Capítulo 5

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Con el corazón latiéndole con fuerza, JongIn lo guio hacia la avenida principal, lejos de sus compañeros, con la esperanza de reparar con unas cuantas palabras bien escogidas el daño causado aquella tarde.  Su cuerpo todavía se estremecía al evocar su forma de bailar, de inclinar la cabeza hacia atrás cuando reía. Verlo disfrutar tanto de la vida le hacía sentirse vivo de nuevo y dispuesto a creer en la magia de la noche. La mano de él, estaba húmeda, al igual de la suya propia. Sudorosa, como la mano de un adolecente que está a punto de dar su primer beso. La ironía podría verle hecho sonreír: Un chico malo y experimentado como él temblando como un flan. Pero lo cierto era que la situación distaba mucho de ser divertida.
-JongIn.
KyungSoo lo detuvo frente a los coches de choque. La atracción estaba desierta y silenciosa.
-Probablemente tienes muchas preguntas que hacerme- lo interrumpió JongIn-. Y las contentare todas, una por una.
Tomándolo de la mano, KyungSoo hizo girar sus cuerpos para que quedaran uno frente a otro. Lo miro con una mezcla de asombro y, para que negarlo, de ardiente pasión. La tenue luz de la luna bañaba su piel suave, la delicada forma de su rostro.
-Me has enviado un telegrama bastante acrobático.
Él sonrió, encogiéndose de hombros. Había querido disculparse con estilo, mostrarle que, a pesar de sus dudas, haría cualquier cosa por volverlo a ver.
-Por lo menos, te ha hecho venir.
Él rio.
- ¡Estas muy seguro de ti mismo!
- ¿Eso crees? Deberías haberme visto después de que te fueras- dijo, llevando las manos de KyungSoo hacia su rostro y acariciándose la piel con sus nudillos-. No te hubiera parecido tan seguro entonces.
Era cierto. Había pasado toda la tarde recriminándose por como lo había tratado, temiendo haberlo ahuyentado. Pero él había vuelto, a pesar de todo. Como muestra de agradecimiento, poso los labios sobre los dedos del chico con adoración. KyungSoo suspiro y empezó a temblar. Él le acaricio el cabello, sin poder creerse que estuvieran compartiendo un momento tan íntimo.
- ¿Por qué no viniste tú en persona? - susurro él.
JongIn le había dicho la noche anterior que su cicatriz era la razón por la que nunca dejaría la feria. Pero ahora quería una explicación más profunda.
-Por qué…- Empezó a decir él.
Maldición, era demasiado pronto para contarle lo del accidente y el tiempo que pazo en la cárcel. Rompería la frágil unión que por fin habían alcanzado. En su lugar, tomo el rostro de KyungSoo entre ambas manos y le acaricio los pómulos con los pulgares. Era bellísimo.
-Siento haber estado de mal humor esta tarde- se disculpó.
Él enarco las cejas, dejando claro su desilusión ante la falta de respuesta en su pregunta.
- ¿Por qué trataste de ahuyentarme de tan malos modos?
-Eres muy directo.
KyungSoo sonrió, jugueteando con una de sus manos. Sentía que le ardía la piel al entrar en contacto con la de él. Un fuego que había estado alimentándose durante varios días y que estaba a punto de descontrolarse.
-A juzgar por lo que hiciste, cualquiera diría que te estaba molestado- continuo-. Que te parecía un pesado.
-No- respondió mientras se inclinaba hacia él y lo besaba levemente en la frente, que le olio a gloria-. No quería empezar algo que fuera a acabar pronto. Tu no perteneces a la clase de donceles que participan en esa clase de juegos.
- ¿Y tú como lo sabes?
Él lo aparto ligeramente, deslizando las manos por sus hombros- No lo hagas, KyungSoo.
- ¿Qué no haga qué? - parecía frustrado, confuso-. ¿Qué no reconozca que todas las noches pienso en ti cuando estoy en la cama?
Él gimió y cerró los ojos.
-JongIn.
Noto como KyungSoo se acercaba a él. Cuando abrió los ojos de nuevo, se encontró con una mirada ardiente y devoradora.  El ansia de él era tan obvia que se sintió aturdido. KyungSoo se puso de puntillas y lo beso con suavidad. JongIn se quedó quieto, como atontado, sintiendo un hormigueo en los labios. No pudo ser más que llevarse la punta de los dedos a la boca e intento revivir el contacto.
-No me importa si te vas mañana- le confeso él-. Pero me odiaría a mí mismo si no lo intentara.
JongIn nunca se había sentido tan indefenso ante la insinuación de un doncel. Su beso había sido tan inesperado, tan arrebatador, que lo había dejado totalmente hechizado. KyungSoo se acercó todavía más a él, manoseando los plieguen de su camisa.
- ¿Y sabes qué? Que me odiaría a mí mismo si no…
Tras vacilar durante una milésima de segundo, volvió a ponerse se puntillas y, agarrándolo por el cuello, lo atrajo hacia sí. Sus labios se juntaron con urgencia, como si por fin disfrutaran del permiso para hacer algo que les había estado prohibido durante mucho tiempo.
Mareado, JongIn sintió una pequeña explosión dentro de él. Lo estrecho entre sus brazos con ternura, elevándolo hasta que sus pies quedaron suspendidos en el aire. Se besaron apasionadamente, y paladearon un sabor prohibido y embriagador. Él intentó con todas sus fuerzas ir más despacio, pero la pasión de KyungSoo iba en aumento. Exploro febrilmente su cabello con los dedos, desordenándolo. Sus jadeos eclipsaban el latido de sus corazones, que palpitaban al unísono, muy cerca el uno del otro. Él quería más, mucho más. Pero…
KyungSoo se detuvo a tomar aire, y arrastro los labios por su mandíbula hasta recostar la cabeza sobre su hombro. JongIn tenía las manos apretadas en torno a los plieguen de su camisa y luchaba contra su deseo de poseerlo.
-No te puedes imaginar la de veces que he imaginado que esto ocurría- le musito él al oído.
Su cálido aliento en esa sensible zona le produjo un escalofrío.
-Yo también- aseguro él, sin revelar lo lejos que llegaban sus fantasías sobre KyungSoo. No quería asustarlo.
Cuando él se relajó en sus brazos, JongIn lo bajo al suelo. Una vez allí, lo aparto ligeramente. Su pulso se aceleró al verlo fruncir el ceño. Seguramente se estaría preguntando porque había decidido parar.
Por el momento.
-Eres tal y como me imaginada- Sentencio JongIn.
- ¿Entonces, por qué...?
-Porque estamos muy bien así.
En él rostro preocupado de KyungSoo se dibujó una expresión de júbilo.
- ¿Deberás?
¿Cómo explicarle que su beso le había hecho sentir joven de nuevo? ¿Qué gracias a él sentía que el mundo era un lugar nuevo, lleno de posibilidades? ¿Qué KyungSoo le hacía sentirse amado, íntegro, completo?
-Me has dado mucho más de los que crees- le aseguro él-. Y me gustaría que las cosas se quedaras como están…
Intactas, perfectas.
Él apretó sus manos con más fuerza.
-No tienes por qué tratarme como si me fuera a romper, ¿Sabes? Si lo que quieres es pasarlo bien y luego largarte, no tienen por qué preocuparte.
Sabía que tipo de hombre era.
-Si quieres besarme un poco más- añadió-, por mí, no dejes de hacerlo.
Su corazón tembló al oír el comentario. No pudo evitar atraerlo hacia su pecho. KyungSoo podría ser suyo aquella noche. Y, por qué no, el resto de su vida. No había querido pasar del beso porque dudaba que algo tan increíble pudiera repetirse. Sobre todo, teniendo en cuenta su experiencia pasada. Cuando se fuera con la feria a otra ciudad, volvería a las andadas. Así era la vida. KyungSoo sería un producto de su imaginación, un recordaría de lo que podría haber sido el futuro si él se hubiera atrevido a correr el riesgo. Se abrazaros, envueltos por la oscuridad de la noche. Poco a poco, su respiración empezó a acompasarse y, finalmente, se sereno. Aunque no completamente pues la cercanía de KyungSoo lo mantenía muy cerca del punto de ebullición.
Estaba tan concentrado en él que, al principio, no se dio cuenta de que algo estaba ocurriendo en el Látigo. Un movimiento, un sonido metálico. Una figura corpulenta vestida de negro, un hombre que bien podía haber sido la propia sombra de JongIn, estaba manipulando una de las atracciones.
Entregado en los brazos de JongIn, KyungSoo aspiro el embriagador aroma masculino del hombre del que se había enamorado tan rápidamente. Todavía le daba vueltas la cabeza por el beso que se habían dado.  Le seguía sorprendiendo haber sido lo sufrientemente atrevido para hacerlo. Pero lo más increíble de todo era que no había sido JongIn el que había tomado la iniciativa. Una cosa era cierta: JongIn lo había llevado a aquel paraje aislado para estar a solas con él. Pero había sido él, KyungSoo, el que se había abalanzado sobre moreno.
A por él se había dicho así mismo.
Mientras acariciaba su espalda con las palmas de sus manos, KyungSoo poso la mejilla sobre su poderoso pecho, cerró los ojos y escucho los latidos de su corazón. Cuando percibió que se había puesto tenso, se les cayó el alma a los pies. ¿Había acabado ya el mágico momento? JongIn le puso un dedo en los labios, dándole a entender que se quedara callado. A continuación, lo ayuda a sentarse en el suelo, cerca de la barrera metálica que rodeaba la atracción.
-Quédate aquí- le susurró al oído.
Tras lo cual se agacho y desapareció furtivamente, como si se tratara de un animal persiguiendo a su presa.
Si JongIn pensaba que él se iba a quedar allí quieto sin hacer nada, desde luego que se equivocaba. Callado si se quedó, pero se situó de manera que podía verlo acercándose al Látigo.
A pesar de la oscuridad apenas iluminada por la pálida luz de la luna, pudo ver lo que estaba ocurriendo. Alguien estaba interfiriendo con los componentes mecánicos de la atracción. Y a juzgar por la reacción de JongIn, no se tratará de un operario trabajando horas extra. El miedo lo sobrecogió cuando vio que JongIn se acercaba a él por detrás. ¿Qué pasaría si sorprendía al extraño y este la emprendía a golpes contra él?
Antes de que KyungSoo se pusiera de pie en un insensato intento de defender a un hombre que podía arreglársela bien solo, el intruso se volvió violentamente. Un objeto metálico, ¿Quizá una llave inglesa?, salió disparado hacia la cabeza de JongIn, pero este bloqueo el ataque y le pego un puñetazo en la mandíbula al intruso. El hombre salió disparado por el impacto. KyungSoo se puso de pie, pero no iba a cometer la tontería de ponerse a gritar o echar a correr. Iría en ayuda de JongIn si este la necesitaba, pero no quería correr el riesgo de distráele y que le hicieran daño por su culpa.
- ¿Qué demonios está haciendo? - oyó que preguntaba JongIn.
El extraño, que había rodado por el suelo, consigo ponerse en pie y, tras vacilar durante un instante, se dio a la fuga. JongIn echó a correr tras él.
- ¡No! - grito KyungSoo, haciendo su aparición desde detrás del coche de choque con la idea de conseguir ayuda. Pero cuando se estaba aproximando a la hoguera, JongIn lo alcanzo. Estaba más enfadado que falto de aliento. Sin más rodeos, se lo llevo hacia el Látigo. Quería inspeccionar la atracción.
-Se ha metido en un camión que estaba aparcado justo al lado de la verja. No tenía matricula, pero me he quedado con la descripción.
-Llamaremos al sheriff McCabe. ¿Tienes un teléfono móvil?
-No, no lo tengo aquí.
JongIn se llevó las manos a las caderas mientras echaba un vistazo a la atracción al tiempo que maldecía en voz baja.
-Además, aunque McCabe es un buen tipo, la verdad es que no tengo mucha confianza en la justicia.
- ¿No te ayudo en el pasado?
-Eh oído hablar de otros sabotajes que se produjeron aquí.
Su propia madre había aprovechado esas historias en su lucha contra la feria, aunque sin mucho éxito.
-Sí, McCabe me ayudo. Tuvimos un par de casos de vandalismos. Primero, alguien se metió con un cuchillo en la tienda de nuestro adivino. Luhan tuvo la suerte de no encontrase dentro en ese momento, pero los daños fueron terribles.
KyungSoo había oído a Minseok hablar de Wu Luhan, también conocido como Lady Pandora. Este no solo se había hecho célebre por sus dotes adivinatorias, sino que además se había comprometido con el alcalde de la ciudad.
- ¿Fue el del Pulpo el segundo incidente que tuvisteis?
JongIn asintió, dirigiendo la mirada hacia la otra atracción, cuyos oscuros brazos se extendían como tentáculos.
KyungSoo recordó los detalles del incidente. Uno de sus antiguos alumnos se encontraba subido en la atracción, cuando esta se detuvo repentinamente. Se decía que el sheriff McCabe y un operario anónimo, acaso JongIn, habían rescatado al público, que estaba muy asustado. Afortunadamente, nadie había resultado herido.
- ¿Crees que esta es la tercera vez? - pregunto KyungSoo, consciente de lo que le estaba pasando a JongIn por la cabeza.
Él no contesto.
-El CDM no ha tenido nada que ver con esto- continuo KyungSoo.
-Yo no he insinuado lo contrario- lo interrumpió él, poniéndose de pie. Sin mirarlo, continuo-: Tengo que investigar lo que ha ocurrido con el sheriff.
Su voz sonaba grabe y firme. No había vuelta de hoja.
¿Se estaría deshaciendo de él otra vez?
No. No estaba dispuesto a dejarlo.
- ¿Quién crees que lo ha hecho?
-KyungSoo, creo que es mejor que nos olvidemos de esto por el momento.
Suspiro, exhausto, mientras se pasaba los dedos por el cabello que KyungSoo había soltado de la coleta al besarlo.
-Muy bien- repuso él, recuperando la compostura-. Me imagino que no hablas del trabajo con tus “ligues”- continuo, pronunciando la última palabra con un deje burlón.
Él lo miro, molesto.
-No hablo de asuntos de trabajo con la gente de la ciudad.
-En ese caso- continuo él tratando de sonreír, como dando a entender que no se sentía ni la mitad de ofendido de lo que realmente estaba-, creo que no tengo nada que hacer aquí aparte de irme.
-No te vayas, KyungSoo.
Le tendió una mano, pero la bajo enseguida, al ver que él no aceptaba su gesto de reconciliación.
-No lo entenderías- continuo.
KyungSoo odiaba pelearse con él. No tenía ningún sentido. Sobre todo, después de haber vivido un momento tan intenso hacia solo unos minutos.
- ¿Por qué no confías en mí, JongIn? Cuéntame lo que está ocurriendo.
Se sentó junto a él. Él vacilo.
-Antes de venir a Blossom no habíamos tenido nunca este tipo de problemas. Ahora, desde que existe el CDM, estamos sacando una serie de conclusiones.
KyungSoo hubiera querido decirle que Blossom también había sido un lugar idílico hasta la llegada de la feria, pero se contuvo. JongIn estaba hablando de la gente con la que él se había criado. Gente que había cocinado pastelillos para su familia y para él, que había asistido al funeral de su padre, que lo había tratado con respeto durante años. La lealtad le hizo salir en su defensa.
-No me puedo imaginar a ninguno de mis vecinos haciendo algo que pudiera hacer daño a alguien.
Él dejo escapar una risotada amarga.
-Entonces es que no conoces el género humano.
Su cicatriz brillaba a la luz de la luna, recordándole a KyungSoo todas aquellas cosas que aun desconocía sobre él. Se habían besado; él lo había tocado como nunca lo había hecho otro hombre. ¿Por qué se interponían entre ellos unas meras palabras? ¿Por qué no le hablaba más sobre sí mismo?
<< Porque al fin y al cabo no sois más que dos extraños >>, se contestó él mismo. << Porque todavía os queda un largo camino que recorrer >>.
Él lo sorprendió mirando su cicatriz y volvió la cabeza para que quedara fuera de su vista.
-No quiero que discutamos- musito KyungSoo-. Sé que alguien te hirió una vez y te hizo daño. No sé lo que ocurrió, pero si alguna vez me lo quieres contar, soy todo oídos.
Él pareció relajarse al oír sus palabras.
-Y todo corazón.
KyungSoo le tendió los brazos, conmovido. Sus dedos se entrelazaron.
-Me gustaría hacer que las cosas te fueran bien- murmuro él con un nudo en la garganta.
El rostro de él quedo sumido en la oscuridad. KyungSoo no sabía si aquello se debía a un cambio en la posición de la luna o a que el moreno se había apartado de él. Lo único que sabía era que JongIn se había vuelvo a cerrar a él.
Pasaron unos minutos en silencio.
Finalmente, el descanso la mano en su brazo y rompió el silencio.
-Blossom es un sitio estupendo.
JongIn decidió no hacer ningún comentario. Si sus sospechas sobre el saboteador resultaban ser ciertas, KyungSoo iba a llevarse una desagradable sorpresa.
Tenía que tratarse de uno de los habitantes de la ciudad. ¿Quién sino odiaba tanto a los feriantes? ¿O quizás a él mismo?
-De hecho- continuo él, apretándole el brazo-, te lo puedo demostrar.
Su determinación por animarlo le hizo sonreír.
- ¿Cómo?
Al ver que había dejado de estar enfurruñado, él también se animó.
-Alguno de mis antiguos alumnos me han invitado a un recital de piano. Tendrá lugar mañana en el ayuntamiento a las doce del mediodía…
No termino la frase, ya que probablemente esperaba que JongIn se negara a ir sin ni siquiera considerar la invitación. Pero su entusiasmo lo conmovió. Se lo veía tan orgullo de aquellos niños… y tan interesado en él, en JongIn.
- ¿Eres profesor?
-Cuando no estoy ligando con chicos, si- rio él-. Acabo de terminar mi primer año.
El rio a su vez, divertido al imaginarlo en una clase enseñando a los niños a leer y a portarse bien.
Al ver que él no respondía, suspiro.
-Bueno, por lo menos lo he intentado.
-Has estado a punto de hacerme ir con esa sonrisa que tienes.
- ¿Lo intento otra vez, esta vez con más ganas?
De verdad estaba dispuesto a hacerle cambiar de parecer. Pero JongIn no podía olvidar la predicción de Luhan. <<Presiento que tu visita a la ciudad va a acarrear problemas…>>.
¿Serian aquellos problemas más duros que la agonía que lo consumía en ese momento, sabiendo que no volvería a ver a KyungSoo durante horas?
- ¿Volverás mañana? - pregunto él para cambiar de tema mientras le apartaba un mechón de cabello de la cara.
Tras una breve pausa, él asintió.
-No soporto la idea de estar lejos de aquí.
JongIn volvió a besarlo, esta vez con especial lentitud y suavidad, perdiéndose a sí mismo en la sensualidad de aquellos labios que prometían contactos más íntimos.
Finalmente se separaron, pues JongIn tenía que llamar al sheriff.
-Me encantaría que vinieras al recital- le rogo él con fervor-. Una visita a Blossom no te va a hacer daño.

Una vez se marchó, JongIn se sintió como si se lo hubieran arrancado de su cuerpo. Nunca antes había sentido, ni imaginado, un dolor tan intenso.

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Arriésgate en la pasión. (KaiSoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora