Capítulo 1

3.9K 307 59
                                    

- Secuestrados -

Narradora:

— A ver, entonces qué planes tenemos hoy.— Decía Trujillo mientras se subía a la camioneta que Segismundo le había comprado a Gustabo.

— Iremos a los buzos, ganaremos dinero, iremos a por armas, apuñalaremos a alguien y nos iremos a nuestra casita a dormir tan ricamente.— Dice Gustabo subiéndose como conductor.

— Planazo.— Dice Johnny poniéndose atrás con Trujillo.

— De paso, podríamos preparar un atraco para mañana.— Dice Horacio subiéndose a la camioneta de copiloto.

— ¿Y si nos pilla la pasma?— Dice Rogelio poniéndose en la palangana con Segismundo.

— Pues usaremos el TDG.— Dice Gustabo.

— ¿Qué es eso?— Dice Segismundo.

— Técnica Del Gobierno, nos haremos los locos y esperaremos a que todo pase, también le podemos echar la culpa a otro.— Dice Gustabo poniendo en marcha la camioneta para ir a donde los buzos.

— Espera, después de ir a los buzos ¿Podemos ir a por ropa nueva?— Dice Horacio.

— No, iremos a por las armas.— Dice Gustabo conduciendo.

— Por favor, Gustabo.— Le pide Horacio.

— Por nosotros no hay problema, si Horacio quiere ropa nueva, que se la compre.— Dice Johnny.

— Joder... Está bien, Horacio, podrás ir a por ropa nueva.— Dice Gustabo.

• • •

— Me cago en la puta, ¡Dije que los apuñalamientos eran para luego! ¡No en donde los buzos y encima delante de todos!— Decía Gustabo conduciendo a toda velocidad.

— ¡Él ha empezado!— Se excusó Horacio.— ¡Se ha metido con mi cresta!

— Rogelio, Segismundo, ¡Agarraros fuerte!— Dice Gustabo conduciendo más deprisa, tenía a dos coches patrulla detrás de él y dos motos venían a su lado.

— ¡No quiero volver a la cárcel!— Dice Segismundo.

— Tranquilo primo, yo me encargo.— Dice Rogelio.

De una de las cajas que había atrás, sacó una pistola, apuntó a las ruedas de las motos, disparó a una de ellas y bingo, una moto menos.

— ¡Panda de capullos, parad el puto coche!— Decía el otro policía en la moto que quedaba.

— ¡Gustabo más deprisa me cago en la puta!— Dice Johnny.

— A ver, tengo una muy mala idea, agarraros todos fuerte.— Dice Gustabo.

En medio de la autopista, Gustabo dio un giro tan fuerte que logró echar dos vehículos fuera de la autopista, echándolos al bosque. Siguió conduciendo sin mirar atrás, en donde había formado un atasco de vehículos, y la policía ya no les estaba siguiendo.

— ¡Toma!— Dice Gustabo.

— ¡Macho casi me tiras, pero has logrado distraerlos!— Dice Segismundo.

— ¿A dónde vamos? No tardarán en enviar refuerzos.— Dice Horacio.

— A una casa que tengo yo que está a tomar por culo, no irán ahí ni de coña.— Dice Trujillo.

— ¿Y la ropa? — Dice Horacio.

— ¡No!— Dice Gustabo.

— Tranquilo, cerca de mi casa hay una tienda de ropa, yo te guío hasta ella.

• • •

— Venga, cámbiate y cómprate la ropa que quieras, pero corre.— Dice Gustabo encendiéndose un cigarro mientras Horacio baja del vehículo y entra en la tienda.

— Tienes que dejar de fumar, Gustabo. — Le dice Johnny desde el vehículo.

— Calla.— Pero antes de que Gustabo le diera una calada a su cigarro, Johnny se lo tira bajándose del vehículo.— Hijo de puta. Mejor entro dentro, con Horacio.— Dice entrando dentro.

— Gustabo, ¿Qué crees que va mejor con mi cresta?— Pregunta Horacio.

— Nada, todo te queda mal, quítate esa cresta, Horacio, da mucho asco.— Le dice Gustabo.

— ¡No! ¡Es mi identidad! ¡Todos en esta ciudad me conocen por mi cresta!

— ¡Por eso mismo, Horacio! ¡Porque todos te conocen!

Mientras Gustabo y Horacio discutían sobre el peinado de Horacio, la policía ya había llegado, y habían arrestado a Johnny, Trujillo, Rogelio y Segismundo.

Unos tiros empezaron a escucharse fuera de la tienda, Horacio y Gustabo salieron alarmados de ahí y al salir vieron muertos en el suelo a varios policías y a sus amigos con vida y esposados de milagro.


— ¿Qué coño ha pasado?— Dijo Gustabo acercándose a ellos.

— ¡No lo sé! ¡De repente empezaron a escucharse tiros! ¡Y han caído varios agentes!— Dice Trujillo.

— Espera, vamos a intentar desesposaros.— Dice Gustabo intentando desesposar a Johnny mientras Horacio intentaba desesposar a Trujillo.

De repente, unos hombres enmascarados y armados se acercaron a ellos, impidiendo que pudieran desatar a sus amigos.

— Manos arriba.— Decía uno de ellos, Horacio y Gustabo levantaron las manos, se acercó otro enmascarado y los esposó a ambos, los metió en una furgoneta y se fueron, dejando solos a los amigos de ambos chicos.

Infiltrado || Intenabo ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora