Cap 2: Las tormentas destrozan vidas.

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Mi alma se desvaneció al ver que se llevaban el cuerpo de mi madre. 
Mis párpados querían caerse, mis ojos estaban hinchados, mi cuerpo exhausto y mi mente hecha un caos. 

Me encontraba tirada de rodillas en el piso de la cocina, de mis ojos no paraban de salir lágrimas. 

Me contuve lo más que pude para no impedir que se la llevaran, quería tenerla ahí y abrazarla, pero no fue por mucho.

Cuando estuve apunto de correr tras la ambulancia mi padre entró a la casa y al verlo no dudé en ir a abrazarlo.

Sus brazos me recibieron con la misma calidez de siempre.
Quería refugiarme en él. 

Él se veía guapo como siempre con su traje formal. Estaba muy perturbado, y aunque su figura era imponente podía notársele lo abatido. 

Mi padre era un hombre intimidante, alto, bien parecido y muy estricto, hasta podría decirse que misterioso. Pero ninguna de esas características pudo esconder que él estaba muy afligido.

Yo estaba consiente de que él haría todo para que yo pudiera estar mejor, aún si eso significaba actuar como si él no estuviera tan afectado.

Lo admiraba demasiado y verlo tan mal me ponía peor.

—Se fuerte princesa, —dijo al verme en tal estado.

— Se ha ido papá, para siempre, ¿por qué? —Dije con el rostro apoyado en su pecho.

Mi padre no sabía que responder, trataba de reprimir su llanto pero era imposible esconder que también se sentía roto.

Te entiendo papi

Entiendo perfectamente lo que te está pasando, mi mamá ya no volverá.
Sentí una opresión en mi pecho que me hacía respirar con dificultad, estaba absorta, aturdida por todos los sentimientos revueltos dentro de mí, desgarrando cada parte de mi ser. 

Jamás había perdido algo tan valioso. Mi pecho dolía, dolía como nunca.

¿Qué ocurrió?

Esta mañana todo era perfecto ¿Qué, la burbuja de felicidad explotó?

Todo esto ¿demonios que sucede?

Una soledad inmensa me atrapó, lo que veía a mi alrededor ya no era un hogar, solo eran espacios desiertos.

Solo sentía el viento y el vacío que había en el Interior de aquellas paredes.

En los brazos de mi padre al menos me sentía protegida, pero eso no disminuía mi dolor. Lo abracé tan fuerte que sentí que el podría partirse, pero ya lo estaba

¿no?

Al cabo de unas horas ya no había sangre, ni cuerpo, ni luz.

Me costaba respirar, el oxígeno ya no era suficiente para mantenerme con vida.
Miré unas 20 veces todo el lugar, qué tormenta tan cruel pasó por esta estancia.

Subí a darme un baño para quitarme la sangre. Por segunda vez en este día el agua me oiría, pero esta vez llorar, y hacerlo sin ataduras porque una tormenta se llevó al sol más lindo e iluminador.

Entré a mi habitación, ya no era la misma, como si la oscuridad se hubiera apoderado de ella.Imaginé a mamá aquí  todas esas veces que se quedaba a dormir conmigo cuando de pequeña solía tener pesadillas y estaba asustada. Experimenté un sentido parecido al miedo, seguido por la preocupación y la rendición.

Mi cerebro palpitaba, el dolor junto con los latidos de mi corazón, el miedo y la tristeza.
Mi mente estaba divagando, buscándole un motivo o una explicación a esta situación, qué ocurrió de la nada, tan sorpresiva y arrolladora.

Misterioso asesinato.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora