4. Haru

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Cuando salí de la cafetería decidí caminar un rato, mi cabeza es un lío y no estoy de humor para ver a nadie. Por suerte mientras caminaba encontré este pequeño parque, no hay muchas personas lo cual resulta perfecto para mí.

Hace años que no me siento en un columpio y por alguna razón en este momento se siente realmente bien hacerlo. Miro el cielo está ligeramente nublado. A lo lejos se ve una pareja de adolescentes sentados en una de las banquetas del parque. Según mis cálculos no deben de tener más de 16 años. La chica se muestra tímida en todo momento mientras que él por la forma en que se mueve parece estar nervioso. El chico parece recordar algo, saca su teléfono y se lo muestra, ambos comienzan a reír y por un momento sus ojos se encuentran. Incluso a esta distancia puedo notar lo mucho que transmiten sus miradas.

♪Mi corazón tiembla como el viento.

Las personas suelen hablar de lo maravilloso que es el amor y como este puede surgir con sólo una mirada. Los dramas suelen incluir escenas donde las miradas de los protagonistas se encuentran y así sin más surge el amor. En mi caso no sé si fue amor a primera vista pero el remolino de emociones que me hizo sentir Sergio la primera vez que lo vi es algo que nunca he vuelto a sentir por alguien más. A pesar de que siempre se ha tratado de un amor unilateral no me arrepiento de tener estos sentimientos hacia él, al contrario, los atesoro. Y es que muy pocas personas pueden decir que se han enamorado perdidamente de alguien, y yo soy una de ellas, quizás suene tonto pero me siento afortunada por ello.

♪Porque no me arrepiento de amarte recuerda solo los bellos momentos...

Con el tiempo Sergio se volvió uno de los mejores amigos de mi hermano y verlo en casa se volvió algo común, de hecho llegó al punto donde parecía que mis padres tenían cuatro hijos en lugar de tres (porque tengo que aclarar que aunque Tavo y yo somos sus únicos hijos de sangre a David siempre lo hemos considerado como parte de la familia).

Los cuatro pasamos muchas tardes juntos jugando videojuegos o viendo películas. Recuerdo lo mucho que anhelaba que llegara el sábado, el día que usualmente él y mi hermano jugaban. Mis padres, David y yo solíamos ir a apoyarlos. Amaba ver sus diferentes reacciones: la seguridad con la que jugaba, la concentración en cada uno de sus tiros, el alivio y felicidad cuando anotaban e incluso su enojo cuando algún integrante del otro equipo los provocaba. Sí lo sé, sueno como una acosadora pero para mí era una forma de sentirme cerca de él.

Hay un partido en particular que recuerdo con cariño: en aquella ocasión fue el cumpleaños de uno de los socios de papá por lo que mis padres no pudieron asistir al juego. Cuando David se enteró de que no irían simplemente se sentó en el sofá a jugar videojuegos obviamente con la clara intención de no ir. Fue así como termine recurriendo a mis altos niveles de convencimiento...

―Entonces es un trato ―David me ignora y continúa jugando Mario Cards.

― ¿David...?

Suspira ―te diré algo, si me ganas y prometes hacer mi tarea por un mes trato hecho.

―Eres un abusivo ―cruzo mis brazos y él levanta una ceja―. Que sea mes y medio.

―Pero...

― ¿Dos meses?

―Ok, ok, un mes. Pero serán dos de tres carreras.

―Trato ―con una sonrisa me entrega uno de los controles.

―Pero si gano no sólo me acompañas al partido, también haces mi tarea por un mes y... me invitas un helado (amo el helado, y si es gratis aún mejor).

― ¿Y el abusivo soy yo?

―A caso... ¿Tienes miedo?

―Te he visto despertar por la mañana, créeme, no hay nada más terrorífico que eso.

Vip es BigbangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora