Al llegar arriba, me ciega la luz, las cortinas están corridas, dejando pasar toda la luz hacia el interior de la habitación.
-¿Dónde estabas? No te encontraba, veo que ya as visto la casa. -Dice el P mientras señala la puerta por la que acabo de subir.
-¿Por qué la mayoría de puertas están cerradas?
-No sé, igual el anterior inquilino las quiso cerrar por algo.
-¿Pero por qué?
-Que no se, y me da igual. Si están cerradas, están cerradas, no te pegues media hora pensando el porqué. Bueno, te enseño tu cuarto. Sigue me.
Salimos de esa habitación y vamos a la tercera puerta de ese pasillo; la última que me quedaba por abrir.
Gira el pomo, y me deja pasar primero.
Es una habitación rosa palo, con una cama a la derecha, algo pequeña para mí. Hay un estante llena de muñecas de porcelana. También hay un baúl rosa al fondo de la habitación, un armario medio roto también rosa. Hay una pequeña ventana a la izquierda. Voy hacia ella para iluminar un poco esto. La abro, y detrás de las contraventanas, hay una reja de hierro, formando rombos perfectos.
-Te traeré la maleta, luego limpiarás esto -Lo dice señalando todo el cuarto - y cuando acabes, cenaremos.
-Bien.
Cojo una pequeña camiseta del armario, es de un corazón rojo en medio. Parece que es la talla de una niña de ocho o nueve años.
Y me pongo a quitar un poco el polvo de esa habitación.
Me siento observada. Sé porque.
Cojo todas las muñecas de porcelana que puedo, y las llevo a la basura de la cocina. Me hago dos viajes más cargada. Tenía muchísimas muñecas, que asco.
Cojo el móvil y me pongo música. Sigo limpiando.
▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪
Después de la cena, que por cierto, ha sido horrible; hemos comido pollo muy seco, con verduras. Lo peor ha sido el tema de conversación:
-¿Dónde has estado esta mañana cuando has ido a mirar la casa?
-Donde me has encontrado.
-Si, pero, detrás de esa puerta, ¿Que hay?
-Nada, solo escaleras. - No quiero compartir con él el secreto de la habitación esa.
El P medio enfadado, deja los cubierto en la mesa con mucho ruido. Se junta las manos y me observa.
-Unas simples escaleras no serán. Toda escalera lleva a algún sitio. Y esa no va a ser una excepción.
Me iban a pillar. Mierda...
-Hay otra habitación.
-¿Y cómo es? -Parecía que lo hacía a posta, como si supiese la verdad, pero quería escuchar al pecador ante el pecado.
-Es, es...-Empecé a tartamudear un poco. Me estaba poniendo nerviosa.
-¿ Te has vuelto tartamuda o qué? Si quieres te llevo a un profesional a ver que te dice. - Siempre jodiendo. En cuanto pudiese, me iría lejos de él.
-Es, una especie de trastero, hay cajas, llenas de fotografías, cintas de vídeo, casettes y cosas por el estilo.
-No costaba tanto decirlo niña.
Odio cuando me llama niña, lo odio.
- Tenemos vecinos. Pasate mañana a darles algo de comida. Quiero llevarme decentemente bien con los que te van a soportar durante estos veranos.
-Bien, les llevaré algo de lo que sobre del desayuno. -Me daban igual los vecinos, prefería no tener.
Me levanté de la mesa, recogí mi plato y me fui hacia el segundo piso. Quería seguir investigando. Cogí de mi nuevo cuarto el móvil, una pequeña linterna y una sudadera.
¿Cómo puede haber cuatro pisos si no hay escaleras para subir al siguiente? Genial...
Salgo de mi cuarto y miro el pasillo. Tan solitario, triste y viejo...
Si hay una escalera oculta para bajar, igual hay otra escalera oculta para subir.
Al final me decido ir por la planta baja. Voy al "salón". Porque para un sillón con tres patas y una mesa... No se si el termino " salón ", le viene grande...
Miro todos los rincones, de la casa, y no encuentro nada. Al final lo único que he conseguido mancharme la sudadera y quedarme sin pilas de la linterna.
Frustrada, voy a mi última opción.
-Emmm, ¿sabes como subir a la tercera planta de esta casucha?
Lo veo tensarse un poco, y luego se relaja. Se gira para mirarme. Y me mira mas fríamente de lo normal.
-¿Qué dices niña? Esta casa solo tiene dos pisos y el sótano que dices tu.
-Que si que hay tres plantas. Las he contado. Hay tres.
-Que no niña, pues estarías soñando, esta casa solo tiene dos.
-Joder, que no estoy tan ciega. ¡Se lo que veo y yo he visto que esta puta casa tiene tres malditas plantas!
-Anda, cállate niña.
-No me llames así capullo.
-Y tu a mi tampoco. Porque no lo soy
¡Aggg!
Suelto un grito y me voy. Esta conversación no lleva a ninguna parte.
Subo otra vez las escalera a " mi cuarto" y me hecho encima de la cochambrosa cama.
Lo odio. Mas que a nada en el mundo. Y tengo que aguantarle hasta los dieciocho...
Abro la cama, cojo el portátil y me meto dentro. Empiezo a meterme en las redes sociales.
No hay mucho nuevo. Me meto a la galería.
Me aparecen pocas fotos. Y la mayoría son de mi infancia.
Mis padres...
Los hecho de menos.
-Te encontraré papá, lo prometo.
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Caja de cristal
Teen FictionMadison va a vivir a una nueva casa en sus vacaciones. Después de tantos años sin su padre, empeñada en no olvidarlo jamás y con la posibilidad de encontrarlo, decide investigar por la casa. Encuentra una especie de habitación mas o menos secreta. L...