Reconocimiento: Comprensión de una verdad existente.
Lunes a la mañana, nueve y cuarto, y previsiblemente, sigo en el trabajo.
Sentado en su silla, Jeonghan se quitó sus anteojos y se masajeó el puente de su nariz. La oficina estaba tranquila en ese momento, y sabía que era el único que quedaba en el piso.
Ésta era la mejor parte del día. Ésta era su parte del día. Era el momento en el que se podía relajar, dejar a un lado los títulos, propiedades, y apariencias y tan solo ser.
De pie, movió el cuello de lado a lado mientras se aflojaba su corbata azul de un nudo perfecto en la base de su garganta. Era hora de dirigirse a su lugar habitual por una bebida rápida antes de dirigirse a casa. Recogió su maletín, caminó hacia la
puerta de su oficina, apagó las luces, y se dirigió al ascensor. Mientras esperaba a que llegara a su piso, le echó un vistazo a su lugar de negocios.Huh, ¿quién lo hubiera pensado?
Seokmin y él, realmente habían hecho algo de sí mismos. Fue un poco sorpresivo, teniendo en cuenta sus días salvajes en la universidad, pero en lo que a él respecta, para eso era la universidad, para probar un poco de todo y todos, y después de...
bueno, él, Jeonghan se aseguró de probarlo todo.Seokmin siempre le parloteaba sobre sentar cabeza con alguien. Eso probablemente sería una jodida excelente idea, pero él no era como Seokmin, quien se encontraba bien en su tercer año de matrimonio.
Jeonghan no tenía deseos de cegarse ante nadie, hombre o mujer, especialmente cuando era mucho más excitante tomar exactamente lo que se le ofrecía. Una ciudad de ese tamaño, proveía de demasiadas opciones, y hasta el momento en que su polla se pusiera dura por una sola persona, él planeaba usarla en su mayor potencial.
Cuando la puerta del ascensor se abrió, Jeonghan continuó con una sola meta en su cabeza, conseguir una bebida.
Un gin-tonic, y después su vida sería agradable y genial.
Tenía un trabajo exitoso, un apartamento en el centro y una oficina ubicada al lado de su bar favorito. Si fuera un hombre arrogante… Bueno, bueno, ¿a quién quiero engañar? Soy un hijo de puta afortunado.
* * * *
Empujando las puertas dobles de After Hours, Jeonghan dejó el aire frío y nocturno, y se adentró en los alrededores confortantes de su lugar favorito para pasar el rato. Mientras la familiar iluminación tenue del interior lo invitaba a adentrarse, se acordó de porqué amaba ir a ese lugar. Era el lugar perfecto para sentarse, observar, y si quería, cazar, y él podía lograr todo eso sin el constante acoso que se encontraba típicamente en un lugar de levante.
Guarda esos lugares particularmente para los fines de semana. Él ansiaba tranquilidad después de trabajar y tal vez…
Oh sí, pensó cuando una morena voluptuosa pasó cerca de él, rozando su brazo con sus pechos. Tal vez un pedazo de eso, también.Los reservados oscuros y aislados que revestían los costados estaban llamándolo, pero a último minuto, cambió de parecer y rodeó a varios hombres en traje en su camino hacia la barra donde encontró un taburete vacío en el final. Puso su zumbante celular en la barra e ignoró el mensaje de… Ah sí, Rose de Tokio a Seúl.
Después de acomodar su maletín en el suelo, se sentó y lo movió entre sus pies, asegurándolo ahí, mientras esperaba al barman. Echando un vistazo a algunas personas entremezclándose, Jeonghan divisó una mujer atractiva en un lugar más alejado de la barra. Podría suponer que se encontraba en sus veinte y tantos. Era una pelirroja menuda vestida con una chaqueta negra ajustada y una minifalda que abrazaba su redondo trasero tan bien como sus manos lo harían.