Capítulo 2

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Me encuentro en una sala opaca, sin nada dentro, muy limpia, me acerco a la pared; esta fría. Cierro los ojos. Apago la linterna. Y me siento en el frio suelo. Me siento a gusto dentro de esta especie de caja. Lejos de todo el mundo, lo que me rodea, un lugar en el poder estar por fin con ellos, a solas.

Mis padres.

Me acuerdo de cuando hacíamos acampadas en el bosque, buscando pececillos en el río. Nos lo pasábamos muy bien por aquellos tiempos.

Vuelvo a abrir los ojos. Y mi sorpresa es que ya no estoy en un sitio oscuro y pequeño. Estoy en el bosque de cuando era pequeña, no me acordaba de tantos detalles de los que ahora si que me doy cuenta, hay flores por el suelo, son margaritas y algún diente de León. Los árboles son hayas. Y escucho un río a lo lejos. Y pájaros silbando. No sé como he llegado hasta aquí, estaba en una habitación cierro los ojos y luego me encuentro en un bosque.

Es un sueño seguramente. Intento despertarme, no puedo. Será una alucinación, no he comido nada desde ayer a la cena.

Mientras dure el sueño este, voy a intentar saber porque he llegado a parar aquí o a andar en dirección a la que creo que había un merendero; me sentaré y descansaré un poco, creo que está a unos setecientos metros mas o menos de donde estoy.

Me parece raro que haya recordado este bosque y me encuentre ahora mismo. Puede que funcione como una especie de transportador. Pruebo otra vez. Cierro los ojos y pienso en el merendero. Vuelvo a abrir los ojos.

Me llevo una decepción, estoy en la habitación. Tan oscura como la dejé, sin hojas, ni ríos, ni pájaros, ni mis padres. Me levanto, estoy dispuesta a volver más veces a esta especie de caja, cubículo o como se llame. Enciendo de nuevo la linterna y subo las escaleras poco a poco.

Caja de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora