Corre rápido,
arriesga todo
¡No tengas miedo de caer!
Sintiéndote tan grande,
pero luciendo
tan pequeña.Little me - Little mix.
El día comenzó mal desde el momento en que sentí a alguien aporrear mi puerta con violencia mientras chillaba que me levantara de una vez. Gruñí en respuesta y me puse la almohada sobre la cabeza para amortiguar el sonido.
«Que se jodan» pensé.
El sonido no ceso hasta después de unos minutos en los cuales maldecía mentalmente el día en que esa familia me adopto, nadie interrumpía mi hora de sueño. Nadie. ¡Y encima ahora ya se me había quitado el sueño! Bufé molesta y me incorporé de la cama quejándome por el dolor repentino que se extendió por mi cabeza al haberlo hecho tan rápido. Después de unos minutos con la mirada fija en un punto inexistente, decidí ponerme en pie y caminar hasta el baño de mi habitación, menos mal que tenía un baño para mí sola, si había algo más malo que compartir baño, era compartirlo con unos desconocidos.
Pasé un poco de papel higiénico por el sucio espejo que tenía frente a mi mientras arrugaba la nariz con asco, si es que ni siquiera se habían dignado a limpiar el puto espejo y así se hacían llamar gente “educada”.
Mire mi reflejo con una mueca de lástima, el azul de mi iris casi no se notaba bajo aquella capa rojiza que cubría mis ojos en señal de que había llorado y es que así había sido. Había logrado dormir a duras penas unas cuantas horas ya que la mayoría de la noche se había visto interrumpida por las silenciosas lágrimas que caían como cataratas de mis ojos sin cesar. Jaden se había ido unas horas después de entrar por mi ventana. Él tenía dos hermanos menores que le necesitaban y no podía darse el lujo de dejarlos solos en un barrio tan peligroso.
Inspeccioné las grandes ojeras que rodeaban mis ojos y solté un suspiro, tenía que cubrir eso de alguna manera, no quería demostrarle a mis nuevos tutores lo mucho que me afectaba todo eso, no quería que se sintiesen con la autoridad suficiente como para creer que podían controlar mi vida. Necesitaba que me viesen como una amenaza si era necesario, pero no demostrarles mi lado débil pues sabía que esa sería mi mayor perdición.
Disfrute de la ducha como nunca lo había hecho en mi vida y por unos minutos me olvide de todo a mi alrededor y solo me dedique a vaciar mi mente e ignorar la tortuosa vida que tenía que llevar. El agua era caliente, algo extremadamente inusual en mi vida teniendo en cuenta que en mis 16 años, hasta en el invierno más gélido, me había tenido que duchar con agua fría. Una vez duchada y vestida, tome una bocanada de aire y abrí la puerta de mi habitación saliendo al pasillo y preparándome para enfrentar la guerra que sería vivir en esta casa durante los próximos dos años.
Baje las escaleras y camine hasta la cocina oyendo el rugir de mis tripas y haciendo una mueca. Una vez frente al gran comedor rebosante de comida, camine hasta el mismo sitio de ayer y cogí asiento agradeciendo el hecho de que no había nadie más. Mi tranquilidad se quebrantó al tiempo que vi a Aaron, el niñito mimado, coger asiento justo frente a mí. Bufé molesta, no solo por su presencia, sino también por la sonrisa satisfecha al verme frente a él y su estúpido uniforme de colegio para pijos.
—Dime, ¿el tío de ayer en la noche se fue satisfecho con tu trabajo, puta? —preguntó Aaron con burla.
Sentí mi mandíbula tensarse y mis puños cerrarse con fuerza ¡Ese capullo me había llamado puta en la cara!
— ¿Qué has dicho? —pregunté entre dientes. Su sonrisa creció aun más si es que eso era posible.
—Oh, ya sabes, el tío ese que entro a tu habitación por la ventana en la noche. Una duda, ¿te pago o te lo follaste gratis?
Eso era suficiente, me había llamado puta y encima fácil. Me puse en pie y, sin dudarlo, rodeé la mesa hasta estar cerca de él, lo suficiente cerca como para que mi mano se estampará contra su mejilla sin ninguna muestra de arrepentimiento. Aaron me miro furioso mientras su mejilla se enrojecía y su sonrisa desaparecia completamente.
— ¿Me acabas de golpear? ¿Te has atrevido a pegarme? —preguntó Aaron sorprendido.
—Sí.
—Esta me la pagas hija de puta —se acercó hasta mí con la intención de golpearme, pero antes de hacerlo, mi pierna viajo hasta su parte baja golpeando su masculinidad con todas mis fuerzas y haciéndolo doblegarse y caer de rodillas mientras se quejaba entre gritos.
— ¡¿Pero qué ha pasado aquí?! —preguntó Carol llegando al comedor y observando la escena boquiabierta. Vio a su hijo tirado en el suelo mientras lloraba como niñita y no dudo ni un segundo en lanzarse a chillarme sobre qué le había hecho a su hijo.
—Yo solo me defendí —dije cruzándome de brazos.
—Esto ya es suficiente, voy a llamar al agente social y decirle que renuncio a tu custodia, vas a volver al orfanato. —Mi corazón dio un vuelco tras escuchar esas palabras, la rabia creció en mí al igual que la prepotencia.
—No, tú no harás eso —demandé fabricando una sonrisa fingida y rogando que no diese a vislumbrar el efecto que aquellas palabras habían causado en mí. Si había algo peor que vivir en esa casa, era vivir en un orfanato. Y peor aún cuando eras una adolescente de 16 años.
— ¿Disculpa? —me preguntó Carol enarcando una ceja.
—Lo que has oído, como renuncies a mi custodia me encargare de demandarte y hacerles saber a todos el asco de persona que eres.
Carol rió como si acabase de decir la cosa más absurda del mundo antes de contestar: — ¿Y a quién crees que preferirán? ¿A quién tomarán por loca? ¿A la esposa del respetado Dr. Grimes o a una niñata huérfana y con un padre delincuente?
—Te equivocas, Carol. Tengo pruebas —saque la grabadora del bolsillo trasero de mi vaquero que había puesto a grabar desde que había visto a Aaron traspasar la puerta.
— ¿Qué es eso? —preguntó con los ojos abiertos.
—Mi libertad. Ahora, te guste o no, me vas a tratar como me lo merezco, a menos que desees que llame a mi agente y le dé la cinta, estoy segura de que la oiría encantado.
Jamás en mi vida había estado tan feliz de que Jaden llevase siempre consigo grabadoras, aún sabiendo a la perfección que las utilizaba para estafar a todo aquel que tenía oportunidad, a mí me había servido para encontrar una manera de hacerme respetar.
—Bien... —Carol se dio por vencida.
— ¡Pero mami, que me ha pegado! —se quejó Aaron haciéndome rodar los ojos. Carol ignoró a su hijo y volvió la atención hacia mí.
—Entonces, ¿qué es lo qué quieres?
—Ya te lo dije ayer, mientras reciba un buen trato, todo estará bien.
—Vale, así será —dijó Carol aún con los ojos chispeantes de furia.
—Oh, y una cosa más —dije sólo para fastidiarla—, quiero ir a un colegio, así como al que va tu hijo el pijo.
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High School [Proyecto HipHopRapFem]
Novela JuvenilThalía tiene 16 años y se ha criado en el barrio más peligroso de Nueva York, ha seguido las leyes de la calle y ha aprendido a cuidarse por sí misma. Pero, ¿qué pasa cuando su madre la abandona y su padre es detenido por narcotráfico? ¿Qué pasa cua...