir.

.— Comisario Volkov, ¿le molestaría si escribo algo en mi libreta?

.— Sin problema, Horacio.

El de cresta asintió, sacó su libreta y un lápiz, y empezó a escribir...

"Es muy tarde y no puedo negarte, que me muero...
Pero no callarán mis palabras, para decirte...
Que soñaré contigo siempre que cierre mis ojos,
Y entonaré por ti mis cantos tristes noche a noche... "

Paró de escribir porque sintió una vibración en su pierna, era su teléfono. Lo sacó de su bolsillo, para proseguir a contestar los mensajes.

2 mensajes nuevos de Doctor <3.

Horacio, acepto tu propuesta.

¿A qué hora nos vemos? Ya acabó
mi turno.

— ...

Había estado toda la tarde atareado y agobiado patrullando y con papeleo, por fin se tomaría un descanso de toda la mierda que había estado soportando. A excepción de cuando se quedó a solas con el ruso y habló con el doctor, se la pasó bien en esos momentos.

Se dirigió a los casilleros, quitándose todo el pesado uniforme que llevaba puesto, y buscó su ropa informal.

Al acabar, salió fuera de la comisaría con sus cosas en mano, buscando con la mirada su coche, hasta que lo divisó. Puso las llaves y se subió a este con sumo cuidado, acomodando las cosas en el asiento de copiloto.

Sacó su celular, lo prendió y llamó al doctor, con el que había quedado de ver.

— ...

Ya le había dado la ubicación de su departamento, se estaba duchando, compró preservativos, tenía todo limpio y preparado. Se encontraba todo en orden.

Salió de la ducha tranquilo, hasta que tocaron la puerta. Supuso que era el doctor, se acomodó la toalla rodeándola en su cadera, y fue hacia la puerta con el pecho al descubierto, abriéndola impacientemente.

.— ¿V-Volkov?

.— ¿Horacio?

Y así se quedaron, viéndose el uno al otro, confundidos por la incómoda situación en la que se encontraban.

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Casi mil palabras, un logro total para mí, ojalá seguir mejorando.

Espero que les esté gustando, o me pego 3 tiros en la frente... Si es que pueden votar, háganlo por favor, así sabré que realmente les gusta mi historia y tendré más razones e inspiración para escribir.

Sin más que añadir, nos vemos en el próximo capítulo.















fuiste tú - volkacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora