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Adonis Beckett

Odiaba levantarme cada día por una sola razón, ser el nerd homosexual del instituto, pero luego recordaba la verdadera razón por la que me levantaba cada día "Mi asistencia perfecta", de ello dependía sacar adelante a mi madre, para que no tenga que tener miles de empleos.

Me levanté con pesadez de aquella cama donde hace unos segundos estaba deseando quedarme pegado a esas suaves sábanas y almohadas que me hacían sentir en el cielo, me imagino que el cielo debe ser cómodo ¿No? No interesa, me di un baño rápido, nuevamente no sirve la calefacción, fue como nadar en el océano glacial ártico; me puse lo más cómodo que encontré, unos vaqueros, un buzo cuello de tortuga crema, mis vans desgastadas, me arregle el cabello un poco. Soy un nerd, no un cavernícola, no visto a la moda, pero tampoco todo lo sacó del basurero. Tomé mis gafas y salí de mi habitación junto a mi mochila, crucé ese pasillo que separaba la cocina de la habitación de mi madre y la mía, viendo a esta sentada en el comedor, tomando de su taza con café.

--Buenos días, madre -dejé un beso en su cabello azabache, para luego caminar hacia la cocina, sacar una manzana del refrigerador y regresar.

--Buenos días cariño -me sonrió, a lo que le devolví la sonrisa.

--Usas tu traje presentable, ¿Otra entrevista de trabajo? -ataque sin rodeos.

--Algo parecido, el banco llamó temprano, hay unos asuntos que August y yo debemos atender allí.

--Mmm, ese, ¿Qué hizo ahora?

--Tranquilo cariño -se estiró y acarició mi mejilla con su sonrisa típica que decía "Hablemos de eso cuando yo vuelva"- Hablemos de eso-...

--Cuando vuelvas, lo sé -reí levemente por su rostro confuso cuando supe lo que ella diría, luego suspiró y negó riendo por igual.

--Conoces muy bien a esta anciana -sonrió, pude notar algo raro en ella... ¿Tristeza?

--Bueno anciana, mueve esas nalgas llenas de polvo que te aseguro que si no se nos hará tarde a ambos -reí y ella soltó una carcajada, a lo que se levantó y dejó todo limpio ¿Volverá tarde? - Vámonos -tomó su bolso del sofá, y salimos ambos de aquel departamento.

Mientras caminamos hacia al ascensor saludamos a los pocos vecinos que estaban de paso, bajamos los 5 pisos de nuestro edificio, para luego ir a ese auto viejo, lo único que teníamos, no es que me avergüence, eso nunca, pero sí desearía tener algo mejor.

--¿Hoy trabajas en la cafetería? Tal vez trabaje hasta tarde -dijo con su mirada fija en el camino.

--Si, saldré a las 19: 00 -suspiré, no me contará nada, ella llegará de madrugada, de nuevo.

Luego de eso, no hubo tema de conversación, yo miraba por la ventana, dándole el mensaje exactamente a mi madre de "Descubrí todo, no me hables, tengo una lengua venenosa". Así estuvimos hasta que se detuvo en mi preparatoria, me volteé y le di un beso en la frente.

--Que te vaya bien, cuídate y no hagas ninguna tontería -dije mirándola fijamente, rió y negó con la cabeza.

--Se supone que la madre soy yo -confesó aun riendo- Que te vaya bien, cariño.

Sonreí, y me bajé del auto, mi madre sabe exactamente todo sobre mi vida, desde mi sexualidad hasta mi trato en la preparatoria, por eso me viene a dejar todos los días, sino el autobús sería una muerte segura para mí. Entré en aquel pasillo pasando desapercibido por algunos, mientras caminaba hasta mi casillero, suspiré una vez llegue a este sin cruzar con ninguno de esos idiotas, metí y saqué lo necesario, me voltee y caminé rápidamente hacia la clase de Biología, viendo a aquella morena sonriendo desde que pase la puerta.

--Llegaste más temprano de lo usual, ¿Los búfalos no te atacaron? -rio levemente y me abrazó, quedando mi cara incómodamente en los pechos de Jennie.

--No, por suerte -me acomodé y correspondí el abrazo que solo duró unos segundos, gracias a que la Sra. Frank entró.

Jennie era la única que podía llamar amiga, aparte de eso era mi mejor amiga, desde los 2 años que llevo aquí, desde que mi madre decidió volver a confiar en ese señor, más conocido como el señor de mentiras, mi padre, todos los problemas empezaron a caer desde que nos mudamos aquí, deudas (Préstamos, tarjetas de crédito, mensualidades sin pagar), más impuestos (El señor había hecho la peor de las elecciones de departamentos, los impuestos eran horribles, pero él seguía siendo el encargado de pagarlo), mi escuela (Empezar a pagar una privada, porque la pública más cercana estaba muy lejos y era "peligrosa" para un chico homosexual), dinero insuficiente (El señor no trabaja), mi sexualidad (El señor es homofóbico, me quedé casi 3 semanas en casa de Jennie cuando él se enteró y me largó). Lo único bueno ha sido eso, haber conocido a la mejor chica de este lugar, Jennie Hamilton, pero aun así la mejor persona del mundo para mi (Aparte de mi madre y abuela) es mi mejor amigo, Daniel Spellman, me alejé un poco de él al venir aquí, aunque seguimos hablando algunas noches. Él sigue viviendo en Inglaterra y es la mejor persona del planeta, lo aseguro.

A la hora del cuarto periodo, era hora de despedirme de Jennie e ir al aula de Música, sostuve cada extremo de las tiras de mi mochila, estar lejos de Jennie significaba peligro, ser el nerd de la preparatoria implicaba lo normal de cualquier historia de un nerd, discriminación, ser intimidado por los gorilas del instituto, abusado sin razón alguna. Pero yo sí puedo marcar la diferencia entre las típicas historias de los nerds, soy por igual el homosexual de la escuela, no el único, pero si el más abierto, pues no me importa que imagen dar, soy yo y punto. Aunque pensándolo no soy el nerd en mayoría, soy el maricon del instituto o tal vez la mezcla de ambos y por eso soy el blanco mayor para molestar.

--Tranquilo, Adonis, no eres menos ni más que esos idiotas -murmuré para mí mismo, entrando en el aula de Música o mejor, mi lugar favorito, sentándome en uno de los primeros puestos junto a la ventana, este era el lugar más alejado de ellos, tenían la estúpida costumbre de sentarse en el fondo, mientras no me involucre, no es problema mío.

La persona que llegue a leer esta historia, mil gracias 😔😔💕
Es mi primera historia en Wattpad y no se si a alguien le llegue a gustar.

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M. FloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora