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  6 de noviembre

    —Muy bien, queridos esclavos del sistema, ¿alguien podría hacerme el favor de decirme qué es la literatura clásica para que así yo, su espléndido profesor, no sienta que he fallado en mi vida al equivocarme de profesión?

  Apreté los labios y bajé la cabeza para evitar soltar la gran carcajada que estaba amenazando con salir. Sabía, por la expresión del señor Parker, que aquel comentario no había sido dicho con la intención de hacer reír a sus alumnos, como solía hacerlo. Y ese era quizá el motivo por el cual era mucho más gracioso.

  No obstante, un par de risas se oyeron por todo el lugar y el señor Parker suspiró, frustrado.

  —Me alegra mucho que mi sufrimiento les genere tanta dicha— dijo, sentándose sobre el escritorio—. Pero hablando en serio, ¿qué es la literatura clásica?

  Un gran silencio nos invadió a todos, e incluso pude ver como los que anteriormente soltaban grandes carcajadas, ahora se escondían bajando la cabeza. Miré entonces a Katy Hurt, quien era la única persona que solía participar en las clases del señor Parker. Ella siempre parecía tener la respuesta a todo y no tenía miedo de equivocarse; no obstante, cuando la miré, me encontré con que ni siquiera Katy parecía tener alguna idea sobre qué responder.

  Después de unos eternos segundos, el señor Parker frotó su barbilla y suspiró.

  —No puedo enojarme— murmuró—. Después de todo, a mi también me desagrada bastante. La odio, en realidad.

  Katy alzó la mano y preguntó, incrédula — ¿Usted odia la literatura clásica, profesor?

  —Oh si, la detesto enormemente.

  Sonreí sin poder evitarlo, porque así era el señor Parker. Y yo más que nadie lo conocía, después de todo, él se encargaba de supervisar el club del periódico escolar. Con todas esas horas compartidas y años de experiencia, podía afirmar que el profesor rompía todo tipo de estereotipo del típico profesor de literatura. Su humor fácil y ligero siempre le daba un toque atrapante a cada una de sus clases, incluso algunos alumnos solían decir que, para ellos, venir y escuchar al señor Parker es como un descanso. No lo dudaba, no por nada era mi profesor favorito.

  —¿Puedo preguntar por qué?— cuestionó Ben, un chico que pocas veces solía participar.

  —Es simple, señor Finch. Me resulta tan tediosa, en ocasiones demasiado fantasiosa y compleja de entender en algunos sentidos.

  》Su lengua de origen puede ser el latín o el griego— caminó un poco por el aula—, es por ese motivo que su traducción a veces no es tan precisa. Y entonces caemos en los famosos hipérbaton¹, que es lo que usted y yo tanto odiamos, señor Finch— todos reímos un poco.

  —¿Entonces por qué lo enseña?

  —Porque, lamentablemente, es la piedra angular de la literatura universal— sonrió—. Y antecedente histórico de la literatura moderna. Que eso si es lo importante—me apresuré a anotar ese dato en una hoja.

  Otro hecho admirable del señor Parker, es que siempre lograba que cada una de sus clases no pareciera ser una en realidad. Tenía esa facilidad para enseñar que simplemente atrapaba a todo el mundo, hacía que no pudieras dejar de escucharlo y por ese motivo olvidabas que seguías en la escuela, que debías tomar apuntes y escribir tus dudas. Si no estabas acostumbrado a ese estilo de enseñanza, seguramente terminarías perdido y con el cuaderno vacío. Ese era el caso de los alumnos de primero.

  Oh, ¿cuántas veces he tenido que ayudarlos? Natalie solía decir que iba a contagiarme de su estupidez. Aunque eso era un poco irónico, después de todo, era un chico de un curso menor quién la ayudaba con matemáticas.
 
  El señor Parker aplaudió fuertemente, llamando mi atención.

Las cosas que no me dicesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora