CAPÍTULO 1

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El irritante sonido de la alarma de mi teléfono suena sin parar, desde el otro lado de la puerta oigo la aguda voz de mi madre que penetra por las paredes hablando por su móvil.
Una vez me he desperezado, duchado y ondulado el pelo tal y como mi madre quiere, bajo al piso de abajo donde me espera ella, y el mismo desayuno que prepara todos los sabados.
-Buenos días Darianna- Me dice ella con su encantadora sonrisa.
-buenos días madre- Respondo. A lo que ella asiente, y yo me paro a desayunar.
Tras una hora y media terminando de arreglarme, charlando con mi madre y preparando las maletas, se escucha el claxon del coche de mi padre al otro lado de la ancha acera. Mi madre me acompaña hasta la puerta de su coche, me ayuda a guardar las pesadas maletas en su maletero, y me da un fuerte abrazo antes de subirme con mi padre.

El trayecto hasta la casa de Sidney de mi padre transcurre en silencio.
-Dari cielo, ¿tienes ganas de comenzar las practicas en tu nueva oficina de trabajo?- A lo que yo, intentando evadirme de su presencia y de sus inútiles intentos de entablar una seria conversación conmigo, respondo que sí.
«¿Tengo ganas?...¿o no?»
Supongo que tengo ganas de comenzar a trabajar, aunque solo sean unas prácticas, y así no tener que depender tanto del sueldo de mi madre, para todas mis cosas.
Una vez hemos llegado a la enorme casa de mi padre, desde luego mucho más grande que la de mi madre, me ayuda a bajar las maletas, y nos adentramos en la inmensa casa. Cuando nos encontramos en el recibidor, mi padre me guía hasta mi antiguo y provisional cuarto, y me deja mi tiempo para acomodar mis cosas. Son ya las doce de la mañana, cojo como puedo mi pesada maleta y la dejo caer en la polvorienta cama, (¿cuánto tiempo hará que no se limipa aquí dentro?...¿y cuanto llevarán estas horrendas sabanas de corazones en esta, mi cama?).
Tras un largo rato de doblar pantalones, colgar camisetas y estirar blusas, me dirijo al salón, donde me espera mi padre; -Dari cielo- (Odio la forma en la que me llama "Dari", me trae recuerdos de cuando era niña y la verdad, es que no fué precisamente tan buen padre como para recordar aquellos tiempos como unos "buenos tiempos".) -Has acomodado todas tus cosas en tu antiguo cuarto?-.
-Sí, papá, está todo listo, gracias-. Le respondo y me dirijo a la cocina a por algo de picar. Cuando cruzo el salón para volver a "mi" cuarto, mi padre me llama des del otro lado de este.
«mierda»
-¿Si?-, Asomo la cabeza por la gigantesca puerta con cristalera de colores.
-Acércate hija, quiero contarte algo-. Por supuesto que no tengo ganas de que mi padre me cuente cosas sobre su trabajo, sobre sus ligues o amantes, y mucho menos sobre lo genial y maravilloso padre que se cree que era pero aun así decido acercarme.
-¿Recuerdas cuando pasabamos las noches de invierno en este sofà viendo películas?, recuerdo que cada ultimo viernes de los meses de invierno, llegabas a casa después de tus extraescolares y me pedías siempre la misma película. Nos sentabamos los dos juntos envueltos en una manta, y tomando dos enormes tazas de chocolate caliente te quedabas dormida entre mis brazos y yo te llevaba a tu cama-. Me dice él, con una sonrisa llena de orgullo.
No es así exactamente como yo lo recuerdo, ni nos envolvíamos en ninguna manta, ni las tazas de chocolate eran tan grandes, y desde luego que no me quedaba dormida en sus brazos. Yo llegaba agotada de mis clases de baile, y mi padre me insistía para que viera la misma película de vaqueros todas esas interminables noches, hasta que me quedaba dormida de aburrimiento y era mi madre quien me llevaba a acostar y se quedaba acariciandome el pelo hasta que me quedaba completamente dormida.

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⏰ Última actualización: Jun 06, 2020 ⏰

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