CAPITULO 3 Elhy

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Al fin llegó el domingo, menos mal que el día anterior había transcurrido rápido, no veía la hora de salir de aquel lugar y sus recuerdos. Me apresuré y recogí algunas de las bolsas que me quedaban en el suelo y las subí al maletero.

 - No puedo creer que te vayas, - susurro mi madre aguantando el llanto. Yo intenté ser lo más cariñosa posible, aunque últimamente no lo había sido mucho con ella y sabía que me haría mucha falta después de todo.

- venga ya – Emma, no llores- sabía que se molestaba cuando le decía su nombre, pero al menos me regalo una sonrisa.- Elhy- me abrió los brazos para darme un abrazo, yo me refugie en su pecho. – no te olvides de tomar los medicamentos- su mano acariciaba mi pelo- recuerda que son para que puedas dormir y los azules son obligados para las crisis de ansiedad.

- que si- le sonreí- no te preocupes tanto vale- ya no soy una niña, ya se me cuidar. - Aparte que puede ocurrirme de malo en la universidad ¿no?Le dije adiós a mis padres después que se pasaron casi una hora dándome lecciones de vida y aconsejándome de las malas amistades y de cómo mantener a los chicos alejados, creo que me conocen de sobra y pasé a despedirme de mi única amiga, Tabitha. Prometió ir a visitarme en cuanto ya estuviera instalada.Tenía que apresurarme para no llegar tarde, aún me quedaban dos horas de viaje y no debía llegar mal mi primer día.Menos mal que en el camino había mucho que apreciar, tanta belleza. Y mis canciones de rock clásico hicieron el viaje más placentero. Aunque estaba algo aturdida por las dudas de cómo sería mi vida a partir de ahí. Intente concentrarme en el camino, por suerte no había tanto tránsito. Un rato más tarde llegue, la puerta era enorme, de madera antigua pero aún se podía oler la pintura, puede que de hace unos días. El tamaño de aquel lugar atemorizaba, solo esperaba pronto adaptarme y no ser el bicho raro. Camine por un pasillo larguísimo, parecía no acabar, hasta que llegue a inscripción, no entiendo porque pondrían tan lejos ese lugar. La señora que me atendió y recibió mis papeles daba un aire de tranquilidad y confianza. Fui a mi auto e Intenté cargar todo, pero no podía ni mover una de las cajas con libros, solo alcancé subir las maletas ligeras de peso. Al ver que me sería imposible subirlo todo fui directo a pedirle ayuda.}

- Disculpe - buenos días otra vez – sus ojos se fijaron nuevamente en mí.

- buenos días- hizo una pausa repasando la hoja de inscripción. – buenos días señorita Hesse. - repitió al localizar mi nombre.

- perdone, no quiero abusar de su hospitalidad- pero- estuve unos segundos en silencio. - hay alguien aquí que pueda ayudarme a subir las cajas, es que pesan mucho - le dije.

- si – tranquila- me dedico una cálida sonrisa- date una vuelta y yo le pediré a alguien que te las deje en tu habitación. -Tú número es 611. Repitió la señora de lentes redondos y pelo blanco que estaba detrás de la ventanilla.

- Ahh, muchas gracias, que amable de su parte. - respondí ante su simpatía – y cuál es su nombre. - mi nombre es Jaqueline, pero tú me puedes decir Jaky.- está bien- pues muchas gracias Jaky- muchísimo gusto.Iba a esperar un rato antes de ir al dormitorio para que diera tiempo a que subieran mis cosas y me dispuse a dar un paseo por el parque. Muchos árboles, y yo pateando las piedrecitas que había en el suelo. No había notado la cantidad de personas a mi alrededor, estaba concentrada en respirar libertad después de salir de casa. Hasta que paso esa muchacha con su cabello rojo perfecto, piel perfecta y aires de grandeza. Me chocó y ni siquiera se disculpó. Y a su lado una bajita de piel morena. Ojos alineados en una capa gruesa de delineador con una de sus piernas cubierta de tatuajes de colores. Algo raro a mí me gustaban, pero sin color, solo negro.

- Niña por dios - mira por dónde vas. Me acribillo con la mirada.

- ¿qué mire yo? – no dude en contestarle a la que parecía la bruja malvada de los cuentos infantiles, disfrazada de una mujer bella - eres tú la que casi me tumba- me queje - Pretendía ser educada.- me escaneo de arriba hacia abajo y Me dio la espalda riéndose y murmuró - ten mucho cuidado, niñata.}

Perdida en el.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora